sábado, 29 de diciembre de 2018

Claridad

Fue la primera vez que desperté esa mañana. Vi la claridad de tu ventana y aún un poco dormido pensé que estábamos viajando. No sé, como si estuviéramos en un micro y la ventana de la habitación era la del colectivo.




Sentí que así dormías a mi lado. Ambos, viajando en un micro.
Sentí paz, armonía.
Cosas que por lo general no se sienten, no las siento.

Sábado de verano, 29 diciembre de 2018. Corrientes, 15:52

domingo, 23 de diciembre de 2018

Rezar


Es domingo. Pasó la hora crítica del atardecer, anochecer, sin fútbol, sin películas, sin alcohol.
Sin programación en la tele.
Pienso en hace cuánto no entro a una iglesia. Lo que indefectiblemente me lleva a pensar en:
Rezar, creer, fe y todo lo que mantiene vivo al ser humano.

¿A caso dejé de estar vivo?
Todo fue a colación de que los 24 de diciembre hay misa. Algo desconocido para mí, quizás lo sabía en algún momento, pero hace mucho dejé de recordarlo.
Y entonces pienso en qué momento dejé de creer. El oficio, el trabajo, el amor, el olvido, la angustia, la tristeza, el resentimiento. ¿Cuándo empecé a caerme? ¿Hasta dónde caeré?



Ella me asegura que debo confiar en mí como primera medida. Y desde allí buscar la salida a esto que no sé qué es, pero se me hace como un laberinto.

La confianza en mí mismo me digo. Son casi las once de la noche y cuando retomé mi lectura de poesías y relatos, encontré un breve texto que hablaba de rezar.
Señales, digo. Justo hablaba de misas e iglesias, de fe, de creencias.
Debo planchar mi camisa para mañana lunes.
Fue un domingo más.

Domingo 22:57 Corrientes, Capital. Diciembre 16, 2018.

Abrazo


El abrazo de la luna al río. Inmensa conexión reflejada en una estela de luz sobre la superficie barrosa, marrón del Paraná que de noche es inmensamente negra.
Qué más amor que este abrazo, pienso y caigo en la cuenta de que nuevamente lo idílico se hace carne.



Desde la altura del puente se ve como un cuadro. Eterno cliché: luna, río, amores, desamores, encuentros, desencuentros.
Pero yo pienso en el abrazo. Hace cuánto no doy o recibo uno de esos que cobijan, protegen. Hoy domingo todo esto me parece un gran lugar común.

Debería ser más terrenal y dejar de huir por medio de la idealización. La luna sigue visible por un buen rato hasta que el colectivo se interna en la ciudad.
Quiero un abrazo.
Quiero estar protegido.



Domingo 23 de diciembre 2018. 11:57

domingo, 2 de diciembre de 2018

Cenizas


Buscar, encontrar. Pero buscar es la clave en lo que pareciera ser un intrincado camino que no sabemos a dónde va. ¿A qué destino nos lleva decidirnos ir tras el amor? ¿Tras la vida de otra persona?
Ella busca por caso el equilibro en estos tiempos. Dijo que una vez iniciado el año nuevo, algo que ocurrirá pronto, irá al encuentro de su ser mismo.

Su rostro bajo la luz de aquella noche primaveral estaba seguro de esas determinaciones. Como la que aseguraba no desear un amor a la vista. No tener nada de eso. “Bien lejos. Estoy tan bien ahora”, decía como recordándose todas las batallas atravesadas para llegar a ese estadío de soledad.

A su vez, hay pasión a lo que dedica su vida. Justamente, velar por otras vidas. Ahí, cuando habla de eso, se enciende y parece más radiante de lo que es. Y en su hablar no hay muletillas. Pero por sobre todo hay amor en lo que hace. Pero es otro amor, bien diferente sobre el que dice no necesitar. Aunque por ahí deja una leve hendija y es cuando dice lo de “bien lejos”. Tener un amor, pero “bien lejos”.

Yo pienso en el otro amor. En el que ella ubica en la lejanía.
En la búsqueda de una persona, pero tampoco tengo muy claro de qué se trata dicha búsqueda.

El azul del humo de su cigarrillo es una delgada cortina ante el inmenso castaño de su cabello. También intrincado por sus ondulaciones.
En la temprana mañana del otro día juntaré las cenizas de sus puchos.

30 de noviembre, 10:23. viernes, Resistencia (Chaco)

jueves, 22 de noviembre de 2018

Surrealista. Nadar bajo la lluvia

Hay algo más surrealista que nadar bajo la lluvia. Pregunta en una desganada tarde que luego se hará noche de primavera. El agudo sonido del agua. Los brazos entrando y saliendo de la superficie, braseadas que impulsan el cuerpo. Y de nuevo ese agudo. Todo transcurre en cámara lenta allí abajo. Veo el celeste profundo del fondo de la pileta y trato de controlar la respiración pero es casi inútil. No logro coordinar todo: brazadas, respiración, impulso. Aunque por momentos pareciera que sí. Que lo consigo.

