miércoles, 24 de noviembre de 2010

El milagro de andar viviendo *

Tengo que agradecer como yo soy. En principio hay que contar el hecho.

El miércoles 10 de noviembre a la mañana ingresé al Hospital Vidal para nebulizarme con un cuadro de neumonía, la tercera que cursaba en mis 47 años.

Quiero contar la fragilidad, quiero contar y mitigarlo. Yo soy un hombre de la cultura y recuerdo siempre la primera página de Memorias de Adriano de Margarite Youcenar, cuando el hombre más poderoso de su época, el Emperador Adriano depende de su médico para cuidarlo de una hidropesía que lo aquejaba.

Yo no soy el hombre más poderoso de mi tiempo, soy una persona común y alguien que sigue intentando búsquedas. Los días que siguieron me internaron en la terapia intensiva con un cuadro grave que ponía en peligro mi vida. Las cosas son difíciles en su complejidad pero simples en su esencia, como la vida, como el dolor, como la muerte.

Estuve sedado siete días, inconsciente. Eso es un límite. Una delgada línea entre seguir y terminar. Entre seguir jugando con mis hijas Ana, Clara y Joaquina o no verlas más. Entre seguir compartiendo la mesa familiar con Guillermina, mi madre y Moni, mi hermana. O no. Entre seguir sonriendo y no hacerlo nunca más.

Finalmente desperté. Y la primera visita fue el Padre Martín, con el que me confesé allí por primera vez en mi vida. Luego recé en silencio. Después me puse muy nervioso, tal vez por la consciencia del peligro y por el miedo. Ésta es una parte de la historia, la otra tiene que ver con el sistema de salud, responsabilidad ineludible del Estado.

Mucho se habla sobre este tema y sobre posibles errores o fallas humanas pero es justo decir, que el nivel de todo el personal del hospital es de una alta calidad profesional, moral y humana. Las personas son tratadas como personas, los rigores en la atención y en la información a mi familia fueron de una alta calidad y honestidad.

Por todo eso, la única palabra posible es gratitud, es decirle a cada uno de los que se ocuparon de mí y mi familia, GRACIAS.

Y a todos mis amigos, Gracias.

Y a Dios, Gracias.

Como dice Hamlet Lima Quintana:

Por eso la palabra

debe ser pronunciada

como una ceremonia

con aire de campanas,

una fiesta del alma,

farol del pensamiento,

porque fue generada

por el mejor silencio.

Eso nomás. Dictado a mi compañera Gabriela el domingo 21 de Noviembre de 2010 en la Sala de Internación Clínica II. Hospital Juan Ramón Vidal.

* Carlos Lezcano, internado durante varios días en el Hospital Vidal.

Un amigo que por suerte puede seguir andando.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Un alivio de luto que llevará tiempo

Su rostro parecía lejano. Casi oculto en la tristeza y el abatimiento. La delgadez guardada en un trench negro –tapado elegante- marcaba bien el luto de viuda. Cristina Fernández de Kircher subió al escenario del Parque Jorge Zambrano a las 22.20 del martes. Hacía muchas horas que miles de correntinos la esperaban en el espacio verde de grandes proporciones sobre el acceso a la ciudad que cumplió 200 años de existencia.

Con las manos sobre el pecho y pequeñas inclinaciones del torso hacia el público. La Jefa de Estado parecía agradecer la eufórica bienvenida. Matizada con bombos, aplausos y banderas argentinas de todos los tamaños flameando a rabiar.

La imagen de la Presidente transmitió eso. Una mujer que aún está en pleno pesar. Cansada en lo físico y espiritual. Quizás un cóctel que mixtura ambas cosas. El inmenso dolor ante la pérdida irreparable provocada por la muerte. Y la abultada agenda oficial. Las intrigas palaciegas y la inagotable demanda que significa administrar la Argentina. Un país que por naturaleza es conflicto. Desde el comienzo de su historia como bien lo señalaó en su discurso la Presidente.

La lejanía y soledad que provoca el poder. También por su naturaleza. Pareciera ser que en los gestos de la mandataria quedaron expuestos tras la muerte de su esposo. Al menos así se la vio el martes a la noche en Curuzú.

Sin embargo, casi al final de su discurso, la oratoria presidencial tomó un vuelo más intenso en palabras y definiciones. Como para mostrar que a pesar de esa ausencia irremplazable, se puede seguir viviendo. Y por sobre todo. Seguir gobernando a más de un año antes de terminar su mandato. Continuar construyendo poder y batallando a opositores y adversarios. Que no es un imposible. Que de la desazón también se pueden sacar fuerzas y expandirse más.

Cuentan testigos que la vieron partir del escenario curuzucuateño que se fue mucho más distendida. Más en paz. Como si la algarabía de la gente hubiese hecho las veces de placebo. Pero está claro. El alivio de luto presidencial. Aún está muy lejos.

* La Presidente estuvo el martes 16 de noviembre en Curuzú Cuatiá. Con su presencia cerró los festejos por el Bicentenario de la ciudad ubicada al sur de la provincia de Corrientes.-

martes, 12 de octubre de 2010

Un libro de cómo priman los grandes intereses sobre lo humano (*)

‘Crónica del ocaso’ es el nuevo trabajo del periodista Hernán López Echágüe que recorrió el Litoral argentino y uruguayo. En la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) presentó la obra que describe cómo viven los habitantes de las zonas rurales de ambos países. La devastación que producen fábricas e industrias del papel en el hábitat de las familias campestres. Durante la presentación un poblador originario y pequeño productor de San Miguel, contó cómo fue expulsado de su chacra.

"El libro que escribí es el que me gusta leer a mí y tiene cosas que no las encuentro en los diarios ni en otros medios. Como escritor y periodista crecí mucho más desde que me fui de la Argentina". En hojotas, bermuda y una sudadera blanca, Hernán López Echagüe parece un típico turista y pasa inadvertido entre los correntinos que caminan por avenida España esquina 25 de mayo.

Con la afirmación inició la charla informal sobre su nuevo libro, en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), donde hace menos de un año estuvo para explicar justamente las ideas principales de lo que era la obra cuando estaba en ciernes.

En la esquina del edificio sindical llegó caminando con la parsimonia característica de su ser. Detrás de los lentes un rostro que muestra ser comprensible y extremadamente tranquilo. El libro retrata y describe las vivencias de los campesinos argentinos y uruguayos que habitan el Litoral de los dos países limítrofes.

"Es un libro tardío, me arrepiento de no haberlo escrito antes. Desde el año 1985 en que se aprobaron las leyes forestales y empezó la forestación masiva en campos de Uruguay y de la Argentina, algo que hizo foco en nuestro país, en el Litoral; Entre Ríos, Misiones y Corrientes".

Para la recolección de datos Echagüe viajó justamente por las tres provincias mencionadas. Cada una de ellas lleva un capítulo dentro de la obra, con personajes de carne y hueso que habitan pueblos y zonas rurales casi desconocidos por el resto de la gente, funcionarios e incluso, de difícil hallazgo en los mapas.

"Siempre busqué las historias en el llano y no me dejé llevar por lo que dicen los funcionarios o en este caso, los grandes empresarios o millonarios que llegaron a esta zona con sus ideas de industrializar el trabajo agrícola", dijo.

Perfil y más sobre el libro

El periodista que hizo sus primeras armas en el oficio durante la originaria época del matutino porteño Página/12, vive en La Nueva Palmira (Uruguay), desde hace nueve años. En una especia de autoexilio después de sufrir persecuciones y atentados contra él y su familia. Fue en represalia por investigaciones sobre la mafia que existía dentro del mercado central de Buenos Aires a comienzos de los '90.

En ese pequeño poblado del vecino país también cambiaron las cosas desde hace algún tiempo: "Al puerto lo removieron todo, desde un calado que le hicieron hasta los barcos que se ven ahora, en ese puerto de Palmira es de donde saldrá la producción de Botnia hacia Europa".

Lo que relató en ese sentido sobre la pequeña comuna donde vive, fue una muestra de lo que está ocurriendo en la zona limítrofe de Uruguay con la Argentina. "Antes los pescadores sin trabajar mucho sacaban por día mil kilos de pescado, ahora son 400 kilos con un trabajo que lleva mucho más tiempo, yo lo llamo el río sin peces".

El domicilio de Echagüe está a una mediana distancia del tan conflicto Fray Bentos. Otro pequeño poblado donde se erige la pastera finlandesa Botnia a la que vecinos de Gualeguaychú (Entre Ríos) intentan expulsar. "Hay un campaña que la llevan adelante medios de la Capital Federal que desviaron la atención al verdadero problema que es la contaminación que ya sufre la gente de los dos lados de la orilla del Río Uruguay. Ese problema de radiación, lluvia ácida e insecticidas que son arrojados por toda la zona viene desde hace al menos diez años", contó.

Los asambleístas que pugnan por el levantamiento de la pastera erigida frente a la ciudad entrerriana, también forman parte de ‘Crónica del ocaso’. "Los límites entre las dos ciudades no existen, tenemos las mismas culturas, nos mezclamos con las mismas mujeres, las mujeres entrerrianas se casan con uruguayos de Fray Bentos y vicevers. Pero por sobre todo, este tema de Botnia afecta a todos por igual", repitió el cronista escritor.

