domingo, 29 de julio de 2018

Domingo


Como el brillo de los ojos ante la sorpresa. Como el brillo del olvido que nunca se termina de ir.
Brillante tu voz en medio de arrebatos de palabra. La pausa que pocas veces metes al hablar.

Así estaba el río aquel domingo. Movido por el oleaje de cargueros y remolcadores paraguayos en la tarde brillante. Un verdadero aquelarre bajo el inmenso celeste y blanco del cielo.

¿A caso podía verte? Y no, no podía verte en ese brillante sol rebotado en las aguas del Paraná. La gente transeúnte con la modorra dominguera. Llenos de niños, niñas, juguetes, bicicletas, pedidos de golosinas. A veces creo seriamente que los domingos son como tiempos muertos. Tiempos que no transcurren. Están pero no viven. ¿Cómo estatuas quizás? Puede ser.

Me despido del río, de su brillante rebote al cielo, de vos. Regreso a casa y el parque Cambá Cuá es una verdadera kermes. Imagino encontrarte en ese gentío. O mejor. Nos imagino en la kermes de otro lugar. Tan lejos, tan cerca.

Corrientes 29 de Julio 19:57
Domingo

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