lunes, 21 de diciembre de 2009

Ser y no ser, Néstor K de eterna campaña


Cualquier desprevenido dudaría de que Néstor Kirchner no siga siendo Presidente de la República Argentina, se mueve en aviones, a veces privados y a veces oficiales de la propia Fuerza Aérea. Reparte subsidios y obras para todo lo que comparta su ideología en el mundo K o se alinee al mismo. Hoy en Corrientes tras más de tres años de ausencia, esa rara sensación quedó manifiesta.

El actual Diputado Nacional del Partido Justicialista (PJ) por la provincia de Buenos Aires, Néstor Kirchner, arribó a la capital provincial acompañado por un grupo de funcionarios nacionales pertenecientes al estratégico ministerio de Planificación Federal.

La misión era bendecir de manera personal al nuevo intendente de Corrientes, Carlos Mauricio Espínola, se debe a que el joven jefe comunal y ex medallista olímpico en Windsurf, rompió un maleficio de casi 40 años que no haya un peronista al frente de la jefatura de la ciudad.

Así, Néstor y los que parecían sus funcionarios, rubricaron sendos convenios para la construcción de plazas, playones deportivos, refacción de centros sanitarios y la pavimentación de 250 cuadras.

Según la información oficial dada tras el acto celebrado en el propio despacho privado de Espínola con el ex Presidente, la inversión ronda los 50 millones de pesos.

A eso hay que sumarle otras obras de desagüe que también fueron firmadas entre funcionarios comunales y nacionales pero ya al mediodía, tras un acto político dado por Kirchner en el Sindicato de Luz y Fuerza.

Lo curioso es que todo funciona con la lógica K, donde hasta la ley de gravedad a veces no es tal. Néstor Kirchner regresó a Corrientes tras tres años y dos meses y medio de ausencia donde tanto su gobierno como el de su esposa, Cristina Fernández, marginaron a la provincia por no comulgar con la preceptos kirchneristas.

Sin embargo, este viernes durante el acto a la militancia desarrollado en las instalaciones de Luz y Fuerza, el actual Diputado nacional sentenció firmemente que “empieza un nuevo tiempo para Corrientes”.

En clara alusión al flamante alineamiento de la provincia por medio del gobernador Ricardo Colombi que a pesar de su extracción radical, profesa fielmente los mandamientos K y así quedó demostrado a pocos días de haber ganado las elecciones en Corrientes en el balotaje del 4 de octubre pasado.

Este viernes durante su intenso derrotero por la ciudad de Corrientes, Néstor estuvo acompañado por funcionarios que pertenecen al ministerio de Planificación Federal, cartera que funciona con la lógica de premios y castigos.

Premia a los gobernadores e intendentes del propio partido y a los aliados, castiga con el no otorgamiento de obras a los díscolos que se animan a levantar la voz en tono de crítica hacia el kirchnerismo.

En la calurosa jornada de hoy acompañaron al ex Presidente: el Secretario de Obras Públicas de la Nación, José López. Del acto también participaron el Administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento, Edgardo Bortolozzi; el vicejefe de gabinete, Juan Abal Medina, entre otros.

Lo curioso es que muchos lo llaman “Presidente” o “Néstor”, los de mayor confianza, los que justamente aseguran por la bajo que el santacruceño “vive de campaña”.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Néstor de campaña volvió a Corrientes y cruzó a sus quijotescos enemigos


En un tibio acto en el Sindicato de Luz y Fuerza, el santacruceño dio su bendición al flamante intendente correntino, Carlos Mauricio Espínola, con obras de infraestructura para la ciudad y millonarias inversiones, prometieron entre muchas cosas, asfaltar 250 cuadras en la ciudad.

El ex presidente volvió a cargar contra el grupo Clarín y demás corporaciones económicas, pidió en esa línea un total apoyo para su esposa, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.

Tras un ostracismo de tres años el kirchenrismo desembarcó formalmente en Corrientes, a media mañana de este viernes aterrizó en el aeropuerto de la capital provincial una aeronave privada que traía en su interior a Néstor Kirchner.

La llegada del actual titular del Partido Justicialista (PJ) y ex presidente de la Nación pero casi en ejercicio de esas funciones, fue para darle la bendición en forma personal, al nuevo intendente correntino Carlos Mauricio Espínola.

El agobiante calor no amilanó al santacruceño en su derrotero por la ciudad en tono de campaña electoral como lo hace desde hace meses, precisamente después de perder las elecciones legislativas del 28 de junio pasado.

Néstor estuvo por última vez en Corrientes el 5 septiembre de 2006, en ese entones durante una fría jornada en las postrimerías de aquel invierno. Pero en ese entonces no solamente el clima era distinto al de este viernes 18 de diciembre, eran las épocas de la extinta concertación plural que cobijó bajo un mismo techo a peronistas y radicales.

Tras firmar convenios para obras estructurales como ser asfaltar 250 cuadras, arreglar centros sanitarios, construir playones deportivos y plazas, Néstor y el ex windserfista, se dirigieron al Sindicato de Luz y Fuerza donde los esperaba un reducido grupo de simpatizantes K.

Con poca mística y muchos niños y adolescentes, los militantes fueron movilizados desde los barrios más recónditos de la capital provincial, con pancartas, cruza calles y banderas, soportaron estoicamente los 40 grados de sensación térmica en las adyacencias de la sede sindical.

“Que sepan que la Presidenta y yo no nos detendremos”, lanzó un Kirchner bañado en sudor desde el atril a poco de comenzar sus palabras tras los breves discursos de Rubén Pruyas, titular del PJ provincial, del ex Senador Nacional y ex postulante a la gobernación por el PJ, Fabián Ríos y del actual intendente, Carlos Mauricio Espínola.

Fiel a su costumbre el ex mandatario nacional eligió como eje de sus palabras a sus enemigos preferidos, a los que el común de los mortales no los ve, los medios de comunicación y los grupos económicos.

“En poco tiempo en la Argentina habrá democracia informativa porque hay que informar y respetar, ya pondremos en marcha la ley de Radiodifusión”, dijo en el rol de un catedrático de las Ciencias de la Comunicación.

Se animó en otra línea a decir que las nuevas asignaciones familiares universales “dadas por nuestra Presidenta bajaron la indigencia en un 2,5 %”, reveló que son 10 mil millones 500 mil pesos los que se vuelcan a la gente con esa medida.

Y retomó el discurso blindado aunque sin estridencias, “no nos olvidamos de los que destruyen, de los grandes grupos económicos como son Clarín y muchos más, por eso los fondos de las AFJP los devolvimos a la gente. Tenemos memoria –reiteró- y no nos olvidamos, por eso debemos profundizar este proceso”.

Apenas 31 minutos bastaron para el acto proselitista de Néstor disimulado como de la militancia, algunos intendentes justicialistas del interior provincial lograron ocupar lugares en el frente donde escaseaban los espacios.

“Trabajaremos intensamente para consolidar el proyecto de Cristina y empieza un nuevo tiempo para Corrientes, por eso no caigamos en los enfrentamientos a que nos quieren llevar algunos”, disparó solapadamente hacia el Comité Nacional del radicalismo molestó con el gobernador Ricardo Colombi por su apoyo al kirchnerismo.