De cada uno de los pueblos y parajes por donde anduvo "me llevé muchos amigos, es curioso pero desde que me fui del país tengo más amigos argentinos que antes y conocí más mi país desde que vivo en Uruguay".

Relato de un despojado

Gilberto Vallejos nació, se crió y vive en el campo. Con más de 40 años y barba de varios días su oscura piel lleva la marca del labrador. Parecen como tatuajes hechos por la misma tierra. Con su familia desde que se casó vive en la Colonia San Antonio perteneciente al departamento San Miguel (Corrientes).

El caso de este hombre lleno de sabiduría que dan los años y el andar por los montes en contacto con la naturaleza en estado puro, patenta las aberraciones a las que son puestos los habitantes de las zonas rurales. Donde la demarcación de los límites de la tierra no está bien hecha y la balanza de la justicia siempre se inclina hacia los más poderosos.

Vallejos compró una pequeña parcela para producir y alimentar a su familia pero además, quería comercializar lo que salía de la huerta. Pagó con esfuerzo ese terreno y con papeles en mano nunca pudo demostrar que realmente era el dueño de ese lugar. "Aparecieron como tres dueños más y yo no entendía nada", señaló ante la audiencia en la sede de ATE.

Pero lo que más extrañó a Vallejos fue que el propio gobierno provincial en la época de la última intervención federal (2000-2001), supuestamente le financiaría un proyecto productivo. Algo que jamás se hizo y el desencadenante de la historia llegó "el 24 de septiembre de 2005 a la madrugada –contó- llegaron los policías a mi casa y me tiraron a la calle como a un perro, a mi familia, me pegaron y me dispararon con una Itaka al lado de la cabeza. Desde el suelo veía como tiraban abajo mi casa, mi chacra y mis animales".

Durante cuarenta minutos relató todo lo que pasó después para recuperar el lote y "la ayuda fundamental que me dieron mis amigos de San Miguel. Sin ellos yo no hubiese hecho nada porque estaba muy mal, muy mal porque no entendía que pasó. Esa es mi tierra, yo me críe en el departamento San Miguel y por eso compré un poco de tierra para seguir trabajando ahí y criar a mis hijos en el campo que es el mejor lugar donde puede vivir un ser humano".

Actualmente el terreno está rodeado de alambrados desde donde se puede divisar, a muy pocos kilómetros, las coronillas de pinos y eucaliptos, instantáneas del avance de la forestación implantada. La historia de Vallejos se repite con otros nombres en otras geografías de Corrientes, Misiones, Entre Ríos y poblados de Uruguay. Donde la mano, la máquina y la sed de dinero del hombre, devastan siglos de cultura y tradiciones autóctonas. De eso habla ‘Crónica del ocaso’.

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* Publicado en www.corrientesonline.com el 10/02/2007 luego de la presentación del libro por parte de su autor en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de Corrientes.-

lunes, 11 de octubre de 2010

La Lucha

Lucha… ¿Qué lucha?

Lucha y vuelve decían los peronistas zurdos y de derecha durante los dieciocho años que se tomó “el viejo” para decidir si venía o no.

¿Los burgueses luchan? ¿Luchan cómodamente con sueldos todos los meses, comida, casa, una mujer religiosamente acostada todas las noches en la cama? ¿Se lucha con Internet más cable instalado y Tinelli y los culos danzantes cada velada durante la cena?

¿Qué lucha? ¿Los que cobran para sacar al aire a diputados, senadores, ministros, gobernadores, gremialistas y presidentes? ¿Ellos luchan también?

Luchan más o menos los que se benefician con las leyes laborales y hacen “la plancha” en la redacción. ¿Luchan los que dicen Luchar cuando se reúnen para lograr mejoras salariales?

Hay Lucha con o sin pauta oficial. ¿Se lucha más cuando hay pautita? ¿Lucha el empresario por la pauta y los ningunea a los empleados?

¿Cuánto puede luchar un movilero que no hilvana una sola frase sin poner una muletilla? Y el que sale al aire con monosílabos¿? Qué tanto luchan los que están fuera del sistema, los que laburan en portales, radios “cascotes” y periódicos de morondanga.

Recuerdo en la facultad como se copiaba en los exámenes y se “calcaban” los trabajos prácticos. No sé porqué pero siempre en los grupos eran muchos menos los que trabajaban que los que no lo hacían. Curiosamente eso lo vi después en la “vida real”.

¿Es justa la lucha para el que no labura igual que el resto? Porqué debe percibir lo mismo uno que “hace plancha” a otro que produce dos y hasta tres veces más. ¿Cómo es la lucha ahí?

Es rara la lucha ¿no? O para luchar hay que dejar de lado el laburo¿? Dejar abiertas las páginas hasta el filo del cierre, total algo ponemos después: “Esto es más importante, es por nuestro bienestar…”

- Pero y el diario…mirá cómo sale mañana….

- No importa boludo…acá el tema es que nosotros estemos mejor, lo del diario zafa…no importa…

¿Será así y soy un pelotudo filosofando? Garabateando pensamientos equivocados…

¿Los que escriben para el culo también luchan?

Los gremialistas no deberían trabajar de eso, pedir licencia y sólo dedicarse a “defender” a sus pares. Dedicarse ciento por ciento a la lucha, hacer “digna” la profesión y el oficio que al entender de ellos, se realiza de esa forma, sólo con la lucha.

En el oficio del periodismo vernáculo son bien conocidos los gremialistas justamente por sus luchas, más que por su trabajo o el tiempo que le dedican al trabajo, por eso quizás sea tiempo de que se brinden un “full time” a rescatar de las garras del mal al resto de los compañeros.

En la lucha revolucionaria/gremial de antes, los dirigentes predicaban con el ejemplo y eso era su principal bastión. En los ’60 y ’70 eran ellos –dirigentes- los que se ponían al frente de los trabajos forzados y quienes tenían turnos más largos, a veces de hasta 18 horas corridas.

Salían de las fábricas y no iban a sus casas para ver televisión, a sus hijos, esposas, amigos o amantes. Iban a la unidad básica o al comité para diagramar las políticas “proletarias” y planear la lucha.

El capital de esa lucha y de esos gremialistas era eso, marcar la diferencia en el trabajo, laburar dos y hasta tres veces más que el resto. Con eso edificaban su credibilidad para hacer política, sentían en carne viva los padecimientos de “los compañeros”, sabían de qué se trataba no solamente las injusticias sino que a la par, conocían el trabajo rudo y esforzado del resto.

Hoy dicen: “Pero los compañeros que no reclaman o no saben sus derechos….por ellos no podemos hacer nada”.

Es el camino más fácil para no hacerse cargo; lo mismo sería pedirle a un esclavo que pelee por su libertad y reclame algo que nunca tuvo. Que un famélico logre alimentos por sus propios medios.

La legitimidad de la lucha gremial actual creo que anida en la capacidad “laboral” de los representantes del rubro, sea cual fuere, no solamente el oficio del periodismo metido en los medios de comunicación.

Quizás allí se encuentre el porqué de las escuálidas convocatorias de los mismos a la hora de reclamos o pedidos de unión, muchas veces agotado en mera diatriba fácil a la patronal de turno que propensos al trabajo como disparador de conquistas.

Como fue la lucha de aquellos “militantes” del ’60 y ’70.-

miércoles, 6 de octubre de 2010

Señor Toledo “intimidado” por beneficiarios de planes sociales

Como todos los días por la mañana, pasadas las siete, el señor conductor radial Daniel Toledo (Sudamericana FM), junto a su nutrido equipo erraban en el programa ‘Otra Mañana’. Era martes y el espacio se iba en accidentes de tránsitos y robos. Hasta que el hombre de radio contó que no pudo sacar dinero de un cajero automático porque en su alrededor, habían centenares de beneficiarios de planes sociales esperando para cobrar y se sintió “intimidado” por tanta gente que podría observar detalladamente sus operaciones.

Quizás la idea fue pedir a las autoridades del Banco de Corrientes S.A. que pongan verdaderas medidas de seguridad en los cajeros automáticos, muchos de los cuales ni siquiera tienen trabas en las puertas, pero en tren de esa solicitud, se volvió al estigma de que cualquier pobre es merecedor de una buena mirada con recelo.

Junto a todo su equipo radial, el conductor Daniel Toledo (Sudamericana FM) comentó lo “peligroso” que significa el amontonamiento de gente alrededor de un cajero automático que no posee vidrios espejados para darle anonimato a los usuarios y a su vez tranquilidad.

“Te ven todo porque están recostados sobre el vidrio”, dijo el señor Toledo a lo que sus compañeros entre risas, agregaron que los beneficiarios de planes sociales (aludieron a todos, generalizaron), podrían llegar con buena vista de por medio a divisar los números de claves y hasta la cantidad de operaciones que puedan hacer los usuarios. Incluso, comentaron, los más osados y porque no, prevenidos, podrían anotar en un papel la numeración de los códigos de tarjetas de debito.

Lograr ver de esa manera, así lo dijo socarronamente uno de los habituales columnistas del envío radial, “si es caja de ahorro o cuenta corriente”. Y agregó seguramente llevado por la ignorancia que la facilidad de memorizar los números se debe a que las máquinas “son digitales” (sic).

