lunes, 20 de septiembre de 2010

Un burrero verborrágico

¿Se puede hablar ininterrumpidamente por tres horas a bordo de un micro y no dejar dormir al pasaje? Sí, Carlos, un burrero empedernido explicó sin querer apoyado en su verba inflamada, lo que es el negocio de las carreras cuadreras en la región.

Junto a su esposa “la gringa” y un cuidador de caballos, “pitu”, el extravagante corredor subió al ómnibus a la salida de Goya con tanta mala suerte para los demás pasajeros que su destino final, fue la capital provincial.

En la Terminal de Corrientes hizo combinación a Posadas (Misiones), allí lo aguardaba una “gran carrera” prevista para el mediodía del domingo, el regordete apostador en su afán de comunicarse se explayó sobre detalles de cómo “buscar la suerte”.

Según Carlos, el azar puede ser armado a imagen y semejanza de cada uno, en el caso de los caballos y las carreras, el secreto radica “en el ojo que uno le pone a la yegua o al potrillo”.

Así, según el avezado ludópata de los equinos, “uno hace su suerte” y se alza con varios miles de pesos por carrera.

Además y mientras escanciaba cerveza en lata dentro del micro, en su monólogo que lo tenía como interlocutor al joven “pitu”, contó también que su verdadero trabajo está en el sur. El mar, se embarca tres meses al año: “Porque yo ya no estoy más para irme por seis meses y ahora tengo que ver cómo hacer porque me están llamando de la empresa, quieren que vaya para octubre, pero el 20 tenemos la gran carrera en Vera (Santa Fe)”.

Carlos, como hacedor de la suerte, ya tiene su plan para diferir su incorporación en el navío para el próximo mes, inventará alguna enfermedad, presentará un certificado médico, previo pago efectivo al facultativo, y finalmente se incorporará a la tripulación recién en diciembre, antes de las fiestas de fin de año.

De clase media baja vive en un barrio goyano donde varias veces terminó en la comisaría jurisdiccional, pero jura que “nunca yo hice nada” y afirma contundente que “el apellido de ella pesa. Pesa mucho más que el mío”, en silencio y a penas agregando algún que otro bocadillo, “pitu” que habla con setas, a todo dice que sí y debe ser no tanto por coincidir sino porque abriga una vana esperanza de que su amigo se calle por un rato.

La gracia de “la gringa” a Carlos más de una vez lo salvo de las garras de la justicia y de la fuerza pública, “el fiscal es el primo”, dice sin develar identidad del funcionario judicial. En ello radica “el peso” del apellido de su mujer que increíblemente duerme a su lado mientras Carlos no para de hablar y beber.

“Paturuzú”, “La caída”, “El responso” y una serie de extravagantes nombres de caballos se me pierden en la mente, cuando el micro empieza a maniobrar para ingresar a la Terminal de Corrientes, ruido a latas vacías dentro de una bolsa de supermercado se escuchan bajo el asiento que ocupe y el de “pitu”, mi compañero de habitáculo.

A un costado, Carlos, gira su denso cuerpo y despierta a “la gringa”. Nadie sin poder dormir gracias al verborrágico burrero busca la salida del ómnibus.

Yo pienso en eso de “hacer la suerte”. Porque tras la carrera que ganó en Goya este sábado por la tarde, también se coronó campeón de un torneo de truco, una jornada completa para el apasionado de la timba sobre cuatro patas.

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