martes, 12 de octubre de 2010

Un libro de cómo priman los grandes intereses sobre lo humano (*)

‘Crónica del ocaso’ es el nuevo trabajo del periodista Hernán López Echágüe que recorrió el Litoral argentino y uruguayo. En la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) presentó la obra que describe cómo viven los habitantes de las zonas rurales de ambos países. La devastación que producen fábricas e industrias del papel en el hábitat de las familias campestres. Durante la presentación un poblador originario y pequeño productor de San Miguel, contó cómo fue expulsado de su chacra.

"El libro que escribí es el que me gusta leer a mí y tiene cosas que no las encuentro en los diarios ni en otros medios. Como escritor y periodista crecí mucho más desde que me fui de la Argentina". En hojotas, bermuda y una sudadera blanca, Hernán López Echagüe parece un típico turista y pasa inadvertido entre los correntinos que caminan por avenida España esquina 25 de mayo.

Con la afirmación inició la charla informal sobre su nuevo libro, en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), donde hace menos de un año estuvo para explicar justamente las ideas principales de lo que era la obra cuando estaba en ciernes.

En la esquina del edificio sindical llegó caminando con la parsimonia característica de su ser. Detrás de los lentes un rostro que muestra ser comprensible y extremadamente tranquilo. El libro retrata y describe las vivencias de los campesinos argentinos y uruguayos que habitan el Litoral de los dos países limítrofes.

"Es un libro tardío, me arrepiento de no haberlo escrito antes. Desde el año 1985 en que se aprobaron las leyes forestales y empezó la forestación masiva en campos de Uruguay y de la Argentina, algo que hizo foco en nuestro país, en el Litoral; Entre Ríos, Misiones y Corrientes".

Para la recolección de datos Echagüe viajó justamente por las tres provincias mencionadas. Cada una de ellas lleva un capítulo dentro de la obra, con personajes de carne y hueso que habitan pueblos y zonas rurales casi desconocidos por el resto de la gente, funcionarios e incluso, de difícil hallazgo en los mapas.

"Siempre busqué las historias en el llano y no me dejé llevar por lo que dicen los funcionarios o en este caso, los grandes empresarios o millonarios que llegaron a esta zona con sus ideas de industrializar el trabajo agrícola", dijo.

Perfil y más sobre el libro

El periodista que hizo sus primeras armas en el oficio durante la originaria época del matutino porteño Página/12, vive en La Nueva Palmira (Uruguay), desde hace nueve años. En una especia de autoexilio después de sufrir persecuciones y atentados contra él y su familia. Fue en represalia por investigaciones sobre la mafia que existía dentro del mercado central de Buenos Aires a comienzos de los '90.

En ese pequeño poblado del vecino país también cambiaron las cosas desde hace algún tiempo: "Al puerto lo removieron todo, desde un calado que le hicieron hasta los barcos que se ven ahora, en ese puerto de Palmira es de donde saldrá la producción de Botnia hacia Europa".

Lo que relató en ese sentido sobre la pequeña comuna donde vive, fue una muestra de lo que está ocurriendo en la zona limítrofe de Uruguay con la Argentina. "Antes los pescadores sin trabajar mucho sacaban por día mil kilos de pescado, ahora son 400 kilos con un trabajo que lleva mucho más tiempo, yo lo llamo el río sin peces".

El domicilio de Echagüe está a una mediana distancia del tan conflicto Fray Bentos. Otro pequeño poblado donde se erige la pastera finlandesa Botnia a la que vecinos de Gualeguaychú (Entre Ríos) intentan expulsar. "Hay un campaña que la llevan adelante medios de la Capital Federal que desviaron la atención al verdadero problema que es la contaminación que ya sufre la gente de los dos lados de la orilla del Río Uruguay. Ese problema de radiación, lluvia ácida e insecticidas que son arrojados por toda la zona viene desde hace al menos diez años", contó.

Los asambleístas que pugnan por el levantamiento de la pastera erigida frente a la ciudad entrerriana, también forman parte de ‘Crónica del ocaso’. "Los límites entre las dos ciudades no existen, tenemos las mismas culturas, nos mezclamos con las mismas mujeres, las mujeres entrerrianas se casan con uruguayos de Fray Bentos y vicevers. Pero por sobre todo, este tema de Botnia afecta a todos por igual", repitió el cronista escritor.

De cada uno de los pueblos y parajes por donde anduvo "me llevé muchos amigos, es curioso pero desde que me fui del país tengo más amigos argentinos que antes y conocí más mi país desde que vivo en Uruguay".

Relato de un despojado

Gilberto Vallejos nació, se crió y vive en el campo. Con más de 40 años y barba de varios días su oscura piel lleva la marca del labrador. Parecen como tatuajes hechos por la misma tierra. Con su familia desde que se casó vive en la Colonia San Antonio perteneciente al departamento San Miguel (Corrientes).

El caso de este hombre lleno de sabiduría que dan los años y el andar por los montes en contacto con la naturaleza en estado puro, patenta las aberraciones a las que son puestos los habitantes de las zonas rurales. Donde la demarcación de los límites de la tierra no está bien hecha y la balanza de la justicia siempre se inclina hacia los más poderosos.

Vallejos compró una pequeña parcela para producir y alimentar a su familia pero además, quería comercializar lo que salía de la huerta. Pagó con esfuerzo ese terreno y con papeles en mano nunca pudo demostrar que realmente era el dueño de ese lugar. "Aparecieron como tres dueños más y yo no entendía nada", señaló ante la audiencia en la sede de ATE.

Pero lo que más extrañó a Vallejos fue que el propio gobierno provincial en la época de la última intervención federal (2000-2001), supuestamente le financiaría un proyecto productivo. Algo que jamás se hizo y el desencadenante de la historia llegó "el 24 de septiembre de 2005 a la madrugada –contó- llegaron los policías a mi casa y me tiraron a la calle como a un perro, a mi familia, me pegaron y me dispararon con una Itaka al lado de la cabeza. Desde el suelo veía como tiraban abajo mi casa, mi chacra y mis animales".

Durante cuarenta minutos relató todo lo que pasó después para recuperar el lote y "la ayuda fundamental que me dieron mis amigos de San Miguel. Sin ellos yo no hubiese hecho nada porque estaba muy mal, muy mal porque no entendía que pasó. Esa es mi tierra, yo me críe en el departamento San Miguel y por eso compré un poco de tierra para seguir trabajando ahí y criar a mis hijos en el campo que es el mejor lugar donde puede vivir un ser humano".

Actualmente el terreno está rodeado de alambrados desde donde se puede divisar, a muy pocos kilómetros, las coronillas de pinos y eucaliptos, instantáneas del avance de la forestación implantada. La historia de Vallejos se repite con otros nombres en otras geografías de Corrientes, Misiones, Entre Ríos y poblados de Uruguay. Donde la mano, la máquina y la sed de dinero del hombre, devastan siglos de cultura y tradiciones autóctonas. De eso habla ‘Crónica del ocaso’.

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* Publicado en www.corrientesonline.com el 10/02/2007 luego de la presentación del libro por parte de su autor en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de Corrientes.-

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