Como últimamente la metáfora se me volvió analogía: comparo y mido todo lo que me pasa en el agua con la vida misma.
Mientras ocurre todo este aquelarre mental la lluvia incrementó su intensidad.
Veo ahora como las gotas caen suavemente en la superficie y hacen unas ondas perfectas. En algunos casos al estrellarse contra el agua, se forma otra gota tras esa colisión y se eleva por unos segundos para luego disolverse en este mar estancado de cloro, hojas y bichos flotando y hundidos.
El agua es tibia, abriga de la brisa y la lluvia fría de afuera. Las nubes están grises, algo negras en algunos tramos y movedizas. Creo, se me ocurre que en ese cuadro celestial el bien y el mal dirimen pleitos.
Vuelvo a meter la cabeza dentro del agua y el sonido agudo me narcotiza. Me calma, me abraza. Afuera de esta profundidad todo son dimes y diretes.
Martes  22:19 06 de Noviembre 2018.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Maquinita


Dylan canta: “Siento como si estuviera golpeando las puertas del cielo”.
Hablo con un compañero de la escasez de asado en un domingo. Afuera está radiante y el sol invita a esos fueguitos de argentinidad. Pero nada de eso al menos hoy sucederá, es tarde, casi las 14. El mate se puso tibio y debato seriamente en cortar o no el pasto. El sol está implacable como la crisis económica y social.



Miro la foto de la pequeña máquina de escribir. ¿Símbolo de lo que fui? Pensaba en ese romanticismo de la revolución. De cambiar el inexorable rumbo de las cosas. Algo que se explica solamente por la etimología: destino. Ya casi no recuerdo cuando pensaba y sobre todo creía en eso. En poder torcer el destino de las cosas desde una maquina de escribir.

Como si se tratara de un cambalache la maquinita posa en la vidriera de un negocio de venta de ropas. En el barrio, la descubrí este sábado por la noche y me colgué pensando en el simbolismo. En mi ahora caprichosa idea de ex periodista. Poner en discusión mi identidad. Toda la vida haciendo lo mismo, estar en ambos lados de ese mostrador del negocio comunicacional.

Hay angustia en el pensamiento sin embargo el sábado pasó rápido gracias a Netflix y algo de charla con amiga vía IG. Pero desperté y seguía la imagen de la maquinita en mi cabeza. Me dio ganas de comprarla ¿para recordarme quién soy? ¿Para saber el inicio de todo. Mis inicios?
No lo sé. Pondré otro disco de Bob en Spotify.
Corrientes 14:08 04 de Noviembre 2018

lunes, 15 de octubre de 2018

Una de rockeros



 La historia está hecha de anécdotas como la vida misma. Episodios bizarros. Cosas insignificantes en el momento que ocurren pero que cambiaron el rumbo de las cosas. Con el tiempo cobran importancia y explican por qué se produjeron determinados hechos, ayudan a entender el contexto histórico en que se dieron y retratan humanamente a los personajes que fueron sus protagonistas. Lejos del bronce pacato que suele dar el rigor histórico.



De eso se trata Pappo made in USA. En la ruta del delirio. Una bitácora de rock basada en Peter Deantoni. Manager que narra su relación con grandes figuras del rock y otras de la música popular argentina. Pero además, relata los inicios del mundo rockero en Argentina.
El libro inicia con la llegada de Frank Sinatra al país (1.981), digna de una escena del Padrino. Y para el final sus peripecias con el gran Carpo por el Imperio norteamericano. Su relación con B.B. King y en la mitad del libro su trabajo de manger con Los Abuelos de la Nada.

Algo que subyace en toda la obra es el vaivén de la economía nacional. Nuestra moneda (en cualquiera de sus formatos) siempre estuvo devaluada. Este viaje inicia antes de los ’70 y culmina en 2005.
Editado por Plantea y publicado en 2016.
El prólogo es de otro grande, Sergio Marchi.

Altamente recomendable para los que gustan de la buena música y de buenas historias sobre majestades satánicas.
P/D: lo encontré a $100 en una librería de Corrientes sobre calle La Rioja casi Peatonal Junín.

viernes, 12 de octubre de 2018

Reinventarte

Pensaba en la reinvención. En reinventarte.
Creo que alguna vez te conté sobre mi teoría hipotética de conocer a una persona que conociste en otra etapa de  la vida. ¿Se puede? Algo así como dos existencias pero en una. Una especie de mutación de ese ser. Lo que fue y cómo lo veías en un tiempo. Y lo que ves ahora, fuera de aquel pasado.