Todos los cajeros automáticos son digitales, varían en que los más modernos son táctiles, es decir, no hay botonera. Funcionan con el tacto de un dedo sobre el monitor que ofrece el menú de operaciones.

Sólo faltó agregar que los beneficiados de planes sociales son todos delincuentes y matan el tiempo de espera para cobrar sus “haberes”, “marcando” posibles nuevas víctimas a sus fechorías.

Quizás la intención del señor conductor fue, como dice más arriba, pedir mayores medidas de seguridad a la empresa bancaria estatal, pero ¿hace falta generalizar con el tema de los planes sociales y sus beneficiarios? ¿Es necesario contar que se sintió intimidado por la cantidad y clase de gente que estaba alrededor del cajero automático?

¿No bastaba con describir el estado deplorable en que se encuentran las máquinas expendedoras de dinero? Sin contar las muchas veces que dan circulante apócrifo.

Más fácil es a veces tomar el atajo de la estigmatización, en broma –como fue este caso- pero a la vez en serio al pensar que la indigencia es sinónimo de delincuencia.

¿ O habrá que poner cajeros automáticos solamente para beneficiarios de planes sociales así no se mixturan con el resto de los bancarizados?. -

lunes, 4 de octubre de 2010

Ese viejo rocket llamado Andrés

El cantante Andrés Calamaro colmó el anfiteatro Cocomarola como pocos artistas lo hicieron en los últimos años, demostró así una convocatoria pocas veces vista en el nordeste y para agradecer tanta demostración de afecto dijo: “Mick Jagger cuando duerme sueña con un público como ustedes”.

Cosa rara, si bien Corrientes en al menos los dos últimos años se convirtió en una apetecible plaza de eventos artísticos y show, las entradas para verlo a Andrés Calamaro eran elevadas a comparación de otros cantantes o grupos de su nivel: de 300, 150 y 100 pesos, fueron los costos de las localidades para el Anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola.

Sin embargo algo jugó a favor de los organizadores –nuevos en el rubro espectáculos- “el salmón” hacía una docena de años que no pisaba Corrientes, la última vez lo hizo con la presentación de Alta Suciedad, emblemático disco de éxitos calamarescos.

Y así fue como este último sábado Calamaro y su contundente banda volvieron a estar sobre el escenario del Cocomarola, a quien el cantante varias veces hizo referencia durante el recital. “El padre de la música litoraleña”, dijo sobre el taita del chamamé, Mario del Tránsito Cocomarola.

Con un cálculo ocular a simple vista el anfiteatro llenó sus diez mil localidades y con letreros luminosos de la década del ’80, y la leyenda del nuevo disco ‘On The Rock’, Don Andrés salió a escena un par de minutos antes de las 22.

Con estampa de rocket y sobreactuaciones al estilo Calamaro, el cantante arrancó con un par de canciones de la nueva placa, desconocidas para el heterogéneo público, algo que después agradeció justamente por eso, al ser ignotas la gente se limitó a escucharlas en silencio.

Pero como siempre pasa, “una que sepamos todos”, llegaron los clásicos Paloma, Todavía una de amor (letra de Joaquín Sabina), Flaca, Alta Suciedad, y Crímenes Perfectos entre otros. Sumados a los himnos del corazón como ser Mil Horas y Costumbres Argentinas, fueron parte de una batería de canciones nostálgicas de los ochenta y comienzos de los noventa.

También un poco de Río Manso, la legendaria polquita chamamecera con rasgueado y Volver, ayudado con una especie de telepronter ubicado en uno de los monitores de sonido el cantante carraspeo la letra tanguera.

Así es Calamaro, uno de los pocos compositores que sobreviven a esa excelente caterva de exiguos músicos populares argentinos florecidos en los ’80. Por eso es ese viejo Rocket llamado Andrés y lo del pasado sábado dos octubre en Corrientes, fue Rock.

***

Comentario: Al promediar el show, durante un breve intervalo entre una canción y otra, el cantante habló sobre los aromas que olfateaba desde el escenario: “Hasta ahora no me llega olor a porro, me llega olor a asado, cómo cambiaron los tiempos”, dijo y tras un par de segundos rápidamente aclaró, “es un comentario ehh…no una apología”.

Andrés Calamaro enfrentó a comienzos de la década del ’90 un juicio por supuesta apología al consumo de estupefacientes, durante un recital en La Plata (Buenos Aires), la causa duró once años tras lo cual fue sobreseído al entender los jueces que no hubo delito, sí “inconveniencia” en los dichos del cantante.

sábado, 2 de octubre de 2010

Barone: “Soy un ex periodista”

Invitado por una fundación y por la Universidad de la Cuenca del Plata, el panelista del programa kirchnerista 678, Orlando Barone, estuvo en Corrientes. Habló de lo “trascendente” de la sanción y aplicación de la Ley de Medios Audio Visuales y de su “deconstrucción” como hombre de prensa para convertirse en un militante K.

Cuarenta minutos después del horario previsto (20.30), Orlando Barone entró al salón auditorio de la Universidad de la Cuenca del Plata, no es ni músico, ni artista, pero sí se convirtió en el último año en una de las caras más visibles del kirchnerismo, mostrando esa pata intelectual con reminiscencia setentista que tanto le gusta exhibir al matrimonio presidencial.

El periodista y escritor lo sabe, entiende que su participación en el programa ultraoficialista 678 (Canal 7 TV Pública), lo llevó a la popularidad que hoy tiene en la clase media simpatizante con el gobierno nacional.

“Soy un ex periodista” se definió y a lo largo de casi una hora y media trató de explicar porqué y cómo llegó al kirchnerismo, dijo además que solamente “hablo de lo que sé, del periodismo” y cargó duramente contra lo que califica como “los medios hegemónicos”.

Así, Clarín, La Nación y los pulpos informativos de la Argentina y del cono sur, fueron el tema de la charla, en el marco de la aplicación de la Ley de Medios Audio Visuales, por eso Barone estuvo en la capital provincial invitado por la Fundación Esperanza, de tinte kirchnerista.

“Estamos ante una bisagra con esta ley (Audio Visual) porque muchos periodistas dejarán de ser delfines que hacen piruetas en un acuario y deberán salir al mar”, trazó una analogía el periodista y escritor, explicó que ése mar es la gente y la democratización a la que llegarán los medios de comunicación con la norma aprobada hace unos meses en el Congreso y que el gobierno nacional busca aplicarla a pesar de las vallas judiciales interpuestas por las empresas de comunicación provenientes de la factoría Clarín.

Fiel a su perfil y al programa 678 criticó la postura “derechista” de Magdalena Ruíz Guinazú, entre otros, “nosotros la pusimos ahí y es por algo, por algo la gente dijo a lo largo de todos estos años que Magdalena debe estar donde está. Pero qué Magdalena es la que quiero yo –se preguntó Barone- la de comienzos de los ochenta cuando hablaba de democracia y de los desaparecidos o la que trabaja ahora para la derecha y para la hegemonía de Héctor Magnetto (gerente director de Clarín)”.

A su idea tomándola como “ejemplo” sobre Ruíz Guiñazú, sostuvo que los medios “son cautivantes para la gente, los atrapa y por eso la gente no los critica, porque son adictivos”. Sin embargo, aseguró que con 678 “un pequeño programita pudimos empezar a mostrar el otro lado de la realidad y dejar en evidencia a los grandes medios de cómo muestran lo que sólo a ellos les interesa, disfrazados en lo que supuestamente le interesa a la gente”.

Ante doscientas personas que colmaron el acotado salón auditorio, hubo una pantalla gigante afuera para los que no pudieron entrar, el aire era casi familiar y con una gran atmósfera kirchnerista, Orlando Barone contó así su llegada al kircherismo en 2003 durante los primeros meses de gobierno de Néstor Kirchner.

“Me convocaron para dar charlas en el interior del país con la Secretaría de Cultura por mi visión de escritor mucho más que periodista y así llegué y de a poco me fui involucrando”, contó.

Estimó que con sus 72 años y tras el involucramiento con la gestión K le será muy difícil regresar a una redacción, aunque actualmente es columnista en radio con otro alfil mediático kirchnerista que es Liliana López Foresi, pero Barone como gran parte de los simpatizantes del gobierno nacional tiene mucho de romanticismo setentista.

“Creo que a mi edad estoy más en lo que quiero ser que en lo que fui, nunca renegué de los trabajos que tuve y de las cosas que hice, de las notas que escribí en los medios donde trabajé, pero siempre fui crítico con el oficio del periodismo y creo que ahora con mi deconstrucción como periodista llegaré finalmente a quien quiero ser, y soy éste, el que ven ustedes. Soy más el de ahora que el que fui a comienzos de mi carrera”, dijo en el final del encuentro.

Eran casi las once de la noche y Dalia Canteloro (conocida militante peronista local devenida en kirchnerista) en su rol de moderadora, pidió a los presentes que no hagan más preguntas porque el invitado estaba muy cansado debido al trajinar de toda la jornada en suelo correntino, atendiendo periodistas y referentes políticos de la línea K.

En medio de aplausos y gente pidiéndole para sacarse fotos con el, Barone y su sonrisa a flor de piel y de dientes, parecía a pesar del cansancio disfrutar al máximo ese reconocimiento muy extraño dividido en su fama de panelista televisivo y militante ultra oficialista.