Veinte minutos antes de las 13, Néstor y su comitiva dieron por terminado el acto y se dirigieron al Hotel de Turismo ubicado en la costanera capitalina, a orillas del Río Paraná, allí los aguardaban más carpetas de obras para ser firmadas por el intendente Espínola y funcionarios del ministerio de Planificación Federal, principal ariete de campaña en la maquinaria K.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Cara

Frotaba las manos como cuando uno espera algo o intenta amainar el frío. Pero era 10 de diciembre y si bien Corrientes no soportaba ese jueves de primavera una alta temperatura, la humedad hacía estragos en casi la totalidad del público que aguardaba el traspaso de mando de los Colombi.

Arturo esperaba a su primo hermano Ricardo sobre el escenario, su cara y su risa en especie de mueca dejaba ver ansiedad por abandonar ese lugar que actuaba como yugo de vencidos.

Así estaba el ex gobernador, agazapado en su traje gris, los ojos celestes dando vueltas por todo el patio central de casa de gobierno, soportando estoicamente los abucheos cada vez que la gente oía a través de los equipos de audio su nombre.

Pero Arturo se mantenía firme como un granadero en las puertas del Regimiento de Patricios, cavilaba vaya a saber qué cosas, no podía estar quieto y la intensa humedad, el espesor del ambiente mezclado con la diabetes, lo hacían transpirar en demasía.

Atrás quedaron cuatro años de gobierno legados casi en forma feudal por su primo hermano ahora convertido casi en su verdugo, otra vez Corrientes frente a fratricidas disputas de parientes, esta vez traslucida en un recambio institucional.

Ricardo es desbordado por simpatizantes desde que sale de la legislatura donde juró ante la constitución provincial como nuevo mandatario para dirigirse al patio interno de casa de gobierno, previo ingreso por el salón amarillo; Arturo sigue en esa espera eterna, inerte, ese preciso instante donde volverá a ser un mortal más entre todos.

La gente parece devorarlo con los cánticos que piden “un minuto de silencio” porque ahora el ex gobernador, “está muerto”. Sin embargo su defunción se inclina más por la demora de su consanguíneo en venir a tomar esos atributos de mando que reposan sobre una barroca mesa rectangular, una banda con la bandera nacional y un bastón tallado en algarrobo y plata.

Piensa, cavila, escruta por los techos de la gobernación vaya uno a saber qué; las explicaciones que deberá dar a la justicia, los errores cometidos para estar en ese lado: en el de los vencidos.

Pero quizás lo que más trasmita la cara del ex gobernador es la figura de una derrota que no tiene revancha. Así se lo veía por la tv y en vivo, un hombre devastado por su propia existencia a la espera de que todo termine.

A la salida de la sede gubernamental y mientras su pariente prometía un “gobierno de puertas abiertas” y profetizaba que sus políticas deberán ser entendidas por los que la entienden y hasta por los que no la entienden, Arturo era casí golpeado por una mujer.

Por azar de la vida, sobre la calle frente a la gobernación, un personal de ceremonial ofició de custodio y se interpuso entre el ex mandatario y el puño cerrado de la señora presa de ira.

Recuerdo la última vez que lo vi personalmente en su despacho, hacía tres días que uno de sus principales hombres de confianza devenido en ex funcionario, había sido detenido por la justicia acusado de una serie de supuestos delitos administrativos y en los medios no se hablaba de otra cosa que la idéntica suerte que correría el entonces gobernador una vez que finalice su mandato.

A pesar de ese microclima, al entrar a la oficina que estaba desierta de secretarias y colaboradores, Arturo acomodaba sus lentes para ver en qué lugar del despacho quedaría mejor un cuadro de un artista plástico goyano.

La pieza que muestra a una anciana rogando lluvia sobre un aljibe seco, la compró personalmente en las ajetreadas jornadas de campaña proselitista en el interior provincial.

Un par de semanas después, en el crepúsculo del jueves 10 de diciembre comprendí que ésa anécdota no era otra cosa que una metáfora de lo que fue este hombre, un eremita de la realidad.
Ahora con el rostro de la peor de las derrotas, las que no dan revanchas.-

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cercado por las quejas, Balestra ahora dice que el lunes próximo entregará viviendas

El interventor del Instituto de Vivienda de Corrientes (Invico), Julio Balestra, tras culpar a las reiteradas lluvias como las responsables de no poder entregar dos complejos habitacionales, en Molina Punta y Pirayuí; anunció hoy que el lunes venidero se concretará la adjudicación de los inmuebles en el primero de los barrios. Para el segundo no hay fecha cierta y en ambos casos no estaría hechas las redes cloacales.

El controvertido e histriónico interventor del Instituto de Vivienda de Corrientes (Invico), Julio Balestra, en forma extraoficial aseguró hoy que el próximo lunes entregará casas pertenecientes al barrio Molina Punta.

Se debe a que en los últimos días el polémico funcionario que cada vez que trasciende a los medios es por insultar y maltratar a periodistas y no por su labor al frente del ente autártico, recibió a un grupo de adjudicatarios de los inmuebles que esperan por las llaves y documentación de las viviendas, desde hace años.

Si bien las casas están terminadas, trascendió que las redes cloacales e incluso las instalaciones eléctricas en las flamantes barriadas no estarían hechas, motivo por el cual las unidades habitacionales no se entregaron hasta el momento.

Sin embargo y ante el inminente cambio de gobierno (el jueves de la semana que viene), los adjudicatarios del Molina Punta y Pirayuí, abordaron a Balestra en su oficina que ocupa en la sede del Invico sobre calle San Martín casi Rioja.

“No soy Dios y no puedo hacer que deje llover chamigo, no se dan cuenta de eso ustedes”, dijo a los gritos y casi en forma histérica el funcionario a los adjudicatarios que osaron en reclamar por sus casas.

Balestra como no tenía ningún periodista cerca para descargar su ira producto de su propia inoperancia e iracundia que habita en su ser, culpó al inestable –como su carácter- clima como único responsable de la demora en la entrega de las viviendas.

Así, los beneficiarios del Molina Punta lograron arrancarle la promesa de que si no llueve el próximo el lunes, tendrán las llaves y documentación de los inmuebles en sus manos.

Por parte de los adjudicatarios del Pirayuí, no corrieron con la misma suerte ya que el titular del Invico graficó que “no se puede entrar por la cantidad de agua y barro que hay ahí”.

La pregunta es cómo el Invico construye casas en terrenos inundables, además de no instalar los servicios básicos esenciales como ser cloaca y redes eléctricas.

Entre ambas barriadas sumarían alrededor de 700 familias las que esperan por el techo propio, incluso, antes de las elecciones del 4 de octubre en lo que fue el balotaje, se anunció la entrega de las casas.

Algo que no se cumplió justamente porque los complejos habitacionales no contaban con redes cloacales y de energía.

Maltrato a periodistas, un clásico

En el mundo bipolar de Julio Balestra agarrársela con periodistas, insultarlos, escupirlos y maltratarlos, es habitual. No se sabe bien a ciencia cierta el porqué de esa furia pero los cronistas radiales son los preferidos a la hora de caer bajo los embates del funcionario.

Así ocurrió la semana pasada en uno de los accesos a Casa de Gobierno cuando Balestra insultó reiteradamente a un cronista cuando trató de hacerle una nota justamente referida al retraso en la entrega de las casas del Molina Punta y Pirayuí.