No sé, es una teoría que en la práctica algunas veces me dice que se puede. Es decir, ahora te veo y creo sentirte de otra forma.
Era como que antes no sé, estabas lejos. En ese pasado quizás. Pero no lo sé bien.
Sí, es como que ahora te conozco más. Que sé quien sos. Y por sobre todo te siento cerca. Aunque eso genere un tóxico anticuerpo llamado angustia.


Resistencia 12 de Octubre 2018 11:57

domingo, 30 de septiembre de 2018

Y vos, qué tipo de amor querés


Ella dijo.
Lo que pasa es que los gatos eligen: cómo, cuándo y dónde quererte. Es el amor más genuino. Sin embargo el perro siempre anda arrastrado.



¿Y vos si vas a elegir que alguien te quiera, cuál de los dos, es el amor que preferís?
Aún estaba lejos el patíbulo en que suele convertirse el atardecer del domingo. Pero fue tan o más contundente que eso.
Sólo atiné a escribirlo y luego mirar fijamente la copa con malbec.

Corrientes 30 de Septiembre 13:47
(primavera tras una noche de tormenta)

sábado, 29 de septiembre de 2018

La Coca en la heladera


En tiempos de crisis tirar la mitad del contenido de una Coca Cola litro y medio en botella de vidrio es:
(para los creyentes) ¿un sacrilegio?
(para economistas domésticos)
¿un despilfarro como la manteca al piso en los inicios del siglo pasado?
(para lo más cercano a la realidad)
¿meramente dejadez. No tomarla hasta que pierda todo el gas y se convierta en un jarabe?

Es el envase que más decora la heladera. Está rodeado por otros de plástico con agua.

Una coca en la heladera es un símbolo de férrea lucha a la crisis e indigencia.
También es la marca de que estuviste y volverás.
Corrientes 29 de Septiembre 10:25

domingo, 2 de septiembre de 2018

Espera


Espero que te vayas alguna vez. Espero en la esquina de casa ante una inmensa antena que paradójicamente es una metáfora de conexión.
En mis sueños apareces intermitentemente con el alma y cuerpo de vigilante.
Espero también librarme de otras esperas. La espera para tratar de saber quién soy. Es hora de salirme a buscar.

Creo, y a veces tengo seguridad en esa creencia que solamente la espera es lo que me mantiene en movimiento. Así de contradictorio como levantarse todos los días de la cama sabiendo que en la noche, ya nunca más podremos vivir de nuevo lo que vivimos.



Esquina de Perú y Bolivar. Barrio Libertad. Corrientes Capital. Allí donde de niño me chocó un auto. Mi bici estaba nueva y era novato en usarla.

La esquina que en la juventud ofició de enclave para pensar y beber cerveza en la inmensa soledad de las madrugadas.
Domingo 17:10 02 de Septiembre 2018. Corrientes

domingo, 12 de agosto de 2018

Solo en cines (de la aldea)


Sábado a pleno en este duro invierno. La función es a las 19:30. La película, El Ángel, dirigida por Luis Ortega.
Una pequeña fila con público variado aguarda para ingresar: jóvenes, adultos y adultos mayores.



El primer cimbronazo llega con los $180 de costo  en la entrada. Abrigo pequeñas esperanzas al filme que contó con una amplia promoción (paso por Cannes, Abril pasado) en las últimas semanas. Una vuelta por los sanitarios y a las 19:20 enfilo a la sala N° 2. Me ubico en el sector alto, frente a la pantalla y empiezan los avisos. Un alivio, no hay tanta gente muñida de alimentos. Otro síntoma de la crisis argentina que en este caso ayudará a disfrutar la película sin succiones de gaseosas ni engullidos de pororó. Un señor y señora de alrededor de cincuenta años se ubican a mi lado y ocurre el segundo estoque.

Tras los avisos aparece en pantalla el tráiler de El Ángel: ¿raro no? Que te pasen el aviso de la película que vas a ver en pocos minutos.
Llega la apertura de “Universal” con la típica imagen de las estrellas girando alrededor de un pico nevado de una típica montaña norteamericana. Y finalmente en imagen se lo ve a Tom Cruise en la escena inicial de lo que es Misión Imposible: Repercusión.
Increíble, por unos segundos pienso que equivoqué la sala pero no me parece. Busco el ticket en la oscuridad y no lo puedo encontrar. Hay un leve murmullo, un joven baja corriendo y regresa a los segundos. “Ya les avisé. Ya cambian”, dice mientras se acomoda en su asiento.