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Compadre de Adolfo Castelo: http://www.corrientesonline.com/noticia.php?i=43984

Socialista y con padres muy peronistas:

Los kirchneristas locales cholulos:

viernes, 1 de octubre de 2010

Sedición, Ecuador- Corrientes. No tan distinto

Algunas imágenes eran muy parecidas, como la de policías correctamente uniformados y armados, parados marcialmente frente a retenes con ardientes neumáticos. Otros efectivos menos altaneros, con la cara tapada o disimulando rasgos faciales por medio de oscuros anteojos para sol. Lo ocurrido con el Presidente ecuatoriano, Rafael Correa y con la institucionalidad ecuatoriana, tiene parecidos ineludibles con el alzamiento policial correntino de 2008.

Sí, las comparaciones dicen que son odiosas pero de igual forma hay que hacerlas. A veces y este caso lo amerita, es imposible abstraerse. La sedición de una parte de la policía ecuatoriana puso en vilo la frágil institucionalidad de ese país ya de por sí vapuleado por sus vaivenes políticos, sólo entre los años 2000 y 2007, tuvo ocho presidentes.

Un país chico con grandes riquezas petroleras cuya moneda nacional es el dólar. Así es, no tiene divisa propia y quizás sea porque dentro de su territorio haya una base de Marines norteamericanos.

Pero los hechos ocurridos el pasado jueves desnudaron justamente la flaqueza institucional, sectores opositores al Presidente Correa a quien le gusta caminar por la izquierda y tomar decisiones en ese sentido, inocularon en las fuerzas policiales ideas sobre recortes presupuestarios y quita de ciertos beneficios al sector.

Trepados a eso los uniformados marcharon a lo que hubiese sido un mero motín pero que rápidamente viró a una sedición sujetada por detrás en actores políticos que buscaban quedarse con el poder, los policías desobedecieron sus mandos naturales, reprimieron al pueblo y al propio Presidente que es nada más y nada menos que el Comandante en Jefe de la Nación.

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En Corrientes a fines de abril de 2008 un grupo de policías, entre suboficiales y oficiales, salvo comisarios que por lo general se ocultan tras las sombras de los subalternos que se ponen al frente, comenzaron un motín similar.

Primeramente llamado “retención de servicios” que si no se tratara de una fuerza de seguridad sí le cabria el término, en este caso fue un eufemismo mal usado para lo terrible que estaba por venirse.

Los uniformados amparados por sus familiares que los acompañaron en el reclamo de mejoras salariales, tomaron una delegación policial (comisaría quinta y división de comunicaciones y caballería), usaron luego herramientas del Estado provincial (vehículos, armas, uniformes, equipos de comunicación) en beneficio de un reclamo sectorial. Un claro delito desde donde se lo mire, sumado al de sedición porque los efectivos desobedecieron órdenes de sus mandos naturales, ergo, superiores.

Marcharon luego al puente interprovincial Manuel Belgrano donde mantuvieron una protesta (corte de ruta) de diecisiete días y en las últimas jornadas, interrumpiendo de manera total el tránsito sobre el viaducto generando un verdadero caos en toda la región nordeste del país.

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Al igual que Ecuador, el conflicto en Corrientes estuvo fogueado por sectores políticos, uno de ellos, el actual gobierno provincial – aquella vez oposición- apoyado en sus tentáculos sostenido en sendos estrados de la justicia. Poder Judicial que a través de alguno de sus funcionarios, aseguró y prometió a los sublevados que acciones que podría haber tomado el entonces Ejecutivo provincial en el área legal, no prosperarían.

Como en el país donde gobierna Rafael Correa, sabido es que la institucionalidad de Corrientes siempre corrió por un hilo tan delgado como el de coser. Así quedó expuesto cuando los insurrectos policías correntinos, armados y uniformados, decidieron no bajarse del puente Belgrano.

Decían que si querían sacarlos por medio de la fuerza, por ejemplo utilizando elementos de la Gendarmería Nacional, resistirían. Y de hecho así parecía porque exhibían a prudente distancia sus armas reglamentarias.

Y también como en Ecuador, en plena marcha de los sucesos sediciosos, los insurrectos pidieron amnistía una vez terminada la sublevación. Durante muchos parlamentos que hubo entre funcionarios provinciales en los aciagos días de abril y mayo de 2008, los sediciosos uniformados locales habían olvidado el motivo central de su protesta (mejora de salarios) y estaban más preocupados por un perdón generalizado al ver tamaña caterva de delitos que habían cometido a lo largo de casi veinte días.

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Sin embargo hubo una diferencia en el final de la misma historia para disímiles escenarios: Tras la sublevación en Ecuador el Presidente Correa regresó al poder después de haber estado muy cerca de ser depuesto, ocurrió gracias al apoyo de la gente y no dio amnistía para los efectivos sediciosos. Prometió sí, “ni olvido ni perdón”, a los que se levantaron en armas contra la ciudadanía y las instituciones del país.

En Corrientes sí hubo indulto general para los que mancillaron la institución policial, es más, en las horas de los últimos dos días de haber “tomado” el puente Belgrano, los uniformados sublevados acorralaron a los poderes judicial y ejecutivo de la provincia que tuvieron que dar la ley del perdón. Sin ver un salida “pacífica” al conflicto.

Ante una ausencia del gobierno federal, aliado subterráneo por aquellos tiempos, del actual gobierno provincial enrolado en la oposición a la administración que debió hacer frente a la sedición.

Pero a diferencia de Ecuador, no hubo muertos, ni heridos, no existió tampoco rapto de mandatario alguno. Los policías correntinos lograron, a fuerza en el sentido literal de la palabra, una serie de mejoras en sus haberes mensuales que arrancaron al gobierno correntino de aquel entonces.

Y también lograron algo más, incubar la idea de que cuando algo no les gusta a los señores de uniforme, lo harán saber y no por las vías administrativas o institucionales.

Quizás en Ecuador también haya quedado el mismo mensaje en tono de moraleja, pero con un final diferente y mucho más decoroso al correntino de hace dos años atrás.

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martes, 28 de septiembre de 2010

Ernesto Sábato y los recortes de diario que cargaba

Una anécdota histórica cuenta que el escritor argentino tenía la manía de llevar a cuestas, artículos de periódicos que daban una buena crítica al creador de ‘Sobre héroes y tumbas’, en contraposición odiaba los comentarios que le adjudicaban reproches a sus obras. Aquí la secuencia de alguna noche porteña donde el exiguo autor se encontró con nuestro informante, quien por cuestiones obvias, evitaremos mencionar con nombre propio.

Equis (el que develó esta curiosa anécdota) iba por Florida muy cerca de Callao en compañía de su esposa, era sábado y la ciudad de Buenos Aires estaba plena, como novia adolescente a la espera de su enamorado.

La idea era muy simple, equis –devenido en nuestro informante sin querer- se dirigía a un cine pero era temprano para la función, entonces junto a su compañera, decidió entrar a un café y esperar a que llegara la hora de ingreso a la sala.

Allí fue cuando se encontró con Ernesto Sábado y su esposa Matilde, transeúntes circunstanciales por la zona, como el cuarteto era amigo, decidieron compartir el café.

Tras los saludos protocolares y rutinarios, Sábato no anduvo con vueltas, se metió una mano en uno de los bolsillos internos del saco y exhibió los recortes: “Mire lo que dicen de mi en Alemania”, le dijo a equis bastante sorprendido por la acción del escritor argentino.

Equis sonrió, jugó con los recortes llevándolos de una mano a otra y atinó a contemporizar que si bien había editado un libro en alemán, desconocía por completo la lengua germana.

Sábato entonces ofició de intérprete haciendo que leía los artículos, descargaban buenas críticas y loas a los libros del ahora casi centenario autor de ‘El Túnel’.

Resulta que el hecho, lo de los recortes, se dio a meses de haber salido a la venta ‘Rayuela’ de Julio Cortázar, la que había roto con todos los cánones contemporáneos de la época. Y muchos trazaban paralelismos entre los libros cumbres de Don Sábato y el prometedor joven, lo que hundía una daga en lo más profundo del ego sabatiano.

Muchos años después y para desmitificar esa especie de torre de babel egocéntrica que habitaba en el, Sábato declaró a la prensa que había incinerado todas sus obras, como forma de autoflagelación.

“Si hubiese quemado todos sus libros, Santos Lugares hubiese quedado reducida a cenizas”, confiesa equis tras contar la anécdota de los recortes, calificó a Sábato después como un “gran constructor de personajes” y que su etapa floreciente como escritor fueron ‘Sobre héroes y tumbas’ y ‘El Túnel’.

Luego, “es como si el personaje de escritor, en todo lo que se convirtió Sábado como nombre en sí, se haya comido a las demás obras que no fueron muy buenas, creo eso, lo de haberse comido el personaje al propio Sábato es lo que quedará de el”, concluyó el informante.

Suele pasar que los artistas con los años empiezan a caminar sobre las arenas movedizas de sus egos. Dicen que es una condición casi innata de los virtuosos en el arte.-

***

* Equis es también escritor, contemporáneo de Ernesto Sábato, como lo conoce es preferible mantenerlo en el anonimato así conserva la relación. Reveló la anécdota al ser consultado qué opinaba del autor del 'Túnel'.-

jueves, 23 de septiembre de 2010

Besame y olvidate de vivir

En lo recóndito de la noche los amantes estaban a punto de iniciar el ritual al que sometían sus cuerpos cada velada, el ventanal del balcón abierto de par en par dejaba entrar la brisa de un verano que no se tomada descanso. Más allá, en el fondo del parque el río estrujaba las pocas piedras sedimentadas por el agua que convertía en arcilla al barro.

