jueves, 19 de enero de 2017

Pozo de aire

Ese pozo de aire le significó una metáfora. Las metáforas suelen tener la contundencia superadora quizás a la misma verdad. Las paredes de esa cuadrícula en el edificio estaban manchadas de humedad, un color un poco negro y otro tanto marrón.
Temía siempre al tirar las colillas de cigarrillos que esos restos ocasionaran un accidente ígneo. A veces, jugaba con esa idea de que todo ardiera en mil llamas y observar el trabajo de los bomberos una vez evacuado del lugar.
En otras circunstancias cavilaba de manera atroz cómo se estrellaría un cuerpo humano al saltar por ese agujero. ¿Cuánto tiempo tardaría en morir? ¿El deceso sería instantáneo?. Se le vino a la mente el caso de un gato suicida. Un felino con exceso de domesticación que una vez perdió equilibrio en un balcón y terminó entre los autos estacionados en la vereda. Salió ileso de aquel percance. ¿Un gato suicida?  Se repetía y le provocaba gracia y a la vez un poco de morbo, el animal destrozado en el piso producto de la pérdida de sus destrezas innatas o el mero hecho del deseo de quitarse la vida. ¿Puede a caso un animal tener semejante grado de raciocinio? No encontraba una respuesta exacta a esos soliloquios.

Ponía de nuevo la memoria fotográfica en aquel pozo de aire. Algunas noches, con las luces apagadas, se convertía en una inmensidad de lo negro. Fantaseaba a veces de que la más absoluta profundidad de los mares tenía esa dimensión de lo negro. Un negro que llevaba a la mente en una asociación libre hacia lo desconocido.
Seguía revoloteándole en la cabeza la significación de lo metafórico. El pozo de aire como un pasadizo a lo desconocido o como una especie de nimbo del tiempo. Un lugar donde justamente todo queda quieto. Sin modificarse. ¿Acaso eso era la propia foto de su vida?
Llenar papeles de diario con noticias que a nadie la importaban podría caber en ese pozo de aire. Miles de horas perdidas para estrellarse en un lugar bastante próximo a la nada. Su vida a caso estaba suspendida en ese nimbo donde nada se modificaba. Jugaba con la idea de que si el gato decidió suicidarse podría llegar a tener más decisión que él. Rió, agitó  la cabeza y se convenció que la precipitación del felino a tierra fue producto de su propia impericia y olvido de sus destrezas naturales.
A él también le había ocurrido miles de veces estrellarse ante pisos y paredes. Pero no había nada como desintegrarse tras un impacto contra el olvido.


Enero 19 de 2.017. Mañana calurosa e igual a casi todas las de un verano que lleva la prisa de un fugitivo. 10:36. Corrientes, Capital