Fue sólo el inicio de una noche de tropiezos. La película agota. Parece un videoclip eterno de casi dos horas. Densidad en lo musical con clásicos del rock argentino de finales de los ’70.
Lenta en el relato del guión, tanta parsimonia que a la hora y media imploras que llegue el final. Sus protagonistas (Lorenzo Ferro; Ricardo Darin –hijo-) por momentos logran llevar la atención a puntos altos pero después el tobogán de la película vuelve a hundirte en el asiento. Mercedes Moran; Daniel Fanego y Cecilia Roth juegan con pelota dominada. El dominio que da la experiencia y calidad de buenos actores.

Al cabo de casi dos horas el filme llega a su fin. La escena final además de ser trillada es copia de otras películas.

Salgo y la temperatura bajó considerablemente. Apuro el paso para entrar en calor hasta llegar a un local de comidas. Pido una milanesa chica con papas fritas. El envase es una caja rectangular similar a la de las pizzas y pienso que semejante packaging debe ser parte de la estrategia comercial.
Una vez en casa cuando abro la caja veo que la exageración no sólo estaba en la presentación. Hay dos milanesas enormes que carecen de al menos una rodaja de limón. Recuerdo al Presidente tratando de vender ese producto al imperio estadounidense. También recuerdo el error de película en la sala, la cadencia del filme. Abro un Malbec y me zambullo en Netflix. Fin de sábado.

Domingo 12 de Agosto 11:27. Corrientes.

domingo, 29 de julio de 2018

Domingo


Como el brillo de los ojos ante la sorpresa. Como el brillo del olvido que nunca se termina de ir.
Brillante tu voz en medio de arrebatos de palabra. La pausa que pocas veces metes al hablar.

Así estaba el río aquel domingo. Movido por el oleaje de cargueros y remolcadores paraguayos en la tarde brillante. Un verdadero aquelarre bajo el inmenso celeste y blanco del cielo.

¿A caso podía verte? Y no, no podía verte en ese brillante sol rebotado en las aguas del Paraná. La gente transeúnte con la modorra dominguera. Llenos de niños, niñas, juguetes, bicicletas, pedidos de golosinas. A veces creo seriamente que los domingos son como tiempos muertos. Tiempos que no transcurren. Están pero no viven. ¿Cómo estatuas quizás? Puede ser.

Me despido del río, de su brillante rebote al cielo, de vos. Regreso a casa y el parque Cambá Cuá es una verdadera kermes. Imagino encontrarte en ese gentío. O mejor. Nos imagino en la kermes de otro lugar. Tan lejos, tan cerca.

Corrientes 29 de Julio 19:57
Domingo

domingo, 22 de julio de 2018

La salvadora. La política está en otra parte


Inclinada casi en 45 grados la señora habla con el chofer del 105. Estamos a mitad de recorrido de dicho ramal desde el Barrio Libertad hasta el puerto a orillas del Paraná.

“Abuela, ella es la salvadora ahora. Mire, tengo un montón de compañeros que hablaban de ella. Peste decían. Que era esto, que era lo otro. Pero ahora dicen que estábamos mejor antes. Podíamos comer nuestro asadito, comprarnos nuestras cosas. Ahora no se puede nada”.

Demoro en marcar mi tarjea Sube (Sistema Único de Boleto Electrónico) para seguir escuchando la conversación. Me cuesta mucho oír a “la abuela” que sigue inclinada al lado del chofer. Desde donde estoy parece un navegante leyendo la hoja de ruta a su piloto.

“Así eh..así eh. Y los remedios lo caro que están”. El conductor repone con seguridad: “Y va a ser candidata ehhhh…”

Voy hacia el fondo. Será una noche gélida y recuerdo mis eternos días de diario. Las gacetillas mal hechas pero publicadas igual. La desesperación de los criterios editoriales, las bajadas de línea. Veo a periodistas de la aldea analizando y opinando la coyuntura politiquesca. Verdaderos onanistas frente al espejo. Las jugarretas de políticos, jueces, fiscales, punteros, policías, gendarmes, piqueteros y toda la fauna del microclima que ayuda a mantener el ecosistema del sistema. El fucking sistema.

La política está en otra parte me digo y empiezo a ver la fisonomía del puerto correntino.
Corrientes Capital. 21 de Julio 2018 14:42

*La política está en otra parte. Libro, sinopsis política (2002) del periodista Hernán López Echagüe.

miércoles, 11 de julio de 2018

Matar al periodista


Hay momentos desequilibrantes. Son los que vuelven a ponerte en el lugar de donde te habías ido. O al menos eso creías. Por lo general tienen que ver con la memoria asociativa: olores, colores, música, comida. Cuando algunos de los sentidos se activan con dichas sensaciones, te llevan como por arte de magia a esos lugares recónditos que también, por lo general están en el pasado o en las profundidades mentales.