Dos días después, la que quedó bajo las ínfulas Balestrianas fue una productora de este medio, la joven llamó al funcionario para sacarlo al aire por FM Total pero apenas llegó al saludo cuando el interventor del Invico descargó una cataratas de insultos entre los que resaltó los diversos posgrados que obtuvo a lo largo de su ambivalente existencia como contador público.

A todo esto, días atrás a comienzos de esta semana, desde la oficina de prensa del Invico, Balestra envió una gacetilla informativa dándose loas por haber sido electo como Vicepresidente del Consejo Federal de la Vivienda.

A lo que viene otra pregunta, ése cargo es para el funcionario o es para el próximo que llegue a la intervención del Invico con la nueva gestión de Ricardo Colombi; habrá que esperar porque en el mundo Balestra todo puede ser posible.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El ministro Efe en acción, una historia repetida

Veinte minutos son los que separan una realidad de la otra. Es el tiempo que se demora desde el centro correntino hasta una precaria barriada con sesgo de asentamiento a orillas del Río Paraná. Para hacer el amor se demora menos.

Así es Corrientes, como el resto de la Argentina, difusa, contradictoria, llena de contraste. De la opulencia a la indigencia total: “Del abrazo al olvido”, canta Joaquín Sabina en un tema inspirado en las chicas de Almodóvar.

Esos vaivenes hacen característico al ministro Efe, un ser un tanto extraño cuya dicción se mixtura entre un campechano con algunos visos de hombre urbano.

El ministro Efe quiere ser muy ejecutivo, una especie de salvador y redentor de los más necesitados. Así, cuando vio que las aguas del Río Paraná estaban a punto de fagocitarse a los ribereños correntinos –en algunos casos sí se los engulló-, no dudó en tomar su camioneta muy moderna y rumbeó hacia la costa donde habitan famélicos ladrilleros que ahora ni siquiera pueden ver su trabajo bajos las aguas.

Es que las aguas son muy turbias, casi oscuras por la creciente que además arrastra a la costa todo tipo de alimañas, creo que en ese punto coinciden en algo con el ministro Efe.

Sin embargo él llegó hasta el lugar de los acontecimientos y fue recibido tibiamente por la esposa del titular de la Asociación de Ladrilleros del barrio Río Paraná.

El ministro Efe es ejecutivo y tiene que mostrarlo. Sí, así es, entonces no para de sacarse fotos mientras saluda casi de lejos a dos ladrilleros que intentan seguir con su trabajo a pesar de la cercanía del río y de los casi 40 grados de calor.

El ministro Efe balbucea cosas que sus interlocutores no pueden descifrar y empieza una serie de frenéticos llamados por su, también moderno, teléfono celular. Es que es muy ejecutivo.

Efe se interna luego en una casa que no llega a la definición de medio terminar, mira, supervisa, pregunta qué hace falta y la conyugue del presidente de la asociación ladrillera, al instante contesta: Leche, leche, leche ministro…
Claro, para que no lo queden dudas al ministro Efe. No pasa una fracción de segundo y ordena vía celular la mercancía y remata que antes del mediodía estará en la casilla que hace de comedor barrial.

Que mierda ni que ocho cuartos. Efe es un ejemplo de ejecutividad, si todos fueran como él la política en la Argentina sería otra cosa. Qué en la Argentina, en Latinoamérica. Qué más, en Estados Unidos. En el mundo entero digamos.

En su lánguido andar a Efe se le nota una panza que es como un nudo marinero a mitad de su cuerpo. Sin embargo sigue aparentando ser delgado.

Tras las fotos y solucionar la llegada de la leche, Efe se saluda con el titular de la asociación que en un pedido que se parecía más a una orden le dice: - Vamos a ver a donde llego el agua ministro, es un desastre, la gente está muy mal.

A Efe el tono no lo incomoda porque estar en el lugar de los hechos y donde están los necesitados es lo que a el le apasiona. Para algo es tan ejecutivo, no?. Cargó a esposo y esposa en su moderna camioneta y los llevó por las callejuelas devastadas el barrio Río Paraná.

Y efectivamente el Paraná se metió en cada una de las indigentes casas, el olor es nauseabundo y el color del agua totalmente obscuro. Pero el ministro Efe no se amilana, parlamenta con ladrilleros afectados por la creciente, se interioriza de cuánto cuestan las canoas utilizadas por los pescadores de la zona, pregunta si la cotización del ladrillo sube en casos como estos, en los que el río supera a la costa.

Efe no para de hablar y decir que las soluciones están en camino. Con asistentes sociales y todo. El ministro maneja su ejecutividad vía celular como si fuera una transmisión en vivo de tv.

- Vo ministro habla mucho por celular pero no hace nada, todavía no no llega nada de lo que nos prometiste la semana pasada, ni la leche, ni los colchones, ni los subsidios.

El inquisidor cuestionamiento sale de la coloquial forma de hablar del titular de la asociación de ladrilleros.

Lo que para cualquier funcionario podría ser un disparo en la cabeza para Efe es apenas un chiste de mal gusto, el sigue hablando por celular y parlamentando con los ladrilleros que ya se quedaron sin casa y trabajo. Todo a la vez, pura ejecutividad.

Efe sin contemplaciones y con una sonrisa a flor de labios como si fueron un eximio jugador de póker, devuelve el disparo: “Vos tenes que entregar lo que yo te doy”, y ambos rompen en risas socarronas.

Quizás Efe y el presidente de la Asociación de Ladrilleros del Barrio Río Paraná, sean tan ejecutivos como lo son en su mundo donde todo es posible. Frente a las risas un ladrillero intenta vanamente recuperar una canoa para cambiar de rubro mientras dure la creciente.

El ministro Efe y su interlocutor apuran todo, para eso son ejecutivos, Efe dice que se le hace tarde y pide que aguarden la llegada de la ayuda que estará en el lugar antes del mediodía.

Entonces el jefe de los ladrilleros de la costa correntina lanza en forma de estocada una sentencia; “mira que mañana voy a tu oficina por los subsidios ehhh…”.

Efe a punto de ingresar a su moderna camioneta implora: “Anda pero sin levantar el avispero porque no hay para todos”.-

lunes, 2 de noviembre de 2009

Dos de Noviembre

No sé porqué dicen que los difuntos son santos. ¿Canonizados quizás?. O santos para sus deudos. Noc santos algunos que en la vida terrenal se llevaron lo que no les pertenecía y dejaron pagando a sus prójimos.

Puede ser que alguna vez un muerto esté bien muerto, es decir, que la parca no lo redima. Por qué un mortal purga antes de llegar al purgatorio sus pecados.

“Todos somos buenos cuando morimos”, afirma el refranero popular y en este caso de la bondad se pasa a la santificación.

Dos de noviembre en Corrientes, la sensación térmica roza los 40 grados a las 13.10 de un lunes que gracias a los ‘santos difuntos’ se convirtió en el último fin de semana largo de este año.

Cavilo esta cuestión de los finados y su santificación. Creo que un dictador no puede ser un santo difunto, ¿un asesino común quizás?, violadores, golpeadores, estafadores, políticos, policías corruptos, putas, mujeres infieles.

Habrá una clasificación como si fuera una especie de colador o filtro para saber quién puede llevar el mote de un ‘santo difunto’.

El día feriado pasa en cámara lenta y trato de encontrar una salida a este laberinto de muertos que puedan o no ser calificados de santos.