Cuatro cuadras, cuatrocientos metros separaban esa última parte de la casona, la habitación junto al ventanal, de la pendiente que alguna vez fue barranca sobre el Río de la Plata, al ingeniero Bustos, como todo profesional de las medidas gustaba marcar las distancias con las normas longitudinales correspondientes.

Bustos penetraba a María con las persianas totalmente desplegadas del ventanal, nunca se explicó bien el porqué, pero eso lo erectaba mucho más que verla con el salto de cama de lycra o las bragas de nylon, aunque esto también tenía lo suyo.

Pero aquella velada de enero el gemido de María se desvaneció en lo profundo de la pendiente, envuelta como si fuera dentro de una mortaja, su pijama de lycra flameó los 96 metros desde la punta de la pendiente hasta las piedras y la escasa agua existente en la costa soltó un seco ruido sumado a un pequeño rebote del cuerpo quebrado al chocar con las rocas.

Bustos sobresaltado pensó que era un sueño, y en realidad algo parecido era lo que se le atravesó en la somnolencia. Quizás un vago recuerdo de María mientras dormía cuando los timbrazos de la policía en el portón de entrada, lo arrancaron de su descanso dominical.

La mucama con paso acelerado llegó hasta la recámara del ingeniero, vio la puerta entreabierta y no dudó en entrar, no se lo veía en la cama.

- Ingeniero…ingeniero…lo buscan…, dijo titubeante la empleada.

- Quién es Luisa, respondió Bustos con las manos inundadas de agua para lavarse la cara en el lavatorio del baño contiguo al dormitorio.

- La policía ingeniero, la policía, son dos oficiales y a fuera hay como tres o cuatro camionetas más, y el tono de Luisa ya denunciaba miedo, confusión y temor a lo desconocido.

- ¿Qué paso….robaron en la casa?, dijo más perturbado el ingeniero y agregó.

- Decile que ya los atiendo, hacelos pasar…

Eran las nueve quince del domingo 17 de enero cuando con el jeans solamente abotonado, pantuflas y una remera negra ‘Levi’s’, Bustos salió al encuentro de los servidores públicos. También estaba despeinado, aunque con algunos cabellos mojados producto de la lavada de rostro.

El hall de entrada que conectaba al living se veía raro con siete policías, dos de civil que aparentaban llevar la voz cantante.

- Señor Bustos….Inspector Ramírez y el Teniente Portel, de la cuarenta y siete. Cómo está ingeniero, tenemos novedades y no son buenas, dijo el efectivo que no dejaba de mirar a su alrededor mientras que sus camaradas no le quitaban los ojos de encima al dueño de casa.

Como un autómata el anfitrión de los efectivos bonaerenses repuso: “la encontraron…” y pensó un instante la pregunta retórica que le había hecho a su doméstica apenas minutos antes.

- Sí, un pescador avistó el cuerpo en Punta Linda a la noche, a eso de las cuatro de la madrugada según lo que declaró a los de la Prefectura que nos dieron aviso a eso de las cinco de la mañana. Tratamos de avisarlo pero sus teléfonos no nos daban, apuntó en tono de pregunta el Inspector cuando dejó de observar el hall para clavarle los ojos a Bustos.

El ingeniero no dejó de mirarlo cuando recibió la noticia y a medida que Ramírez daba el parte en forma escueta, a Bustos se le mezclaban imágenes en la cabeza, recuerdos de cuando conoció a María Reina Guzmán, hija de un encumbrado estanciero de la provincia de Buenos Aires. “Punta Linda”…se dijo imaginando el lugar que estaba a más de 40 kilómetros de su casa, de la pendiente donde avistó por última vez a su cónyuge ahora muerta.

Era curioso, en fracción de segundos todos los recuerdos se le abalanzaban sobre la memoria en forma torpe como trastrabillando dentro de su cabeza, chocándose uno con otros.

- Cómo fue Inspector, cómo la encontraron…se ahogó, intentó pronunciar palabras que en realidad eran balbuceos. Para entonces, la doméstica ya estaba al tanto en forma simultánea porque escuchaba la conversación desde el living. A casi cuatro metros de donde estaban los efectivos y Bustos.

Ramírez y Portel se miraron –el resto de los policías mientras tanto curioseaban la vajilla de comienzos del siglo XIX que estaba sobre una cómoda de roble, casi de la misma época también- “sabemos que está muy golpeada y que seguramente se ahogó, pero para este mediodía empezarán con la autopsia, como sabe señor Bustos, tendrá que acompañarnos para reconocer el cuerpo de su esposa. Lo lamento, pero así son las formalidades”, contemporizó Ramírez cuando con una leve mirada que era una seña en realidad, hizo que los uniformados iniciaran la retirada del hall, en breve, a los minutos uno regresó con termo en mano y pidió agua caliente para el mate a la empleada.

En medio del estupor y pasando delante de su jefe, Luisa tomó el termo ‘Lumilagro’ y enfiló hacia la cocina. Con cara de póker, el agente se acomodó la corbata del uniforme y aguardó bien debajo del marco de la puerta principal de la casona.

El Inspector y su segundo, se metieron en la Ford Ranger y antes de sentarse prendieron el aire acondicionado, ése domingo sería largo, y muy caluroso, ambos conversaban y Bustos que permanecía en el hall hablando por su celular, con la puerta principal de la casona aún entreabierta, alcanzó a echarles un vistazo por el rabillo del ojo cuando daba media vuelta para terminar de vestirse en su habitación y de esa forma reencontrarse con María en un rato, tras diecisiete días de estar desaparecida, ahora volvería a ver a su esposa, pero esta vez como difunta.

***

Jorge Olivera es de oficio parrillero, un experto que hizo de los asados su forma de vida, a los 43 años era un referente entre los más destacados apellidos de prosapia ganadera en la provincia de Buenos Aires, para grandes eventos, ya sean familiares o empresariales, el hombre oriundo de Paso de los Libres, era convocado y se ponía al frente de un ejército de asadores y ayudantes: cocinaba en diferentes formas que podían ser, a la estaca, al horno (de barro), a la parrilla y el extravagante cuero bajo tierra.

- Jorque…tranquilizate, querés que te acompañe, vamos, voy con vos; le decía al ingeniero Bustos del otro lado de la línea celular.

- No, no…solamente te llamé para avisarte que la encontraron en el río. Me cambio y voy no sé a donde a reconocer el cuerpo, no sé bien cómo voy a reaccionar, ni el estado en que debe estar, fueron diecisiete días en el agua. Contestó el propietario de la casona de comienzos del siglo pasado.

Con unos mocasines náuticos que reemplazaron a las pantuflas, un cinturón de cuero, reloj y unos anteojos oscuros para ocultar sus ojos claros, Bustos salió de la casona. Pidió a la empleada que tenga cuidado con algún periodista que pudiera arribar en lo que restaba de la media mañana del domingo y de la jornada.

En la Ford Ranger, Ramírez y Toledo le hicieron un lugar atrás donde había unos chalecos antibalas, balizas azules (de la sirena) y una escopeta Itaka.

Se disculparon por el desorden del vehículo policial, y en caravana con los tres patrulleros por delante, enfilaron hacia la morgue del hospital de Berizo.

Durante el viaje que duró 26 minutos a un promedio de 90 a 110 kilómetros por hora, ambos policías hablaron de trivialidades. Del partido de Boca y San Lorenzo que se disputaría esa noche en Mar del Plata, era uno de los tantos torneos veraniegos que daban los grandes equipos porteños en los centros turísticos relevantes del país.

Bustos miraba el paisaje a través de los cristales y pensaba, se lo notaba ido, ausente, no pronunciaba palabra. Solamente contestó cuando Toledo le preguntó si le molestaba el humo del cigarrillo.

El ingeniero acostumbrado a echarse humo por la boca con cigarros de calidad, sí le molestaba el tabaco común, sin embargo y en un ejercicio de convivencia dentro de la camioneta policíaca, dijo que no le incomodaba. A lo que el Teniente Toledo encendió un Marlboro tras invitarlo a su par y superior que conducía, Ramírez, dijo que tenía de los suyos y siguió ensayando en voz alta posibles formaciones del club Boca Juniors para esa noche en la ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires.

Bustos pensaba en el avanzado estado de putrefacción en que encontraría el cuerpo de su esposa con quien compartió quince años de su vida, sin hijos por decisión de la pareja, llevaron un vida holgada al ser de la clase alta bonaerense con estirpe ganadera.

Pero no se explicaba cómo se le venían a la mente, al recuerdo, muchas cosas inconexas.

Los viajes a Brasil, Río de Janeiro, San Salvador de Bahía; cuando la conoció a María, en aquella exposición rural en Carmen de Patagones a mediados del otoño de 1992, París y esa llovizna que los acompañó durante casi los once días que estuvieron en la capital francesa.

El coliseo de Roma, el Vaticano, las escapadas de los fines de semana a la Capital Federal, cenas en Puerto Madero y una pasada por el casino flotante.