Ahora, qué hacer si lo querés reprimir y no podes porque justamente lo que te genera es placer. O adrenalina. Vaya narcótico.
Aquel viernes por la noche cenaba con la doctora Giménez que detrás de sus cristales bifocales y bajo las interminables ondulaciones de sus cabellos, leyó un mensaje de whatsApp: “Van hacer un operativo de bloqueo contra dengue en la manzana de la residencia oficial del Gobernador”. Eran las 21:45 y ambos entrábamos con ganas a las empanadas al horno en sus dos versiones: de carne y de pollo.

Fue inconsciente, pensé en lo bueno y certero que era el dato y en la forma de publicarlo.
A la Doc le confesé que me estaba llevando, con la revelación, a un lugar de donde yo me había ido. El periodismo. ¿Pero a caso me había indo en realidad?

Mientras manteníamos el férreo avance sobre las empanadas, ella con un Fernet y este escriba con un Malbec, no podía dejar de pensar a quién contárselo. E incluso cómo escribirlo y qué título (bien amarillista) se le podía poner a la nota. Había mucho para condimentar esa noticia. Ese viernes era el cumpleaños del Gobernador. Hubo un nuevo procedimiento judicial en la Gobernación en el marco de una voluminosa causa judicial que lo tiene a maltraer. Y su joven esposa marchaba en la recta final de su embarazo. Lo cual, esto último agregaría un hilo de dramatismo al impacto de la noticia.

Todo este soliloquio lo cavilé en cuestión de minutos mientras continuábamos con la charla.
Luego bromeábamos  con respecto a mi deseo de dejar de una buena vez de ser periodista. Pero la noticia no paraba de rebotarme en la cabeza y mucho más una frase, una idea que compartí en voz alta con mi interlocutora. “Yo quiero matar al periodista y vos me lo traes”, dije en tono lúdico pero como sabemos las cosas atroces siempre van montadas en una broma para camuflar su veracidad al decirlas.

Recordé así la idea de identidad que tiene que ver con el oficio. Con lo que hacemos. Si realmente nos dedicamos a lo que nos apasiona. Gran parte de la vida nos la pasamos afirmando que amamos lo que hacemos pero  en realidad nunca nos detuvimos a pensar realmente si ese amor es verdadero y correspondido.

Al periodismo se lo conoce con la muletilla del “mejor oficio del mundo”. Una verdadera estupidez empalagada de cursilería.

Aquella noche quedé pensando en esa adrenalina que hacía tiempo la había dejado de sentir. Recordé la charla con mi analista sobre la identidad y qué se había roto entre mi oficio y yo. Era bucear en otras profundidades más escabrosas que las mentales, era tarde y el viernes había sido eternamente largo. Me fui a dormir con el sueño de matar al periodista. Pero de una buena vez por todas.
Corrientes. Domingo 08 de Julio. 19:27

domingo, 10 de junio de 2018

A Marina no le gustaba el che



A Marina no le gustaba el che. Le gustaba el cine. Un poco las chicas y bastante irse a ninguna parte.

A mí ella me gusta desde su nombre hasta su cuerpo. ¿A caso se pusieron a pensar por qué te puede gustar una persona por su nombre?



Marina, sí. Desde aquel amanecer que no nos vimos más. Aquella vez que soltó una lágrima porque al fin le dije lo que sentía.
Sin embargo Marina luego fue implacable con su indiferencia y de golpe, sin secuencia alguna, se convirtió en un recuerdo que desde entonces boxea con el olvido.

A Marina le gustan las danzas de cuerdas. Ahora la veo decirme desde el fondo de los años, sentada aquella vez en el patio de la casa de té: “No  hay nada que no me guste de vos. Pero detesto cuando decís che”. A partir de esa imagen, Marina se desvanece con idéntica intensidad a la de aquellos besos.
Los besos que Marina por unas horas me dio.

Resistencia (Chaco) 11:40. 07 de Junio 2018

sábado, 2 de junio de 2018

Blues


Hay como una metáfora en esas medias en red. Son como los laberintos de mi vida. De lo que fue mi vida con ella. Idas y vueltas. Contradicciones. Amor. Decepción. Algo de odio por momentos. Regresos, partidas, viajes, sexo, sosiego, risas, llantos, pero nada de olvido.



El olvido sigue siendo un misterio a resolver. La humanidad aún no logra descifrarlo. Hablan de olvidar cosas pero para hacerlo, primero lo recuerdan.

Tan hermosa en esa butaca veo su perfil. Las piernas cruzadas, los cortes a la altura de las rodillas en el jeans negro. La pintura en los labios, los ojos como un pez. Todo eso sería mí patria es lo que pienso y entonces vuelvo a las sesiones de análisis y recuerdo lo de: apátrida, extranjero. Mis problemas con la falta de pertenencia y mi fantasía de estar siempre yéndome a ninguna parte.