La iglesia dice que la jornada es para recordar a los ‘santos difuntos’ en su día. Una especie de fecha donde los deudos debería tomarse el día y concurrir munidos de flores a las necrópolis.
No sé, sigo sin poder develar el nudo de esta cuestión mientras me gana el mediodía de este lunes y avanza sobre las primeras horas de la tarde.

En algunos diarios locales la información cuenta que la concurrencia a los cementerios es “poca”. Será por el calor, la escasez de dinero para la compra de flores y accesorios con destino a lápidas y mausoleos.

Agregan los tabloides correntinos que incluso desde el inicio del fin de semana, el pasado viernes, no se notó una concurrencia a los campos santos como en la misma fecha pero del año pasado.
Yo sigo: Videla, Galtieri, Alfonsín, San Martín, Moreno, Belgrano; obispos, monjas superioras, periodistas, malos y buenos. Personas, incorreglibles. ¿Todos imbuidos en el desconocido camino al cielo celestial se redimirán antes de llegar?.

Digo, acá en la tierra ya serán 'santos difuntos’ antes de hacer escala en el purgatorio.
Muchas preguntas para un abrumador lunes de noviembre donde el sol y los 40 grados no dan respiro.

Voy por un poco de agua fresca y cambiar el CD de la compactera. Jazz y Blues quizás le sigan al disco de Bossa Nova que acaba de terminar su última canción.-

viernes, 30 de octubre de 2009

El mundo Sabina


Fue una noche fresca del 24 de marzo de 2006. Allí estaba, tras una bocina de barco viejo, de esos que surcaban los océanos a comienzos del siglo pasado, arropado de negro, bombín y maleta de cuero muy antigua, bastón en mano derecha y Mic en izquierda; haciendo “Ahora que”. Joaquín Sabina dejaba para mí el sonido de discos compactos para hacerse mortal, de carne y hueso como Dios manda.

A unos quince metros de distancia sobre el escenario del Superdomo Orfeo en la capital de Córdoba, la fecha por más trágica que sea en su carga de terror y dictadura para la Argentina, para mi fue una de esas en que uno, no vuelve a ser el mismo.

Así recordaba los albores del acercamiento hacia el mundo sabinístico, yo surcaba la adolescencia entre Miguel Mateos con el grupo Zas, Soda Stero y Charly García a fines de los ’80 e inicios de los ’90; pero un “gallego” como lo llamaba en esa época, me sacaba de quicio cantándole a los amores y desamores, a la droga, a las putas y a lo jodida que era la vida errante de un loco que no era lindo.

Exiliado por cuenta propia en Inglaterra en 1970 tras participar de un ataque con bomba molotov contra la sede de un banco de Bilbao, en Granada, como parte de una serie de acciones referentes al grupo separatista vasco ETA, Sabina inicia un ripioso - pero exquisito en lo artístico- camino hacia la música.

Mixtura de esa forma el rock con vertientes musicales españolas y Latinoamericanas, atrás había quedado una adolescencia y niñez que erró por establecimientos educativos regidos por el verticalismo de la enseñanza religiosa.

Algo que sin dudas lo marcó a fuego como su vida hogareña: “La mitad del tiempo la pasaba en la calle y la otra mitad en la escuela. La verdad es que no sé dónde corría más riesgos”, dijo reiteradas veces ante la prensa mundial.

Enredado por bares y pub británicos cuenta la leyenda, no se sabe si es verdad, que tocó ante George Harrison en uno de esas eternas y lúgubres veladas londinenses, es más, dicen que el ex Beatle le dio como propina cinco libras.

Su acercamiento a Elvis Presly, Little Richard. Chuck Berry y hasta los propios Rolling Stone; le abrieron el sendero hacia las musas que habitaban en sus recorridas nocturnas. Noches que se precitaban a los abismos femeninos embadurnados con drogas y alcoholes etílicos de todas clases.
Para 1978 el todavía joven andaluz emprende el regreso a su tierra, en Madrid incursiona en varias actuaciones televisivas hasta que desiste de una ellas, en la cadena CBS se niega a cantar con playback y vuelve a sus presentaciones por bares madrileños.

Claro que ya tenía bajo el brazo su primer disco, llamado en ese entonces como “elepe”: Inventario, un disco con canciones que fueron extraídas de sus escritos "Memorias del exilio" durante sus años en Londres.

Las letras versaban sobre los duros y terroríficos tiempos del franquismo en España, retrataban la vida de los españoles en esas décadas de dictadura y como eran reprimidos en todos los sentidos; desde lo figurado hasta la represión literal.

Avanzada la década del ’80 hizo letras para varios cantantes de Madrid y Barcelona, mientras que seguía su derrotero por bares y calles madrileñas con algunas escapadas a otros destinos pero siempre dentro del país.

Justamente en los primeros años de de los ’80 empieza a frecuentar la Argentina y queda además de enamorado, anonadado por Buenos Aires; “es la París de Sudamérica. Tan puta y tan hermosa”, la describió ante la prensa nacional en uno de sus tantos viajes.

Claro que en aquellos primeros años ochentosos, Joaquín Sabina no era masivo como lo es ahora. Es más, participó como público en las primogénitas ediciones del ‘Chateau Rock’; festivales rockeros pos advenimiento democrático en el país que se hacían en el estadio mundialista de fútbol en Córdoba, Chateau Carreras.

Y giró luego por infinidad de bares y sucuchos porteños, en especial los de San Telmo.
“Alguna vez tocaré allí”, se dijo mientras contemplaba desde la avenida Corrientes el Teatro Gran Rex y caminaba por las aceras porteñas con la tranquilidad que da el anonimato.

Recién en 1992 empezó a cosechar seguidores que actuaban como miembros de una secta, reuniéndose en bares donde se embriagaban escuchando los discos sabineros de los ’80, pero impulsados por ‘Física y Química’. Álbum que inicio el granjeo de sus fans argentinos y que lo proyecto hacia la masividad con “Sabina y Cía. Nos Sobran los Motivos (2000)”.

Un disco doble grabado en su totalidad en actuaciones en vivo que si bien incluye recitales hechos en su mayoría en giras por ciudades españolas, es totalmente argentinizado porque las letras de las canciones fueron modificadas y pasadas incluso hasta el lunfardo en algunos tramos.

“Dieguitos y Mafaldas” es una de ellas, canción que cuenta el enamoramiento del andaluz de una argentina que vivía o vive, vaya a saber uno, en el partido bonaerense de González Catán.

Fue así que desde fines de los ’80, comienzos de los ‘90 y hasta estos días en vísperas de un nuevo disco, “Vinagre y Rosas”, Joaquín Sabina sigue metido en mi recuerdo de aquella noche en el Superdomo Orfeo de Córdoba.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Musas

Quizás no haya un trabajo con tanto final abierto como la búsqueda de la inspiración. Esa rara letanía que muchas veces por más que uno se lo proponga no llega, no se deja ver ni siquiera en la infinita línea del horizonte.

Por qué será. ¿Será algo abstracto?; o bien se puede trabajar sin ella –la inspiración- en piloto automático.

Pariente cercana de las musas, mujeres, varonesas, princesas, meretrices; ninfas todas que a la hora de buscarlas no aparecen por ningún lado, es más, aparentan no existir.

