viernes, 18 de enero de 2013

Fueron tiempos deliciosos lo sé



Parapetados bajo un croto a escasos metros de la ventana de la cocina y otro tanto de la parrilla cargada con dos kilos de costilla, uno de vacío, cinco chorizos y tres morcillas, el tiempo, ese verdugo implacable y juez sin apuro, nos encontró unos casi quince años después. Allí estábamos: Keko, Gustavo, Walter y quien intenta este garabato, yo.
 
Con más kilos, menos cabellos y remachados por el juego a veces perverso de la vida nos juntamos ese mediodía de enero de 2013. Sumándose después Piti.
Entramos al túnel del tiempo para llegar a los finales de aquella década infame, las postrimerías de los ’90. Cuando aún nos creíamos inmortales y nuestra satisfacción terminaba en una hamburguesa de cincuenta centavos en la casa de Abel, Buenos Aires al fondo. La madrugada que dormimos por turno en casa para terminar un trabajo práctico en mi Olivetti con algunas caries.

Los recuerdos escatológicos de Keko al improvisar un inodoro sobre un par de zapatos en su pieza de la vieja casa del Cambá Cuá. La misma donde abundaban milanesas y pizzas, el anecdotario de Don José y un auto antiguo que le sirvió de tema a Gustavo para otro trabajo práctico.

Nos anclamos en esos tiempos deliciosos donde no había celulares y el face y twitter ni siquiera estaban en las neuronas de sus inventores. Y el Página 12 que comprábamos con Abel los domingos aún era un diario que valía la pena leer.    

Recordamos como si fueran caricaturas algunos rostros de profesores, algunas chicas que se quedaron en el tiempo, en aquel tiempo romántico de facultad. Y llegamos al presente kirchnerista para pedirle a Keko que nos describa la vida en Gallegos, ese confín del mundo donde llegó y lo puso a prueba con miles de adversidades a las cuales supo gambetear.

De eso se trata la vida quizás, de hacerles comer amagues a los infortunios y las fotos de este asado son eso, una gambeta al tiempo y a los años. El mediodía del 17 de Enero de 2013 nos encapsulamos en las viejas épocas y sólo de a ratos volvíamos al presente. 

martes, 1 de enero de 2013

Sueño de un 1º de Enero


Soñé que bailamos. Abrazados por el comedor como aquella vez. Quizás la única que hayamos compartido una danza.
La lluvia puso un gran toque de nostalgia y melancolía sobre sus cabellos grisáceos que hizo el momento más intenso.

Pude hasta llegar a sentir su sonrisa y hundirme en la profundidad de sus ojos. Su rosada piel suave como la porcelana. Y bailamos y hablamos y soñé profundamente esas cosas que nunca se las dije no porque no quisiera sino porque ella lo sabía a la perfección. Tanto como cuando nos mirábamos y nos leíamos la mente.

Fueron  pocos minutos pero el bálsamo me sirvió para traerla de aquel lugar desconocido pero imaginado por los mortales y volver hacerla terrenal, humana, corpórea. Así fue mi sueño de este 1º de Enero para esquivar las filosas dagas que tienen y son usadas por las fechas complotadas con los recuerdos.

P/D: Me dijeron que la vida solo es vida si hay amor
Yo te juro que mi vida, no es vida si no estás vos
Corrientes no tiene invierno pero junio te llevó
Y yo me muero de frío sobre tú ausencia mi amor. 

Para volver a soñar. Autores: Julián Zini, Ricardo "Tito" Gómez