Esa noche, ésta noche, cerca de ella sentí pertenencia. Sensación despertada hace poco y que se torna abrumadora. Pertenecer a algo en el sentido amplio de la existencia quizás sea como encontrar sentido a las cosas. Como las cosas que quiero decirle pero reprimo cada vez con menos ímpetu. Esa absurda idea de querer torcer el fucking destino de la vida.

A todo esto en el escenario del teatro un imbécil destruye Desconfío. Ojalá luego vayamos a cenar me esperanzo.

Corrientes 2 de Junio 13:38. Otoño

Un viejo blues me hizo recordar, momentos de mi vida. Pappo

viernes, 18 de mayo de 2018

Como si fuera París

Como si fuera París pero es acá nomás donde los colectivos nunca llegan a tiempo y los puentes colapsan. Como la gente, siempre al borde de precipio.

Cae la lluvia sobre París pero es acá donde cae y hay humedad. A París quisiera llevarte algún día y ser dos solos en esa ciudad.

Como si fuera París la jornada inicia casi sin las ganas de siempre. Como si fuéramos libres del todo hasta en nuestra imaginación.

Como si fuera un sueño en París te veo llegar y quedarte en ese marco de la puerta que lo tengo aquí enfrente. A unos dos metros y medio de mí.

Como si estuviéramos en París me siento absolutamente seguro de mí mismo por saber que estás conmigo. Y eso me hace inmortal. 

Al rato todo el soliloquio me parece tan absurdo como si realmente creyera que estoy con vos en París.

Resistencia 15 de Mayo de 2018. 13:37. Otoño

miércoles, 9 de mayo de 2018

Laberinto


No sé si alguna vez habrán reclamado por ellos. La pareja de reporteros que fueron enviados a ese recóndito lugar lleno de pobreza y mugre. Mugre de humanidad. Esos lugares donde incluso los agnósticos dicen: “Dios se olvidó de este país”.



Recordaban el último reporte de ambos relatando cómo se desplomaban dos aviones casi en simultáneo. Uno cayó pesado y explotó al tocar tierra. El segundo demoró un poco más su picada, lo hizo como en cámara lenta volcándose sobre una de sus alas. La otra estaba incendiada. Así la segunda nave se hizo añicos al estrellarse. Las circunstancias del episodio estarían relacionadas a cualquiera de las guerras étnicas que estrujaban la zona donde se hallaban los cronistas. El potencial figuraba en el reporte de los hechos.

Ambos periodistas recorrían aldeas repletas de hambrunas y enfermedades. Caminaban por callejuelas muñidos con sus pertrechos: computadoras, cámaras fotográficas de última generación, teléfonos satelitales, grabadores, anotadores y libros. Había amor cuando iban tomados de la mano. Flotaba cariño en la coincidencia de miradas y romanticismo por compartir ese oficio de intentar modificar la realidad, absurdamente contándola. Pero aquel lugar era surrealista. Casi como si no existiese. A nadie le interesaba ese accidente geográfico en el mapa. Algunas informaciones incluso consignaban la existencia de canibalismo.
Pensándolo bien y de existir Dios ni siquiera lo pensó al momento de la creación. Sólo surgió por vaya a saber qué circunstancia.

Pero algo pasó cuando no se supo más de ellos. Sólo que se habían internado en unas comarcas conexas por especies de laberintos de los cuales era imposible salir. Los nativos decían que había maldiciones para foráneos que se internaban en esas exóticas sendas.

Lo último que él recordó fue la desesperación de haberla perdido de vista. Estiraba a más no poder su brazo para tomarla y seguir caminando juntos. Pero nada. Nada de nada, ella ya no estaba y él cada vez se hundía más en ese laberinto del demonio. Los senderos no conducían a ninguna parte. Eran como pasadizos, muy estrechos, sin entrada ni salida. Sólo senderos. Hasta creyó estar montado en su motocicleta. La misma que usaba en casa, en la civilización. Realmente sentía angustia al no poder saber qué pasó con ella. Dónde la perdió de vista y cómo no la pudo sostener de la mano y seguir caminando juntos como siempre.

Esa fue la última imagen de aquel fantasmagórico laberinto que soñé en la temprana mañana de un sábado de Mayo. Desperté asustado sin saber la identidad de la mujer ni qué mierda me lleva a soñar estas cosas.

Resistencia 09 de Mayo 2018.

martes, 8 de mayo de 2018

Vejez prematura



Hay un complejo de viejo. Una vejez prematura. Algo que te acerca, tal cual lo relatas, a la imagen de tu padre. Un parecido. Una identificación con la cual estás en desacuerdo.
Peruzzi, el analista, describía las conclusiones de la sesión de aquel viernes de otoño por la tarde.