Mientras trato de llenar esta hoja en blanco busco la etimología de las musas en el Diccionario de la Real Academia Española, afuera la noche es una realidad y estará un poco fresca.

El resultado arroja varias denominaciones pero es una la que me interesa: “inspiración del artista. Ingenio poético propio y peculiar de cada poeta”.

Pero no hay nada de cómo encontrarlas, de cómo rastrearlas por los confines de la inspiración. Qué hacer cuando no vienen en ganas.

Así, uno desanda como si estuviera en un laberinto lleno de salidas que son espejismos donde una sola es la puerta al exterior.

Creo que las musas muchas veces son eso, desde la temprana mañana en que nos levantamos habitualmente hasta llegar a la redacción, sentarse frente a la PC, bromear con los compañeros, revisar el correo electrónico, chacotear, comer algo, tomar mate y estrellarse nuevamente contra el papel en blanco.

Ese salto al vacío que dan los suicidas cuando ya no hay salida. Es allí donde reiniciamos la búsqueda de la musas y algunas veces la fortuna está de nuestro lado y nos las topamos en el camino. La atropellamos sin querer en esa búsqueda desesperada para poder terminar nuestra tarea rápida y correctamente.

Pero de nuevo; ¿alguien sabrá dónde van las musas cuando no están?. En algún punto recóndito de nuestras mentes, en algún espacio físico. ¿Tienen moral y por eso se resguardan en sitios decorosos?.
No sabe, no contesta.

Sí estoy convencido que en esta incipiente noche me gustaría que golpearan mi ventana y se metieran en este papel en blanco, y así evitarían la caída en el vacío de este texto suicida que no encuentra razón ni inspiración de ser.

viernes, 2 de octubre de 2009

SIN HERIDOS, SE RECUPERA EL PARAJE RURAL DE EMPEDRADO

Un tornado arrasó con El Pollo

Con ráfagas que superaron los 120 kilómetros por hora el paraje rural empedradeño fue sacudido pasadas las 9 de este jueves, voladuras de techos y una casa derribada fue el saldo que dejó el tornado. Los vecinos dicen que son comunes “las tormentas fuertes” pero lo de ayer no se compara con nada anterior.

Con parcimonia y donde parece que el tiempo no corre, este jueves un tornado con ráfagas de 120 kilómetros por hora, arrasó con el paraje El Pollo ubicado en la segunda sección rural de Empedrado, localidad distante a 60 kilómetros de la capital provincial.

Sin heridos pero con muchos daños materiales como ser voladura de techos en diez viviendas y en la única escuela del lugar, ayer por la tarde EL Pollo presentaba una fisonomía diferente, quizás un poco alborotado por el tornado que lo sacó del letargo.

Los 45 kilómetros que lo separan de la Ruta Provincial 5 estaban en algunos tramos transitables pero como si fueran tramos de un rally, lodazal, charcos y pozos de mediana profundidad.

En las márgenes del camino la vegetación parece querer zafarse de la intensa sequía de diez meses corridos, un pequeño verde se deja ver sobre la llanura eterna en el horizonte, y casi intermitentemente se encuentran al paso, vacunos en avanzado estado de putrefacción que no soportaron la falta de agua y pasturas.

La existencia del paraje se remonta a lo desconocido, no hay una fecha cierta de su fundación porque se creo espontáneamente, la gente se radicó en la zona a comienzos del siglo pasado y se “fue quedando”, dice Jorge Cuneo, el único testigo ocular del tornado.

Cansino y amable el sereno que cuida una casa desabitada, como todas las mañanas se despertó pasadas las seis, casi las siete: “No requería levantarme antes porque ya vi como estaba el tiempo y vi que se estaba por venir”, contó y esa premonición que da sólo el conocimiento rural, estaba en lo cierto.

Bajo una de las dos galerias de la vivienda que cuida Jorge, antes de las ocho Empezó a tomar mate mientras contemplaba el infinito del cielo que de gris pasaba a un oscuro profundo; “se empezó a preparar y ya parecía que iba a ser una tormenta fuerte que siempre suele haber por acá, pero cuando empezó me di cuenta que los vientos no eran comunes, eran muy fuertes porque doblaban las ramas de los lapachos”, siguió en su relato.

Y fue así, pasadas las nueve y solamente en cinco minutos ese viento fuerte que en realidad era un tornado, arrancó de cuajo árboles, derribó una casa de material y levantó como si fuera una hoja de papel el techo de la única escuela del paraje.

“Yo sentía que el viento se venía y de repente escuché un fuerte ruido atrás mío y cuando me paré ya no vi el techo de la casa, todo fue muy rápido y a penas pasó el viento empezó a caer granizo muy grande”, dijo y acomodó las manos haciendo una circunferencia del tamaño de un huevo de gallina.

A menos de un día de lo ocurrido llegaron funcionarios provinciales que como el tornado, lo vieron todo desde arriba.

Arribaron vía helicóptero, prometieron ayuda, erraron por las casas afectadas, bromearon con los lugareños para romper el hielo y volvieron a subir a la máquina que casi como una metáfora de sus vidas, los llevó muy alto. Lejos de las cuestiones terrenales de este mundo.

Felino a punto de saltar


Cavila, escruta la profundidad del vacío. ¿Habrá algo que demande alerta allá abajo?.
- Algo desconocido tal vez, o solamente mide con precisión quirúrgica el salto.
Casi a la deriva por momentos y por otros con la seguridad y experiencia de un alpinista en su mayor esplendor, el felino oscuro marcha sobre la muralla de mi casa.

El espesor de su pelaje negro acrecienta la certidumbre de los supersticiosos y cabuleros que cortarían su paso delante de ellos.

El se abstrae del mundo exterior y bambolea su delgada figura, un poco insípida entre ladrillos naranjas y tejas desvencijadas para seguir su andar cansino.

La vegetación por detrás es como una escenografía muerta, testigo sin voz ni voto, ante la maniobra del felino negror que no se entiende bien si está agazapado o se apronta para agazaparse y luego maniobrar el salto.

Nada importa porque prevalece la naturaleza de la agilidad en los cielos, en los vacíos, en las murallas.

A veces caminando entre vidrios incrustados en la altitud de los muros como rudimentario instrumento de defensa, otras desoyendo ladridos desesperados de perros hambrientos que exhiben colmillos devoradores a la existencia antagónica simbolizada en los gatos.

Hay algo de misterio también en ese cogote estirado con la mirada fija hacia abajo, es como una elasticidad ida de todo mal que pueda afectar al cuadrúpedo, sin tiempo para perder en posibles enemigos al acecho, el objetivo es bajar y seguir el peregrinaje vagamundo.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Vigila



No había nada peor que la espera, la noche anterior antes de que se desate el infierno tras el amanecer, cuando daban la orden de cargar sobre las columnas enemigas.

La noche en que se velaban las armas la muerte estaba mucho más presente que en la propia pradera donde los hombres se asesinarían, se paseaba así la señora parca entre cada uno de los caballeros, los cruzados la miraban entre los arbustos obscuros de la velada de vigilia mientras comían, dormían y aceitaban arcos.

Erraban de esa forma con la mirada por las estrellas que se dejaban ver en algún que otro agujero por entre las copas de los gigantescos árboles.

Imaginan situaciones en la pradera, tras disiparse la bruma: cómo esquivar una estocada mortal, lanzar un florete certero al oponente, evitar un sablazo que extirpa un brazo o pierna.