Las tortas que María preparaba cuando había lluvia o cuando el se iba hasta la estancia en Remedios de Escalada y a su regreso se encontraba con la repostería.

- Cómo es el procedimiento para el reconocimiento, soltó en medio de esos pensamientos vagos, torpes y confusos.

- Es personal señor Bustos, debe entrar a la morgue y ver el rostro de su esposa, respondió Ramírez sin poder terminar de parar los once de Boca imaginariamente en la cancha.

- Sabemos que en la parte facial informan que no sufrió muchos golpes o deterioro en la cara, por eso los de la Prefectura la reconocieron; agregó, mirándolo a su interlocutor por el espejo retrovisor.

Bustos atinó a contestar con sus ojos bien ocultos tras los cristales oscuros de las gafas para sol, afuera el calor presagiaba un típico día estival. No sabía si contestar o seguir indagando, temía las contestaciones por parte de los oficiales, sin embargó repreguntó.

- ¿Pero cómo es Inspector?, tengo que entrar al mismo lugar donde está el cuerpo o se lo ve desde otro lugar, desde un vidrio o algo así…ensayó una posibilidad.

Ramírez quiso reírse pero se contuvo, “no ingeniero, tiene que hacer el reconocimiento en forma personal. El médico forense lo acompañará y le explicará además cómo falleció su esposa y además…iba a seguir y se frenó.

Unos breves segundos de silencio con las miradas de Toledo que ya había terminado su cigarrillo y Bustos con signo de interrogación en la cara, inquiría silenciosamente al policía para que completara lo que estaba pensando.

“Disculpe…pero le comento que en los casos de muerte por inmersión y sobre todo cuando el cuerpo pasó muchos días en el agua, el olor es muy fuerte así que seguramente se pondrá algún barbijo que le darán los forenses, el cuerpo humano destila –al ser sacado del agua- una serie de líquidos orgánicos que no lo hace cuando está sumergido y eso actúa como una especie de conservante”, explicó casi con detalle clínico.

***

Bustos no se equivocó con lo que imaginó durante el viaje y la morgue era bien lúgubre. Durante el trayecto de su casa al centro asistencial de Berizo que comparte predio con el depósito judicial de cadáveres, también pensó cómo sería ese lugar ya que nunca había estado en un sitio similar. Sólo las películas lo remontaban a sitios así, justamente los filmes policiales o de suspenso que lo solían mantener despierto hasta bien entrada la madrugada, junto a los brazos y los poderosos muslos de María Reina.

Como si fuera un niño, Ramírez y Toledo, lo dejaron en la sala de espera. Solo había médicos y todos llevaban guardapolvos muy pulcros, absolutamente blancos.

Los oficiales hablaron con el recepcionista que lo puso al teléfono a Ramírez y habló con alguien por unos tres minutos, seguramente una línea interna, para dirigirse después al ingeniero.

“Señor Bustos, nosotros nos vamos a terminar unas cosas a la cuarenta y siete y volvemos, tendrá que esperar porque la autopsia aún no termina, están trabajando en eso. Me dijeron –afirmó- que demorarán al menos cuarenta cinco minutos, una hora más”.

Y agregó como para quitar dramatismo: “Necesita algo, quiere que avisemos a algún familiar – Toledo a unos cinco metros revolvía sus bolsillos en busca de un encendedor- usted necesita algo más”, dijo el Inspector.

El ingeniero a todo contestó sin ademanes, autómata que no. Sí, preguntó sobre los hermanos de la difunta, si la policía los había puesto al tanto, Bustos hablaba en forma torpe, acompasada, sin ganas.

Ramírez contestó que no habían dado aviso a nadie más que a el pero que seguramente la información ya había trascendido en los medios periodísticos de Buenos Aires, porque el caso tuvo alguna repercusión mediática –no mucha- cuando se denunció la desaparición de María el tres de enero último.

“Algo me dijo el pibe de la recepción –contó el Inspector y señaló con la mirada al muchacho que garabateaba planillas- que vio en el portal de Clarín. Bueno, nos vamos ingeniero y regresamos cuando terminamos en la cuarenta y siete, dejamos a un cabo y un sargento por si necesita algo, están para atenderlo y sobre todo por si aparece algún periodista”, Ramírez estrechó la mano derecha y junto a su subordinado abandonaron el lugar.

Tras la puerta principal se acomodaron los uniformados a los que aludió el oficial a cargo del caso, se los veía aburridos y entregados a lo que sería una eterna guardia.

Bustos sacó con la mano izquierda su celular del bolsillo del jeans, lo encendió y llamó.

- Estoy en la morgue, me dicen que debo esperar como una hora más. Vos cómo estás, todo bien….

- El asador Olivera del otro lado respondió: che, no sé si debes llamarme. Te dije si querías que te acompañe, en la tele ya dijeron que encontraron el cuerpo y que la policía lo identificó. Hablan que una de las hipótesis es el suicidio pero no dan muchos detalles.

Bustos preguntó exactamente en qué canal salió la información y se detuvo en un par de hilachas que tenían los mocasines náuticos, el del pie izquierdo.

***

Era jueves, cuatro días después del hallazgo y posterior autopsia al cuerpo de María Reina Guzmán y el Inspector Jorge Ramírez no le quitaba los ojos de encima al papel que reposaba sobre el tablero de la Ford Ranger, el sol era una braza a las dos y media de la tarde, desde unos 120 metros se divisaba el portón de verjas herrumbradas y forradas en una enredadera de aspecto tenebroso.

Encendió la baliza azul pero sin sirena, atrás lo seguían a prudente distancia seis vehículos, cinco patrullas y el Fiat Palio del Teniente Toledo a quien lo sacaron del mediodía familiar cuando estaba por engullir unos seductores tallarines con abundante queso rayado como a el le gustaba.

Frente al portón Ramírez se detuvo, bajó, se acomodó la pistola 45 en la cintura y tocó el portero eléctrico, del otro lado como si estuvieran esperando respondieron preguntando quién era.

El Inspector se identifico y las verjas oxidadas con enredaderas se abrieron como si fueran mágicas, al oficial lo siguió la caravana completa que también traía las balizas azules encendidas pero sin sirena.

Por un instante el morbo lo asaltó y pensó como habrá sido la fiesta aquél 31 de diciembre antes de que María Reina Guzmán desapareciera tras quebrarse en mil pedazos contra las rocas, bajo la pendiente que estaba a cuatrocientos metros del ventanal de la habitación conyugal.

Los forenses en su extenso reporte –veinticuatro páginas- advirtieron que fue penetrada vaginal y analmente, por dos personas y reiteradas veces, pero que no fue una violación, fue consentido porque no se encontraron rastros de violencia. Todos los golpes fueron producto del choque con las piedras abrazadas por las aguas del Río de la Plata. Ramírez pensaba mientras veía la casona y tras el vidrio de la puerta principal a la mucama, cuántas veces la doméstica habrá escuchado los quejidos de placer de la señora, si se habrá excitado esa mucama siendo testigo auditiva y porque no ocular, de las orgías Bustos – Guzmán.

Pero el ingeniero estaba enamorado de su asador desde hacía diez años, las contradicciones de Jorge Olivera lo llevaron a confesar el amor prohibido y oculto ante la sociedad ganadera de Berizo, y contar a los investigadores cuando lo convocaron en calidad de testigo que los tres eran casi una pareja normal. Excepto por eso, que eran tres.

Dijo que aquel 31 de enero minutos antes de las doce estaban al borde del precipicio donde terminaba el extenso parque jardín de la casona y María le hacía una fellatio a su esposo mientras el con devoción lamía el ano de la señora.

Habían cenado temprano para recibir el año nuevo y esa vez, como muchas otras especiales, Olivera no cocinó.

Luisa, fue la encargada de acomodar el lechón al horno que encargaron con anticipación a esa velada que sin saber nadie, sería la última para María Reina.

Dijo que tras el acto sexual en el cual los dos hombres penetraron y eyacularon en las profundidades de la actual difunta, ella empezó a bromear con un salto desde el peñasco.

Producto de la mala idea de mixturar champagne y cocaína, María les dijo a los dos que podía volar y aún con el pijama de lycra puesto y bien transpirada por el calor y el deseo sexual consumado, se echo al vacío.

Tras rebotar en las rocas su cuerpo quedó boca arriba y Bustos con Jorge bajaron y se aseguraron que lo que quedaba de María, se lo devorara el inmenso Río de la Plata que ese año nuevo está quietísimo.

Regresaron a la casona y el tres de enero decidieron que había pasado bastante tiempo para denunciar la desaparición de la señora María Reina Guzmán.

Cuando le abrió la puerta la mucama Luisa, el Inspector hizo una pregunta retórica, si se encontraba el ingeniero en casa. Estaba sentado leyendo el diario en el living, al escuchar el arribo del oficial salió a su encuentro en una calcada imagen a la de aquel diecisiete de enero cuando el mismo oficial vino a darle la terrible noticia que para Bustos no era noticia.

Ahora Ramírez exhibía una papeleta y lanzó la frase que era parte de su trabajo: “Tengo una orden de detención por la falsa denuncia de la desaparición de su esposa María Reina Guzmán, es posible que la causa cambie a posible homicidio”.