Gran parte de mi vida había transcurrido sin recuerdos. De hecho esa fue una de las búsquedas en el psicoanálisis lacaniano dirigido por Peruzzi. Sobre el diván, las imágenes que empecé a recordar de mi padre eran la de una persona abatida, cansada, como esperando los últimos momentos del ocaso de su existencia. Un dato relevante pero que pasaba inadvertido. Nunca lo había visto trabajar, desde el uso de mi poca razón y recuerdos de la infancia, siempre fue un jubilado. Esa imagen fue contundente para ese proceso de identificación con el cual según Perruzi, yo estaba en desacuerdo. Y a la vez manifestaba amor hacia mi padre. Ahora pasando los 40, inconscientemente, esa nostalgia y melancolía a mi padre se me hacía carne. Yo estaba viviendo el último tramo de existencia de mi viejo. Lo que realmente me ponía en una encrucijada porque toda mi vida, desde la adolescencia hasta bien entrada la adultez, siempre, pero siempre creí que estaría en la antípoda de mi padre. Al parecer había vivido equivocado con dicho presupuesto.  

En la actualidad yo representaba esa imagen de hombre cansado y abatido que ya había vivido la vida. La diferencia radicaba en algo sustancial. No tenía más de 60 años. Edad en que el corazón de mi padre dejó de funcionar.


Y entonces allí estaba. Con la angustia y ese inconfundible sabor a nada. Abulia que llevaba meses anclándome en el vacío existencial que producía no saber qué diantres me pasaba. Con el plus de empezar a descubrir un proceso de identificación hacia una persona sobre la cual pensé ser distinto.

Lo peor de la angustia es cuando no se sabe el motivo.

La abulia es la pérdida de incentivo, de deseo, de no encontrar el impulso, el motor que nos lleva a realizar cosas de manera cotidiana. Justamente cada vez tenía menos ganas de emprender tareas. Incluso el oficio mismo de periodista ahora me parecía más a un error. Quizás otro paradigma equivocado de mi vida. Pero esa es otra historia.

Todo parecía como una reiteración de cosas diarias. Una y otra vez. Y esa constante retrospectiva por las vivencias que había tenido en el pasado. Era la vejez prematura apuntada por Peruzzi.

Resistencia y Corrientes (Capital). 7 y 8 de Mayo de 2018.

sábado, 24 de marzo de 2018

Un instante (sueño)

Brillabas y reías en esa chaquetilla blanca. Tu nombre estampado en el pecho y tus descomunales rulos siempre tan a flor de piel.
Fue tu risa inmensa, tu boca que besaría por todos los tiempos inmortales que nos queden, lo que me sorprendió. ¿A caso así es el instante del amor? 


Claro que fue un instante pero eterno. Intenso y breve. Así de contradictorio como la vida misma.
Estábamos rodeados de otros uniformes, los de tus compañeros, éramos felices en ese espacio de tiempo. Siento, creo, que te amé porque yo también estaba feliz.

Y este sueño difiere abismalmente de uno similar dos semanas atrás. Aquí estaba alegre y sin miedos de unirme a alguien y eras vos.

"Ella existió solo en un sueño.
Él es un poema que el poeta nunca escribió"
La Renga

sábado, 10 de febrero de 2018

Sí lo soñé


El momento más crítico fue cuando salí del departamento. Estaban todos los familiares de ella en una frenética planificación. En realidad sólo quedaba ajustar detalles. Creo que estaba nublado. No lo sé, me sentía tan mal. Estimo que volví a sentir angustia. Esa sensación de que te aprietan el pecho. Una fuerza abrumadora te contrae la tráquea como si la llevara hasta la columna vertebral.

Apoyado sobre el pilar del medidor de energía, sobre la vereda, a mis espaldas la silueta monstruosa del edificio y desde el balcón escuchaba la charla y las risas. Algunos ruidos de copas. Otro brindis por los novios. A lo lejos el hermano, mi cuñado, que ya iba por la segunda botella de vino.
Yo estaba ahí, herido, angustiado y frágil sin saber bien qué había pasado. Por qué me encontraba a punto de unir mi vida con alguien y no tenía a nadie de mi familia para invitar. Los había dejado de tratar hace tiempo. Con algunos de mis hermanos incluso cargaba varios años sin hablar.

Vuelvo hacia atrás. La primera vez que nos besamos. Su cabello rubio, su belleza y su voz. La cadencia de su voz era lo que me había vencido aquella tarde en el parque. Pero no puedo avanzar en los recuerdos. Regreso de inmediato a la mesa grande que está a mis espaldas con la madre y los hermanos de ella. Todos felices por la unión, por la nueva vida que se viene y yo sintiéndome un paria. Un verdadero desalmando en esta vereda desierta de otoño. A caso llegó la hora y no es lo que quiero. Está por ocurrir lo que nunca quise. Contra lo que siempre luché. Sí, en esos términos bélicos.