La atravesada de una lanza para no eviscerar en pleno campo.
“AVE CÉSAR, LOS QUE MORIRÁN TE SALUDAN”, luego persignarse y los infantes caminar haciendo a un lado de las flechas que caen con las fuerzas del demonio.

La caballería agazapada en algunos de los flancos lista para escuchar: CARGUEN!!!
Sin embargo y a pesar de que hay que guardar concentración en esas imágenes que los guerreros cavilan bajo los árboles en una fría noche de invierno, al amparo de los fuegos de campaña, nadie duerme en la velada en que las armas se velan.

Ninguno se percata o al menos así lo quiere creer que puede ser la última noche y en muchos casos, sin última cena.

Solamente ese pensamiento de guerra y muerte es el que sobre sale, el hedor que dejarán los heridos tras la retirada de alguno de los dos ejércitos, aullidos de dolor y de muerte en esa pradera teñida de rojo intenso.
Tratar de acercar la imaginación al frío del acero atravesando la carne, que todo fluya rápido, que nadie desangre por horas.

La noche es eterna y por eso juega con la imaginación de los hombres. Porque nadie quiere ser un muerto antes de serlo.
Nadie quiere probar el acero para saber que no es inmortal.

domingo, 17 de mayo de 2009

exiliado

Dicen que hay un lugar y hay otro, un punto donde uno está y algún lugar a donde el ser no pertenece. Pero hay un espacio donde no es de uno, pero es donde la existencia está, un lugar que uno ocupa pero no es el suyo, y hay otro donde se posiciona la mente, el corazón, el alma, el amor y el odio.

Los antiguos creían que no había mejor condena y sufrimiento que la de enviar a un ser a un lugar donde no quisiera estar, pero por sobre todo un espacio, un momento que no sea de el, que no le pertenezca.

Muchos momentos de la existencia de ese ser, para que imaginara y penara pensando en ese espacio donde quisiera estar, donde sintiera que las vísceras le pertenecieran.

Así, las almas y cuerpos penaban en la distancia teniendo como verdugos a la nostalgia y la melancolía de sus lugares de orígenes, sus olores, comidas, sabores y tactos que ya sólo lo sentían en el recuerdo.

Es entonces que los seres estando en esos otros lugares penaban en soliloquio recordando cómo eran aquellos espacios, ciudades, imágenes y seres semejantes; al lugar donde antes pertenecían. Antes de ese exilio.

Creo que la mente y por sobre todo el corazón y los bajos instintos sienten esa lejanía, muchas veces la mayoría, siempre, el pensar de esos otros lugares donde no están.
La mente está acá, en un tiempo y espacio presente pero la melancolía, agridulce compañía de los años y los vencidos siempre lleva a esos lugares que están eternamente antes de este. Del presente y del futuro.

En esa lejanía los semejantes añoraban los años en que estaban en sus lugares, cuando las vísceras sentían el sentido de pertenencia.

Incluso cuando el amor se sentía en esos lugares geográficos que iban desde el mar hasta las montañas o simplemente una casa en la pradera.

Creo y a veces siento que la cabeza está en este lugar pero lo demás, el amor, la vida, el odio, los olores, la muerte, la risa, las lágrimas, la euforia y tristeza, están en aquel lugar, el que no es este.

Y todo se vuelve tan extraño, tan ajeno, tan esquivo que nada tiene sabor a hoy. A mí lugar, al contrario todo lleva siempre a la mente, el corazón a esos lugares que no son estos.

Echar de menos, sentir la ausencia, hablar con los nadie, besar a la nada, amar en los sueños hasta que llegue el alba. Eso es el exilio, la fuga de la mente que está en este lugar pero que dejó el corazón, las heridas, los nombres, los muertos en el ayer pero que viven en el hoy.

La borrachera, las noches largas, los bares eternos, los miedos sin domar. Eso es hoy, pero tiene su nudo atado al ayer, donde las vísceras pertenecen, a pesar de que todo pareciera que es hoy pero es ayer.

domingo, 22 de marzo de 2009

Redención

La muerte redime y no se sabe bien porqué pero tiene algo de extraño y a los argentinos nos gusta regodearnos con la muerte, con los muertos.

Jorge Luís lo solía decir tan ácidamente como a el le gustaba, que el deporte nacional además del Pato era la de hurgar dentro de los ataúdes o andar haciendo autopsias u exhumaciones todo el tiempo.

Ahora atrás quedaron los desaciertos, los errores. Ahora hay bronce y eternas colas para dar el último adiós a Ricardo Raúl.
Todos los pecados son redimidos en los últimos segundos terrenales.
Pero acaso nos miramos a nosotros mismos y es que siempre andamos buscando un prócer de carne y hueso, no de esos que nos mal enseñaron en la escuela.

Uno quizás que no lleve una pelota pegada al pie izquierdo y que no invente goles con la mano ante los ingleses, al que luego le cortan las piernas anestesiándolo con efedrina dada por su propio entrenador.

Es uno de abril y no parece por el calor reinante en Corrientes, los noticieros transmiten en vivo casi sin cortes comerciales las imágenes de Raúl Alfonsín dentro del ataúd y la capilla ardiente en la Presidencia del Senado nacional.

Mixturan los productores con fotos en blanco y negro, testimonios de la gente y un móvil en directo desde Chascomus, la tierra natal, del ahora extinto.

Hasta el hartazgo el discurso con el preámbulo constitucional del ahora ex mortal. Hay lágrimas por todos lados, granaderos inertes que soportan el hedor cadavérico mezclado con el aroma de las flores y el aire acondicionado.

Todo es en vivo en forma ininterrumpida, yo en casa entre mate y mate hay una polaroid que se me viene a la mente.

Casi la misma fecha, fines de marzo y comienzos de abril pero de 1989. De la mano de mi madre yendo a comprar mercaderías al super de mi barrio.

Miro, la imagen en mi mente. Mi vieja con algo de abrigo liviano al igual que yo llevándome de la mano, en la otra sostiene la bolsa y un par de billetes, australes y monedas.

No le alcanza para comprar todo, ni siquiera la mitad de la mitad, la gente (veo en la imagen de mi cabeza) en la calle anda alborotada comprando todo antes que vulva a cambiar de precio.

Después en la tele veo (otra vez las imágenes épicas) gente saqueando supermercados y dicen que todo se estrella y que la gente no tiene para comer. Que nada se puede comprar, dicen muchas cosas (todo en mi mente).

Ahora, uno de abril 2009 veo un muerto. Un prócer que no quiso ser hasta que lo abrazo la muerte. Al menos fue inmortal cuando todavía permanecía entre nosotros, entre la imperfección del querer ser, querer tener y no poder.

Lloramos y revivimos nuestros muertos como nuestras decepciones. Nos olvidamos, nos acordamos, nos contradecimos y lo pero de todo. Nunca descansamos en PAZ.-

Quién se ofrece

Quién se ofrece a llevarme de la mano por este laberinto lleno de salidas y no querer encontrar la adecuada.

A enamorarse y desamorarse en una o mil noches, pero en la mil y una lanzarse al olvido.

A no volver sino más cuando las ganas lo orden.

Quién se ofrece a mantener los timbres siempre dispuestos, los vinos descorchados y “el sí quiero” que dure sólo una velada.