El dueño de casa sin responder y con cara en forma de signo de interrogación pensó la frase que le dijo Jorge Olivera aquella noche del uno de enero antes de dormirse junto a el, mientras miraban por el ventanal el precipicio donde concluía el parque jardín. “Besame y olvidate de vivir”.-

FIN

lunes, 20 de septiembre de 2010

Un burrero verborrágico

¿Se puede hablar ininterrumpidamente por tres horas a bordo de un micro y no dejar dormir al pasaje? Sí, Carlos, un burrero empedernido explicó sin querer apoyado en su verba inflamada, lo que es el negocio de las carreras cuadreras en la región.

Junto a su esposa “la gringa” y un cuidador de caballos, “pitu”, el extravagante corredor subió al ómnibus a la salida de Goya con tanta mala suerte para los demás pasajeros que su destino final, fue la capital provincial.

En la Terminal de Corrientes hizo combinación a Posadas (Misiones), allí lo aguardaba una “gran carrera” prevista para el mediodía del domingo, el regordete apostador en su afán de comunicarse se explayó sobre detalles de cómo “buscar la suerte”.

Según Carlos, el azar puede ser armado a imagen y semejanza de cada uno, en el caso de los caballos y las carreras, el secreto radica “en el ojo que uno le pone a la yegua o al potrillo”.

Así, según el avezado ludópata de los equinos, “uno hace su suerte” y se alza con varios miles de pesos por carrera.

Además y mientras escanciaba cerveza en lata dentro del micro, en su monólogo que lo tenía como interlocutor al joven “pitu”, contó también que su verdadero trabajo está en el sur. El mar, se embarca tres meses al año: “Porque yo ya no estoy más para irme por seis meses y ahora tengo que ver cómo hacer porque me están llamando de la empresa, quieren que vaya para octubre, pero el 20 tenemos la gran carrera en Vera (Santa Fe)”.

Carlos, como hacedor de la suerte, ya tiene su plan para diferir su incorporación en el navío para el próximo mes, inventará alguna enfermedad, presentará un certificado médico, previo pago efectivo al facultativo, y finalmente se incorporará a la tripulación recién en diciembre, antes de las fiestas de fin de año.

De clase media baja vive en un barrio goyano donde varias veces terminó en la comisaría jurisdiccional, pero jura que “nunca yo hice nada” y afirma contundente que “el apellido de ella pesa. Pesa mucho más que el mío”, en silencio y a penas agregando algún que otro bocadillo, “pitu” que habla con setas, a todo dice que sí y debe ser no tanto por coincidir sino porque abriga una vana esperanza de que su amigo se calle por un rato.

La gracia de “la gringa” a Carlos más de una vez lo salvo de las garras de la justicia y de la fuerza pública, “el fiscal es el primo”, dice sin develar identidad del funcionario judicial. En ello radica “el peso” del apellido de su mujer que increíblemente duerme a su lado mientras Carlos no para de hablar y beber.

“Paturuzú”, “La caída”, “El responso” y una serie de extravagantes nombres de caballos se me pierden en la mente, cuando el micro empieza a maniobrar para ingresar a la Terminal de Corrientes, ruido a latas vacías dentro de una bolsa de supermercado se escuchan bajo el asiento que ocupe y el de “pitu”, mi compañero de habitáculo.

A un costado, Carlos, gira su denso cuerpo y despierta a “la gringa”. Nadie sin poder dormir gracias al verborrágico burrero busca la salida del ómnibus.

Yo pienso en eso de “hacer la suerte”. Porque tras la carrera que ganó en Goya este sábado por la tarde, también se coronó campeón de un torneo de truco, una jornada completa para el apasionado de la timba sobre cuatro patas.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Años

Allá lejos lo veo, a Toti con su caballo, ensillándolo en ese gran fondo de la casa de mi tío en Makalle (Chaco), esa sonrisa a flor de cara que tenía, la prolijidad castrense del bigote.

Nos veía y lo primero que hacía era soltar esa risita trémula y salía a nuestro encuentro, solían ser los sábados y los domingos en que íbamos a ese diminuto pueblo que para mí era una aventura, sabía, estaba seguro que nada podía pasarme en ese lugar rodeado por ellos. Papá, Mamá y los tíos.

El micro La Estrella que tomábamos en la vieja estación Terminal de Resistencia donde hoy se mantienen sus vetustos galpones cobijando vendedores de todo, nos depositaba frente a la antigua iglesia makallense de San Antonio de Padua, en su atrio fueron bautizados todos mis tíos, también Papá y cada uno de ellos en idéntica forma recibieron el correspondiente último responso antes de marchar al cementerio local.

De ahí caminábamos unas cinco, seis cuadras (ya no recuerdo bien), y llegábamos a lo de Don Romero, Toti. Habré tenido diez, once, ocho, nueve años, cuando repetíamos esa rutina al menos dos veces al mes. Sin saberlo era lo que muchos años después comprendí que eran los tiempos felices, algo que vivimos los mortales sin darnos cuenta en el momento que pasa.

Ahora esas fotos cada vez se me hacen más borrosas, serán los años, sin embargo no olvido el pánico que le tenía al caballo de Toti y en la soledad de la siesta le arrojaba algún que otro cascote, para ver qué onda, cómo reaccionaba el ‘pingo’.

Pero dicen que no hay prenda que no se parezca al dueño, el equino tenía la cadencia de su amo, de Toti, una calma mansa, así de redundante.

Los veo, a Toti y Papá tomándose un vino con abundante soda, sendos cubos de hielo flotando en esa marea de burbujas color tinto. La mesa larga con mis primos, mis otros tíos y tías.

La tía Nena, mi madrina, con su palidez y flacura producto de un cáncer que asomaba pero que nadie sabía, ni siquiera los médicos, su imposibilidad de tener hijos me puso a mí en ese lugar y gracias a eso cada vez que me veía era como si viera su otra mitad. Me llenaba de regalos y de apretujones, abrazos infinitos que a lo largo del día y de los ratos se repetían.

Como me quería esa tía, hablaba sin parar con Mamá mientras avanzaban con algunos pastelitos en la cocina y yo me ensuciaba en el fondo de la casa, me adentraba en los tacuarales que hacían de muro perimetral en la casa de Toti.

El domingo arrancaba temprano con el ritual del asado, Toti buscando viruta por cada rincón del fondo, ese patio trasero que era como un universo para mí. Lo sigo con la mirada: alpargatas, pantalón pampero abombillado y una faja que lo cuidaba de la hernia que nunca quiso sacársela.

Camisa por lo general celeste, pero también blanca, arremangada hasta los codos. Ahí están los dos, Toti y Papá, Papá como mero observador del encendido de las leñas.

Nunca dejaban de hablar, de remontarse a esa prehistoria que fueron los años de juventud, de vida castrense, Toti como comisario de Makalle, Papá como polis en Corrientes, de gente que se murió hace mucho, de los hijos, de los nietos, de la política, de la economía y de alguna que otra mujer que les robó un amor, pero esa parte yo nunca podía escucharla bien porque bajan bastante la voz.

Polaroid que ahora los años me traen a la mente, algo bueno tiene la nostalgia que es recordar las cosas, personas, en forma agridulce. Qué lejos quedo todo eso, qué grande me hice, nos hicimos, cuánta muerte devoradora de personas pero no de momentos.

Hace tiempo que no voy a Makalle, alguna que otra vez veo su acceso desde la ruta 16 y nuevamente recuerdo que Papá tampoco en sus últimos años quería ir, nunca lo entendí, pero después con las décadas pasadas intuí que se debía justamente a la escasez de parientes vivos.

Imagino que él al igual que yo ahora, padecía esa melancolía de ir a un lugar que lo vio crecer rodeado de afectos, olores, colores, alegrías y tristezas; creo que no quería encontrarse con ese umbral al pasado.

A veces en determinadas circunstancias esos umbrales en lugar de abrirse al paso, atrapan, como enredaderas, te quedas atado a sus tentáculos por doquier.

Hasta que pasa el momento y la cabeza vuelve a la cotidianeidad, esos momentos son estos, los años, los malditos años, cuando los cumplís cada 365 días.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

En menos de una semana dos muertes atraviesan al Estado provincial

Una nena de tres años fallecida el pasado lunes en el Hospital Pediátrico, sin saber aún las causas del deceso en medio de acusaciones por parte de los padres, sobre mala atención y desidia en el centro asistencial. El hecho se sumó al homicidio del adolescente Ezequiel Riquelme en el Barrio Pio X a manos de policías el martes de la semana pasada.

Ambas imágenes se parecían, calcadas, padres y madres llorando ante las cámaras de televisión. Compungidos, las caras desencajadas y sin encontrar explicaciones por parte de los responsables y un denominador común, en ambos casos, la pobreza envuelve a los protagonistas.

Una niña de tres años murió el pasado lunes en el Hospital Pediátrico Juan Pablo II sin saberse hasta el momento los motivos, pero sus familiares, una tía que llevó a la nena muy mal al centro asistencial contó que la tuvieron toda la mañana de un lado otro.

Varios médicos la habían visto “de paso” a la pequeña pero nadie hacía los estudios que debían hacerse para saber fehacientemente qué es lo que tenía, entrada la tarde, Agustina murió y recién el martes, mediodía después, las autoridades sanitarias ensayaron explicaciones ante los medios de comunicación.

