miércoles, 24 de noviembre de 2010

El milagro de andar viviendo *

Tengo que agradecer como yo soy. En principio hay que contar el hecho.

El miércoles 10 de noviembre a la mañana ingresé al Hospital Vidal para nebulizarme con un cuadro de neumonía, la tercera que cursaba en mis 47 años.

Quiero contar la fragilidad, quiero contar y mitigarlo. Yo soy un hombre de la cultura y recuerdo siempre la primera página de Memorias de Adriano de Margarite Youcenar, cuando el hombre más poderoso de su época, el Emperador Adriano depende de su médico para cuidarlo de una hidropesía que lo aquejaba.

Yo no soy el hombre más poderoso de mi tiempo, soy una persona común y alguien que sigue intentando búsquedas. Los días que siguieron me internaron en la terapia intensiva con un cuadro grave que ponía en peligro mi vida. Las cosas son difíciles en su complejidad pero simples en su esencia, como la vida, como el dolor, como la muerte.

Estuve sedado siete días, inconsciente. Eso es un límite. Una delgada línea entre seguir y terminar. Entre seguir jugando con mis hijas Ana, Clara y Joaquina o no verlas más. Entre seguir compartiendo la mesa familiar con Guillermina, mi madre y Moni, mi hermana. O no. Entre seguir sonriendo y no hacerlo nunca más.

Finalmente desperté. Y la primera visita fue el Padre Martín, con el que me confesé allí por primera vez en mi vida. Luego recé en silencio. Después me puse muy nervioso, tal vez por la consciencia del peligro y por el miedo. Ésta es una parte de la historia, la otra tiene que ver con el sistema de salud, responsabilidad ineludible del Estado.

Mucho se habla sobre este tema y sobre posibles errores o fallas humanas pero es justo decir, que el nivel de todo el personal del hospital es de una alta calidad profesional, moral y humana. Las personas son tratadas como personas, los rigores en la atención y en la información a mi familia fueron de una alta calidad y honestidad.

Por todo eso, la única palabra posible es gratitud, es decirle a cada uno de los que se ocuparon de mí y mi familia, GRACIAS.

Y a todos mis amigos, Gracias.

Y a Dios, Gracias.

Como dice Hamlet Lima Quintana:

Por eso la palabra

debe ser pronunciada

como una ceremonia

con aire de campanas,

una fiesta del alma,

farol del pensamiento,

porque fue generada

por el mejor silencio.

Eso nomás. Dictado a mi compañera Gabriela el domingo 21 de Noviembre de 2010 en la Sala de Internación Clínica II. Hospital Juan Ramón Vidal.

* Carlos Lezcano, internado durante varios días en el Hospital Vidal.

Un amigo que por suerte puede seguir andando.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Un alivio de luto que llevará tiempo

Su rostro parecía lejano. Casi oculto en la tristeza y el abatimiento. La delgadez guardada en un trench negro –tapado elegante- marcaba bien el luto de viuda. Cristina Fernández de Kircher subió al escenario del Parque Jorge Zambrano a las 22.20 del martes. Hacía muchas horas que miles de correntinos la esperaban en el espacio verde de grandes proporciones sobre el acceso a la ciudad que cumplió 200 años de existencia.

Con las manos sobre el pecho y pequeñas inclinaciones del torso hacia el público. La Jefa de Estado parecía agradecer la eufórica bienvenida. Matizada con bombos, aplausos y banderas argentinas de todos los tamaños flameando a rabiar.

La imagen de la Presidente transmitió eso. Una mujer que aún está en pleno pesar. Cansada en lo físico y espiritual. Quizás un cóctel que mixtura ambas cosas. El inmenso dolor ante la pérdida irreparable provocada por la muerte. Y la abultada agenda oficial. Las intrigas palaciegas y la inagotable demanda que significa administrar la Argentina. Un país que por naturaleza es conflicto. Desde el comienzo de su historia como bien lo señalaó en su discurso la Presidente.

La lejanía y soledad que provoca el poder. También por su naturaleza. Pareciera ser que en los gestos de la mandataria quedaron expuestos tras la muerte de su esposo. Al menos así se la vio el martes a la noche en Curuzú.

Sin embargo, casi al final de su discurso, la oratoria presidencial tomó un vuelo más intenso en palabras y definiciones. Como para mostrar que a pesar de esa ausencia irremplazable, se puede seguir viviendo. Y por sobre todo. Seguir gobernando a más de un año antes de terminar su mandato. Continuar construyendo poder y batallando a opositores y adversarios. Que no es un imposible. Que de la desazón también se pueden sacar fuerzas y expandirse más.

Cuentan testigos que la vieron partir del escenario curuzucuateño que se fue mucho más distendida. Más en paz. Como si la algarabía de la gente hubiese hecho las veces de placebo. Pero está claro. El alivio de luto presidencial. Aún está muy lejos.

* La Presidente estuvo el martes 16 de noviembre en Curuzú Cuatiá. Con su presencia cerró los festejos por el Bicentenario de la ciudad ubicada al sur de la provincia de Corrientes.-