Quién se ofrece a odiar como amar, al despecho, a la pasión de unos días, a la versatilidad de los amantes.

Quién se ofrece a hacerlo embriago de malbec para no recordar las verdades de borracho disfrazadas de mentira.

Quién se ofrece a descolgar este letrero de oferta y liquidación, a despabilarme de un beso, a resucitarme en otra vida.

Quién se ofrece a este material desechable, a enfrentar a este temor madre de todos los mortales.

Quién se ofrece a cambiarme sin hacérmelo saber, a mostrarme que todavía se puede aprender.

Quién me vende la redención y la quimera que todavía tengo tiempo de ser un poco más yo. Y no un EXTRAÑO.-

lunes, 2 de marzo de 2009

Timadores

Cuando le estaban pintando los dedos para tocar el pianito, escuchó desde atrás la voz de lata y en forma socarrona: "Arnaldo Pierglessssss", las eses sonaron varias veces como estiradas. "El hombre que se inventó asimismo", pensó desganado mientras cumplía el trámite para ser identificado tras su arresto.

El cabo primero de la Policía Federal sostenía un pesado expediente con hedor a papiro mojado. La frase sobre su inventiva a si mismo creyó que resumía todo. Absolutamente todo. Desde los comienzos, antes del inicio, hasta ahora. El final, el abismo y lo que por lo general suele existir tras eso. El vacío, la nada.

Tuvo 17 nombres y apellidos, pero ninguno de ellos fue el propio. Los sacaba de documentos que a veces venían dentro de las carteras masculinas y femeninas que quitaba con delicadeza de cirujano, en San Telmo, Flores, Palermo, Caballito, Once y también sobre Florida. En los radiantes años '40.

Piguito fue el apodo en el mundo delictivo y el alias con el cual la policía lo buscaba desde hacía meses, un rastreo voraz que llevó a la fuerza pública hasta los conventillos de la Boca, tras la noche y con los primeros rayos del amanecer, suelas de zapatos policíacos tumbaban puertas con sus respectivas trancas.

Pero Piguito no aparecía, hasta que Luciana asomó a su vida y el coqueto carterista porteño sintió el frenesí de una atracción que tarde supo sería su decadencia y esa vez, cerca del final, recién entendió que las cartas estaban echadas para el protagonista de los nombres cambiantes según la ocasión.

De prominentes caderas y cabellera rojiza, Luciana Álvarez caminaba una tarde de sábado otoñal por los rosedales de Palermo, eran un poco más de las cinco y su andar felino atrajo los ojos del punga que fiel a su estilo iba correctamente vestido. Saco, corbata y un par de zapatos brillantes a fuerza de mucho lustre seguramente de algún pibe que pululaba por calle Florida y a cambio de un par de monedas, “le dejamos como nuevo el calce”.

Parejas tomando el te con tortas y masas sobre las mesas de los bares “cajetillas” oteaban el gran parque sin ganas ni prestar mucha atención a lo que ocurría.

Luciana continuaba su paseo cuando a unos veinte metros de su espalda se acercaba Piguito, al acecho con ambos ojos clavados en la cartera de la muchacha y cuando estuvo a la par, fingió el choque accidental entre su pierna derecha y el brazo izquierdo de la chica, con su mano diestra dentro de la cartera aprovechando la cremallera abierta, fue cuando dudó y cambió el rumbo de la historia. De su existencia.

Ambos ojos grises de Lu, como el la llamaría luego, se convirtieron en faroles que lo encandilaron. Quedó perplejo, él, justamente él dudando. Sabe que no puede hacer eso, vacilar. Él titubeando. No, pero sí.

Pasan las milésimas de segundo y entabla conversación con la que hubiese sido una victima más. Ahora él es la víctima y lo sabe, lo siente, lo huele, un faquir del amor de esa jovenzuela con ojos penetrantes, de 24 años que tiempo después sabrá quién era realmente.

A penas semanas después Arnaldo del brazo de Luciana, paseaban sobre la calle Libertad, en el bajo, a metros de la Avenida Corrientes, observando con sumo detenimiento don juanes adinerados comprando alhajas en las lujosas joyerías de la zona.

Fue cuando le llamó la atención la osadía de su joven compañera, hacer un trabajito un poco más grande, dejar eso de andar “pateando” la calle en busca de un descuidado señor mayor o distraída señora de la alta alcurnia, para quitarle unos mangos de la billetera.

Ella fue en realidad la que ideó lo del estanciero de Chivilcoy, supuesto ex empleador de un hermano que vivía en la Pampa, medio hermano de Lu en realidad que ella casi no veía.

Pero resultó que ese medio hermano, solamente por parte de padre, tenía la data de los movimientos del hombre de negocios, iba a ser fácil, sencillo decía Luciana. Acercarse quizás era lo más costoso. Ahí fue otra vez donde dudó el punga coqueto, acostumbrado a los trabajitos tranquilos, caminar toda una tarde y llevarse unos buenos mangos para la pensión del Abasto. Antes pasar por un billar, beberse al coleto una buena grapa, escucharse una cautivamente milonga y a dormir.

Pero la idea de Lu era seductora, se trataba de un chacarero con muy buen pasar. La chica de Arnaldo viajó tres días a la Pampa para que su medio hermano le pase toda la información de la inminente víctima y regresó a Buenos Aires, entonces ambos se embarcaron en la estafa.

Ya sentado a la espera de que le tomen declaración en la comisaría piensa y repiensa todo, no dice que lo del estanciero fue idea de Luciana. ¿Cómo decirlo? Y quedar como un perejil, se le cagarán de risa los policías, hasta el abogado se le reiría en la cara.

¿Un tipo como él, manejado por una mina, por una pendeja? Eso es lo que más le duele de haber caído minutos antes de tomarse el tren en Constitución.

En la espera dentro de la dependencia policial, piensa, la cabeza de Arnaldo regresa a la operatoria y estratagema para embaucar al chacarero. Fue cuando la vio “trabajar” a su chica en la casa Modart de Arenales y Suipacha, se movía como pez en el agua mientras el estanciero compraba unas corbatas para estrenarlas en casorios y bautismos de la alta sociedad de Chivilcoy.

No tardó en trabar conversación y al cabo de dos semanas, Luciana ya estaba entre las sábanas del hombre de campo, primero cada vez que viajaba a Buenos Aires para hacer grandes compras de ropa masculina y algunos “jugosos” depósitos bancarios. Luego, ya instalada como “su mujer” en el establecimiento ganadero de Chivilcoy.

Arnaldo no estaba del todo de acuerdo en que Lu compartiera alcoba con el viejo pero lo soportaba, se entregó a la idea de que una vez terminada la operación dejaría a Luciana, se iría al sur o a Chile.

Inventaron entonces que la madre de Luciana padecía cáncer y que necesitaba 1.500 pesos para llevarla hasta Montevideo, donde la sometería a un tratamiento que arrojaba buenos resultados en pacientes oncológicos de todo el cono sur.

Obnubilado por los ojos grises y malabares de cama por parte de la chica, el estanciero subyugó ante tamaña historia que muchas veces la quebraba en llanto a Lu.

Al cabo de dos meses le llevaban quitado más de 2.200 pesos para aliviar los tremendos dolores de la pobre progenitora de la joven, Arnaldo insistía en “desaparecer” pero ella lo convenció a dar la última estocada. Pedirle al viejo un cheque para cobrarlo en un banco de la capital uruguaya, cinco mil pesos, ella misma había visto la venta de varias cabezas de ganado durante un fin de semana en la estancia de Chivilcoy.