Como si fuera una muletilla el propio titular del Hospital para niños, Alberto Braverman, dijo que por motus propio, todo se había enviado a la justicia y que la justicia será la que se expida.

Mientras tanto se desconoce y así lo reconoció el médico, las causas que produjeron la muerte de la niña, más allá de haber estado alrededor de diez horas en el centro asistencial y ser vista por varios doctores.

Sin embargo, el funcionario defendió el procedimiento y aseguró que los facultativos obraron bien, como se debe y como mandan las rutinas médicas a la hora del ingreso de pacientes.

Los padres y familiares directos de Agustina no coinciden, contaron que fueron mal atendidos cuando llegaron al nosocomio y que hubo demoras en la atención, mal trato de los médicos y desidia porque nadie se hacía cargo de la pequeña que a su vez, tiene un hermano de un mes de vida también internado en el mismo lugar.

Las autoridades, sí aclararon que meningitis no es lo que tuvo Agustina y que su pequeño hermano tampoco padece esa enfermedad, es atendido por una neumonía y que a pesar de no saber qué fue lo que le quitó la vida a la niña, sí están seguros que meningitis no fue.

El hecho posee como denominador común la pobreza que envuelve a sus protagonistas que acuden a los servicios públicos del Estado, a menos de una semana de que la policía provincial (servicio de seguridad), haya asesinado de un disparo en el cuello al adolescente Ezequiel Riquelme en un procedimiento para detener a supuestos jóvenes arrebatadores.

Allí también las explicaciones del área fueron enclenques y al igual que el caso de Agustina, los funcionarios prometieron como palabra divina, que todo quedó en manos de la justicia, que es cuestión de tiempo para saber qué es lo que pasó y que lo ocurrido es una excepción a la regla del funcionamiento estatal.

Días después la realidad y antes que la justicia, expresó que no son cosas aisladas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Reciclan policías retirados como nuevo método para mejorar la seguridad

El Gobernador Ricardo Colombi firmó un decreto para autorizar la contratación de 300 policías jubilados, ahora serán recontratados por el Estado para vigilar “puestos fijos” y de esa manera, liberar a policías en actividad para que se dediquen a tareas de calle. El anuncio se hizo a dos días del brutal asesinato de un menor de 14 años a manos de efectivos provinciales durante un procedimiento en el Barrio Pio X.

Con el Decreto Nº 2693 el Gobernador Ricardo Colombi tomó una medida más que particular, recontratar a policías jubilados para que vuelvan a trabajar, la idea es que los que estaban en sus casas disfrutando del retiro, se encarguen de “vigilar puestos fijos”.

El trabajo de estos uniformados que volverán a utilizar el término de manera literal, consistirá en la custodia de viviendas oficiales donde habitan funcionarios provinciales, edificios públicos y de esa manera usar a policías en actividad para tareas de calle o procedimientos.

Los jubilados que regresan al ruedo podrán ser contratados por un año con la posibilidad de renovárseles por idéntico periodo, una nueva contratación, el acto formal de presentación fue esta mañana en casa de gobierno y a dos días del brutal asesinato de Ezequiel Riquelme, adolescente de 14 años muerto de un disparo en el cuello tras entregarse a un grupo de efectivos que lo perseguía en el Barrio Pio X.

Es muy claro entonces el mensaje que envía a la sociedad correntina la actual administración, hechos como el del chico Riquelme son “errores” como lo calificó el ministro de Gobierno y Justicia, Gustavo Valdés, después agregó la esotérica frase: “A las armas las carga el diablo” y no se entendió bien si los endemoniados eran los policías o qué cosa.

Por el hecho hay un solo efectivo que dicen está arrestado, su identidad y rango exacto aún no trascendió. En tanto que ayer (miércoles) declaró el vecino donde se escondió Ezequiel cuando corría del grupo de policías, el testimonio del hombre fue lapidario: “El levanto las manos, se entregó y ahí le dispararon”, dijo.

Sin embargo, esta mañana durante la presentación del reciclado de uniformados, Valdés no hizo referencia al episodio “trágico” como también lo calificó, sí se esmeró en enumerar una larga serie de medidas que tomará el actual gobierno; más armas, más móviles, más personal y olvidó quizás agregar, más crucifijos, por eso de que “a las armas las carga el diablo”.

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Sólo los hechos: el martes 07 de septiembre por la tarde policías dependientes de la comisaría tercera fueron alertados por una mujer a quien dos arrebatadores le quitaron una cadenita de oro, los uniformados iniciaron una persecución que los dejó en pleno Barrio Pio X, allí se cruzaron con dos jovencitos que hasta ahora no se sabe si eran los ladrones de la bijouterie de la señora, uno de los chicos empezó a correr y se refugió en la casa de un vecino pero ya estaba rodeado y al salir para entregarse fue cuando se escuchó la detonación de una escopeta calibre 12.70 (de gran poder de fuego).

Si bien la munición era de goma –no de plomo- el disparo fue a tan corta distancia que destruyó todas las arterias principales del cuello de Ezequiel que ese mismo día a las 23, dejó de existir en el Hospital Pediátrico Juan Pablo II.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Ayuí: la suerte está echada

A la chica le costaba hablar en público pero salió adelante con la hoja manuscrita inquieta por los temblores del nerviosismo, la adolescente se fue en loas al gran proyecto faraónico, salvador y hasta redentor de la Represa Ayuí Grande, ella como estudiante del último año del nivel secundario se esperanzaba en que ésa mega construcción que inundará 18 mil hectáreas con agua del Arroyo Ayuí, en el umbral de los Esteros del Iberá, los quitará del letargo al cual parece que los meredeños por alguna conjunción diabólica fueron condenados.

Dijo que ella iría a Corrientes y estudiaría veterinaria y que al cabo de los cinco o seis años que podrían demandarle convertirse en profesional, volvería a su terruño con diploma bajo el brazo y que las empresas (Copra y Pilagá) la cobijarían fraternalmente al ser una hija de Mercedes que soportó el destierro para instruirse y que eso era una forma de burlar el destierro al que son condenados centenares de miles de mercedeños por no haber trabajo genuino en la tierra que dio dos gobernadores consecutivos a la provincia.

Pero la política no es trabajo, es un sacerdocio. En aquella audiencia pública hecha en la Bolsa de Comercio de Mercedes, el cinco de diciembre pasado, donde asistieron en bloque sectores que están a favor del emprendimiento económico más grande del país, por su concentración geográfica y empresarial (sólo dos firmas la regentean), quedó expuesta la metodología de los grandes pulpos económicos que no difiere mucho al de sus pares ambientalistas.

Para ese día había un modesto operativo de seguridad de la policía provincial, estaba prevista la irrupción de los “talibanes” ambientalistas en la reunión, pero nada paso, incluso las autoridades del Instituto Correntino del Agua y el Ambiente (ICAA) organizadores de la audiencia, temían disturbios que produjeran la nulidad de la reunión estipulada por ley a través de un decreto provincial que exige exposiciones públicas a favor y en contra de emprendimientos que involucren recursos naturales de la provincia.

Sin embargo los ambientalistas fueron los menos, sus voces en contra no se escucharon salvo alguna que otra exposición reducida a minoría ante las avasallantes posiciones a favor de las zafras arroceras.

Ayuí Grande prevé incrementar sideralmente la producción de arroz en la provincia, promete 120 mil toneladas anuales que en un 90 % irá al mercado exterior y a Brasil, el gran consumidor del producto. Además, con la poca tierra que no será inundada por el dique en el arroyo homónimo al emprendimiento, las firmas criarán ganado, justamente las dos empresas aglutinan a las más encumbradas estancias ganaderas mercedeñas que empezaron a incursionar en el negocio del arroz.

Recuerdo, aquella vez de nuevo, la audiencia pública donde los pobladores de parajes cercanos al lugar físico del proyecto, fueron llevados especialmente a Mercedes para exponer su beneplácito y gran esperanza en un futuro mejor por parte del emprendimiento.

Un hombre con piel curtida por décadas de trabajo campestre, con atuendo rural, azuzado vaya a saber porqué promesa o presión, balbuceó algunas frases ante el auditorio, carcomido por el miedo de hablar en público contó las penurias que vivió toda su existencia por no tener trabajo formal, la partida de sus hijos de la tierra que los vio nacer y la desidia que hay en los parajes campesinos.

Cosas que llegarán a su fin una vez que el arroz vea la luz, ésa es la idea de los empresarios regada con mucha propaganda en medios, funcionarios, políticos, profesionales y pobladores que a veces por ingenuidad y otras por intereses, creen que el centro provincial se convertirá en una especie de Disneylandia.

Ahora, ocho meses después de aquella audiencia pública donde todo salió prolijo y quedó claro que la inundación de 18 mil hectáreas de campos vírgenes no le hace mal a nadie y que habrá trabajo para todos –quizás hasta para los que no lo quieran-, el tema saltó al tapete nacional producto de la guerra santa del gobierno federal con el Multimedios Clarín.

José Aranda, actual Vicepresidente del holding periodístico, es el titular del Proyecto Ayuí Grande, en sociedad con el magnate húngaro George Soros.

Pero como siempre pasa en las cruzadas a las que nos tiene acostumbrado el kirchnerismo, uno de los protagonistas, en este caso los interesados en el proyecto ya cruzaron el rubicón.

La suerte está echada.-