miércoles, 28 de noviembre de 2012

Migas del Rock




Pensaba al salir del anfiteatro Cocomarola en Canción para mi muerte. Recordaba que en mi adolescencia cuando aún quedaban vestigios de ingenuidad sobre lo que empezaría a ser una gran montaña de escombros hechos a base de excesos, que esa canción estaba dirigida a un amor fraguado o de los que se suelen llevar la etiqueta de imposibles. Pero no. Claramente el título refiere hacia donde va. Hacia esa palabra en femenino del singular. La muerte.

Creo que gran parte de los chicos que poblaron las diez mil localidades del predio en las Mil Viviendas el pasado sábado 24 de noviembre, cavilaban seguramente lo mismo que yo. O incluso, la mayoría, no tengan la más pálida idea de la etimología del tema escrito por Charly García en 1972. Pensando seguramente en cómo se iría de este mundo y viendo a su alrededor cómo se iban otros.

Pero así son las migas del rock. Cuarenta años después Charly García, muerto varias veces sigue siendo eso, rock. Confieso que el sábado fui con el pensamiento invertido al Cocomarola. Intuía que sería Fito Páez quien pondría fútbol y la garra estaría a cargo de Charly. Gran error basado en el prejuzgamiento. Al revés, el rosarino sólo intentó despegar con El amor después del amor y al final con A rodar la vida.
Fueron los únicos dos momentos en que Fito buscó llegar al área chica pero terminó tirándola a la tribuna teniendo el arquero vencido.
Claro, el sonido malísimo fue de gran ayuda para que su show basado solamente en las canciones del gran disco de 1992, lo convierta en un mero telonero del plato fuerte, la pelea de fondo que se venía.

Gratamente me alegré después de haberme equivocado y prejuzgado, ese vicio que tenemos los humanos, Charly desde aquel aguacero en noviembre de 2009 en Velez que lo vi, está mucho mejor y en busca de sus migas que le vuelvan a dar un atisbo de lo que fue. La diferencia en el sonido con Fito fue abismal, la solvencia de la banda de say no more también. Una maquina perfecta, imparable.

Para mis años las cuatro horas de show son como excesivas pero valió la pena. Esa versión de Ciudad de pobres corazones que tanto me lleva a mi adolescencia hecha entre Fito y Charly, fue como que se te caiga una viga sobre la cabeza. Aplastante.
Y los veía a los dos y pensaba en esos años. En aquel Brillante sobre mic en el Cosquín Rock 2004 casi al amanecer y yo lagrimeando viendo las sierras de peperina.
Esos Demoliendo hoteles de tantas noches salvajes cuando el vino venía en tetra brick, puro y sin hielo. En los Dinosaurios con olor a dulce que me hacía volar.

Y faltaba el tiro de gracia. Canción para mi muerte y entonces entendí tristemente que no hay sucesores en el rock argentino. Que las décadas creativas fueron los ’60  y ’70 y que los ’80 fueron de los que tomaron ese legado: Sumo, Soda, Virus, Miguel Mateos y paremos de contar.
Dirán que son enumeraciones subjetivas de un casi cuarentón melancólico y quizás estén en lo cierto. Pero el sábado pasado vi algo de esas migas y restos que quedan del rock.   

jueves, 22 de noviembre de 2012

Diarios


Hay veces, muy pero muy pocas veces que los diarios te  sorprenden. A los jornalistas claro está, somos como los médicos que no se asustan con la sangre o con la muerte. 
Conviven con ambas. Hasta duermen, desayunan, almuerzan, meriendan y cenan con las dos.
Construimos las noticias con alma y manos de alfarero, sabemos cómo es escribir bien o mal de Dios. Lo mismo del satanás de turno apoltronado en el poder. Y con respecto al mentado tema de la Justicia y su posible intervención, en este espacio parafraseé a Borges con el viejo chiste: Que la misma –la Justicia-  es como el peine por el que se pelean dos pelados.

O para ser más directo: una riña de facinerosos en busca del arma de destrucción masiva para exterminar a su adversario.

Ahh…las tapas de hoy jueves 22 de noviembre. El azar suele juntar las coincidencias o el libretista no modificó los papeles antes del reparto.

viernes, 9 de noviembre de 2012

El muerto y el degollado


Tras un acto oficial en una de las tantas ruedas de prensa improvisadas y desprolijas del gobernador Ricardo Colombi, protegido por su escudo de movileros radiales preferidos, se coló la pregunta. Esto ocurrió hace casi dos meses atrás y obviamente no trascendió a los grandes medios de la capital provincial

Gobernador. Qué piensa de lo que dice el justicialismo que usted maneja la Justicia provincial. Preguntó un osado cronista que se destacaba entre la madeja de pares que pugnaban para hacer las preguntas de rigor, es decir, para acomodar el pase y que el mandatario sólo la empuje y convierta.

El muerto se asusta del degollado

Respondió lacónico el jefe de Estado provincial.
Confesión de parte relevamiento de pruebas. 

jueves, 1 de noviembre de 2012

La pastilla del diputado


Algunas sesiones legislativas en el parlamento nativo prometen como las veladas del Box, hasta que los púgiles aburren cuando va el octavo asalto y continúan estudiándose llenando de firuletes la lona del ring.
La del pasado miércoles amagó con eso, parecía que los bloques oficialistas y opositores chocarían por una ley que cambia la forma en que votan actualmente los cinco jueces del Superior Tribunal de Justicia (STJ). Algo que a las dos facciones les interesa en demasía.

Apenas llegué y apremiado por la hora, eran las 21.30, divisé a dos jovencitas. No más de 23 años que por su aspecto felinesco no serían taquígrafas, ambas sentadas en las escalinatas que conectan al sector de prensa.
Raro, no soy de ir con asiduidad a ese zoológico llamado legislatura pero las muchachas hablaban y no paraban de mandar mensajes con los teléfonos celulares. Muy sueltas de risas parlamentaban con los habituales cronistas del lugar.
Uno de ellos me reveló el motivo de la presencia de las chicas, pertenecen al cupo de un diputado que por obvias razones no develaremos quien es en esta indiscreta comidilla.

Finalmente pasados cinco minutos de las 22 empezó la sesión y tras las formalidades de marras el diputado en cuestión se levantó y buscó una salida. Todos lo observaron porque sospecharon que era una tradicional maniobra para romper el quórum o abstenerse de votar con su ausencia.
“Avisame cuando empiece el orden del día porque estoy medio mal” dijo a sus secretarias mientras se frotaba la superficie del estómago.

Las muchachas efectivas, a penas iniciado el orden del día, donde estaba incluido el proyecto de ley que desvela a oficialistas y opositores, dieron aviso al legislador quien  parecía haber dejado en otro lado su rostro. No tenía expresión a su retorno al recinto. Cuando estaba apunto de sentarse en la banca volvió sobre sus pasos y a pocos metros del sector de prensa, una de las asistentes le alcanzó una pastilla. Correctamente envuelta en un papel rosa.