Para dar veracidad al cuento, Luciana hizo entrar en escena a su medio hermano, Víctor, en el papel de un destacado médico del vecino país que explicó la conveniencia de “internar” a la madre de la muchacha, en un reconocido hospicio oncológico montevideano y a los pocos días los tres; Arnaldo, Luciana y el apócrifo doctor, cobraban los cinco mil pesos en la ventanilla del Banco Uruguay con sede central en la capital uruguaya.

El ventanal del bar Imperio frente a la rambla fue el lugar donde los vio por última vez a los supuestos hermanos, se escaparon por los fondos del lugar con el bolso repleto de billetes. Arnaldo no sabía si reír, llorar o ambas cosas a la vez, perdía la mirada en la profundidad del Río de la Plata en esa interminable rada que se podía observar desde la costa de Montevideo.

De regreso a Buenos Aires leyó en el diario que el estanciero se pegó un tiro en la cabeza al enterarse de que Luciana no era Luciana, de que no existía madre alguna enferma de cáncer y que el falso médico era su fiolo (vividor-protector).

“Cómo la conociste a Malena Salinas de Fernández”, le disparó el subcomisario al empezar el interrogatorio y lo quitó de los pensamientos.

Seis meses después de su detención empezó el juicio por estafa al extinto chacarero, nunca dijo que la idea fue de Malena, reconocida timadora santafesina arribada a la Capital Federal en busca de nuevos horizontes.

Arnaldo no soportaría que en la cárcel lo “gasten” al ser embaucado por una pendeja y su fiolo, su vividor oriundo de Rosario.

Nunca supo de ellos.

Su última imagen en libertad fue sobre el andén de Constitución cuando sintió una pesada mano sobre su hombro derecho y algo contundente en la espalda, similar al caño de una pistola.

- Quedate quieto y poné las manos para atrás, fue la tajante orden del agente de la Federal.

FIN.-

domingo, 15 de febrero de 2009

Perros en la noche

La calle muda con algunos retumbitos rezagados del corso mantenía la quietud en la espera del amanecer al que todavía le faltaba más de hora y media para aparecer.

Una pareja con sendas bolsas de comidas con un aroma de hamburguesas caminaban en posturas de beduinos y mansedad de esclavos, sus manos se rozaban como queriéndose sostener o alcanzarse pero las bolsas de víveres lo impedían.

Los remises a gran velocidad con su carga atravesaban las calles perpendiculares a la mía y yo bajo el neón de las luces buscaba infructuosamente uno que deposite mi humanidad con los tres Malbec bebidos, en mi casa.

Fue casi llegando a la avenida donde tuve el encuentro con los canes, apostados en un patio enrejado los ovejeros alemanes de mediana edad salieron de su modorra nocturna con mi presencia tremebunda a esa altura de la madrugada.

Los primeros ladridos fueron como de afinada práctica para ponerse más agudos y graves después. El cogote de ambos parecía jugar un torneo de cuán más largo podía extenderse hasta la vereda, aunque supongo que su objetivo era yo, mis piernas y hasta mi propia yugular.

Los perros estaban enloquecidos a las 05:42 de la mañana. Es como si toda la velada hayan reposado solamente para entrar en acción en ese momento, sus colmillos no paraban de mascullar viento y furia vaya a saber porqué.

Por unos minutos con la seguridad que me daba la reja bien cerrada y la distancia de casi nueve metros que me separaba de ambos mamíferos desde el asfalto, los observé vanamente tratando de entender la ferocidad de los ladridos.

Seguí hasta la esquina donde nace la avenida y una corta seña del brazo izquierdo detuvo al primer remis en pasar circunstancialmente.

Una rápida marcha me dejó en el umbral de casa tras una breve charla con el chofer sobre como estuvo su actividad laboral a lo largo de la profundidad nocturna.

Pero mi imagen de ese océano de oscuridad que suele tener la noche quedó en los dientes de los caninos enfurecidos tras las rejas del patio.

No pude fumar el último cigarrillo habitual antes de dormir y sin noticias de vos, a las 06:03 me desplomé sobre la cama.

jueves, 12 de febrero de 2009

Galeón


En el décimo tercer piso miraba desde atrás de los ventanales. Las cortinas abarrotadas contra los vértices formaban el marco de un cuadro si se observaba la imagen desde el vacío. Desde frente, del lado de afuera de la ventana.

En pijamas avistaba la ciudad a eso de las 17 pasadas, casi 18. Un verdadero cardumen en un río revuelto la metrópoli era pura vida. Y él anclado ahí, con un suero de cada lado. Ambos brazos estaqueados por sendas agujas y finas mangueras. Barba de tres días y dos, sin bañarse.

A la altura de la cintura cuelga una delicada bolsa de plástico que destila hedor a sangre coagulada. Retrospectivas que se atropellan en la mente, unas tras otras van cayendo, amontonándose, apilándose; subyaciendo todas en un mismo lugar.

Lo único que le quedaba intacto eran los recuerdos ahora mezclados con la nostalgia. Esa dulce obsecuente tristeza que todos los días a esa hora lo asaltaba. Lo acuchillaba y extraía sus tripas, todo en ese instante era expulsado de su mente. Pero curiosamente no tenía resentimiento ni rencores. Sabía por lo que estaba pasando.

Su gran cavilación eran las mujeres, ninfas que habían pasado por su costado. Las que había amado, las que puteó, las que dejó a orillas del camino. Las polleras que levantó decorosamente en cada puerto de esos interminables atracaderos nocturnos.

Pero había un enemigo que agazapado lo esperaba todos los días a esa hora. El inmaculado cargo de conciencia. Casi puntual arribaba a esa hora y él como podía se paraba y echaba áncora frente al ventanal. No podía eludir esa inquisición del por qué en un laberinto sin respuestas, de qué se había hecho de cada una de las femeninas que amó. Que olvidó, que se las llevó a la alta mar de su cama.
Esos maremotos sexuales en veladas de tabaco, alcohol, besos, gemidos y despedidas bien entrada la mañana.

Todo trascurría en un ir y venir de pasajes en la cabeza. Ese capitán de galeón indestructible ahora, todas las tardes se las veía con él mismo. Instantáneas de una existencia que ya no es y lo exasperaba saber el por qué de tanta interrogación vana sin lugares donde responder.

Y la conciencia atiborrada por esas faltas cometidas sin saber su razón. Pero no podía dejar el soliloquio que se daba todas las tardes a esa hora. Sólo en el medio de todo eso apesadumbrado buscaba las polaroid del pasado lejano. Allá, donde surcaba esos mares al mando de su galeón invencible. Cuando era inmortal y lejano al suero, al tajo que llevaba desde hacia diez días en la zona de la ingle. En la parte de la próstata era como un cañonazo en la línea de flotación.

Ahora él, como todo capitán yacía en el fondo del océano junto a su galeón en la pieza de un hospital. Sin mares que navegar, sin mujeres que conquistar. Sin bares que cerrar. Sin más que esa nostalgia y cargo de conciencia que todas las tardes puntual lo visitaban. La hora en que la ciudad ardía con su trajinar anónimo de transeúntes.