miércoles, 5 de noviembre de 2014

Sueño de persecución

Entre esas piedras ancestrales corrían. El tomó la mano de ella y a pesar del miedo sentía lo que aquella vez primera lo sacudió, la textura de su piel y lo seca que se mantenía la mano a pesar de que se movían con rapidez entre las rocas. Rumbean tras abandonar el automóvil hacia un cerro.

Ella iba con un vestido blanco y el cabello negrísimo se ondeaba mientras buscaban alguna salida a ese improvisado laberinto que les impuso el destino. El miedo casi lo paralizaba a el a sabiendas de lo que ocurriría si era alcanzado. Sin embargo no podía dejar de mirarla, por momentos y quizás para menguar la tensión ella esbozaba sonrisas que eran más muecas para atemperar el instante.

Atravesaban la primera cintura del cerro y el vestido lo llevó a los momentos en que por primera vez la tuvo tan cerca, casi pudiendo sentir su respiración. Su olor y lo más cautivante, la cadencia al hablar. Entonces se preguntaba en forma retórica cómo pudieron llegar a eso. Qué los puso en medio de esos cerros precolombinos huyendo de un amor enfurecido por la traición.

Pensó entonces ya con pocas fuerza para seguir trepando el accidente geográfico que quizás lo mejor era entregarse a las manos de ese amor estafado y que ella viera lo que harían con el.
Ella se mantenía callada pero al ver que los perseguidores se convertían en verdugos empezó a gritar. A implorar que lo olvidara todo y que su amor, su cuerpo y alma eran sólo del estafado.
Pero era inexorable el desenlace. Los golpes seguidos de tormentos y un pasadizo de agonía antes de la muerte me despertaron.

Confundido pensé en esas rocas de Tilcara.