Me siento raro, ahora como con un malestar físico un vaho está a punto de salirme por la boca y aparece la imagen de mi madre. Sentada en el patio de su casa tomando mate, lleva puesto uno de sus tradiciones batones de abuela. Me siento aún más perturbado porque vuelvo a la planifación de la fiesta nupcial y no sé si al menos ella estará invitada para la gran noche.

Siento una especie de ardor en la boca. Lado izquierdo superior. Es donde me hicieron la extracción de muela. Me incorporo en la cama, es sábado 07:20 y enumero todas las mundanidades que debo hacer.

Soñé que me casaba y no tenía familia a quien invitar, es lo que pienso. El jueves que viene lo hablaré con Peruzzi (analista) y dibujo una mueca mientras espero por el agua caliente para el café.

Corrientes 10 de Febrero 2018. 12:05

jueves, 25 de enero de 2018

Hace tiempo nos tapó el agua

“Permiso…serán que pueden hacer la cola de este lado que estoy escurriendo”. Las 8:20 de la mañana de un martes de Enero y un vendaval se desata sobre Corrientes Capital. Ocurre en forma intermitente desde hace al menos tres días. El hombre con un impermeable que hace muchos años frenaba el agua, botas y con su elemento de limpieza, es un Quijote ante la torrencial lluvia.
La fila de personas que aguardan remises para salir de ese patético lugar llamado terminal de ómnibus no es ni extensa, ni breve. Los vehículos suspendieron la salida debido a que gran parte de la ciudad está inundada.

La lluvia penetra dentro de la terminal por varios sectores debido a su intensidad y extrema precariedad del edificio. Una construcción de inicios de los ’80. Incluso al descender de los micros te mojás y mucho más si tenés que buscar valijas en el baúl del colectivo. En el segundo piso del edificio la gente se resguarda o tiene esa esperanza. Como pueden suben con los bultos, no hay escalera mecánica. ¿La gente mayor. Los discapacitados motrices?. Deben lidiar con los charcos en el piso y la penetrante precipitación que por momentos pareciera caer en forma horizontal.

Tampoco hay un bar o café medianamente aceptable. La oficina provincial de “turismo” está sellada. No hay personal de la terminal que indique o de informes sobre cuándo amainará el temporal. No hay inspectores de la municipalidad y sólo un obeso policía contempla con nostalgia la lluvia. El resto de sus camaradas matean encerrados en la “comisaría de la terminal”.

Luego de dos horas de espera un Renault Clio gris se convertirá en anfibio. Los remises son compartidos según la zona donde se dirigen. El chofer del que me tocó tiene humor a prueba de cualquier tipo de adversidades. Una pareja de ancianos están entre preocupados y asustados. Van en el asiento de atrás. Una tercera pasajera interroga: ¿De dónde son?. De mercedes responde la señora. Tienen turno médico a las 10 de la mañana en el Sanatorio Norte. Son 09:45 y estamos muy lejos de su destino.

Pienso en la metáfora política del lugar de procedencia mientras en la radio a un excesivo volumen (Radio 2) parlotean lúdicamente sobre la tormenta. Los parlanchines radiales exageran el mal hablar de los correntinos y es lo que seguramente genera empatía entre oyentes y emisora.

El conductor busca calles alternativas que tengan algún grado de transitabilidad. “Esto es todo política. Hacen el pavimento pero no las cloacas. No hay bocatormentas (desagües)”, analiza cuando se ve una senda asfáltica totalmente tapada por el agua. Los oyentes de Radio 2 dicen lo mismo pero más enojados. Están inundados, con algunos alivios, desde hace tres días y van por el cuarto. Los parlanchines sólo bromean con chistes grotescos y burdos. Se me viene la imagen de chimpancés circenses.

También lo de “Corrientes República aparte”, “capital nacional del chamamé”, “Argentina si está en guerra. Corrientes te va ayudar”, la letanía del chamamé al sufrimiento: al éxodo, a la mujer que calla, al “apurate José que se está viniendo la creciente otra vez”. La infinidad de santos y vírgenes; gaucho gil, san la muerte, etc, etc. Podrían dar una mano ante el vendaval. ¿O estaremos condenados al éxito pero antes debemos padecer?

En medio del soliloquio recuerdo el Plan hídrico que con 22 caños solucionaría el drama de las inundaciones urbanas producto de intensas lluvias. Fue anunciado por las actuales autoridades comunales en campaña durante Mayo del año pasado. Parecía que lo tenían todo previsto. Recuerdo a su vez a las otras autoridades municipales, anteriores a las de ahora que con cada lluvia chapoteaban en el barro.

Llego a casa dos horas y media después de arribar a mi ciudad. Pienso otras desidias del lugar de veraneo de donde vine. Es casi lo mismo que ocurre en Corrientes, sólo difieren los matices.
Hace tiempo nos tapó nos agua.


Corrientes Capital. Jueves 25 de Enero. 15:10