jueves, 8 de agosto de 2013

Sponsoreo

No hace mucho cuando ejercía de exégeta de un gobierno fueron muchos los colegas que se acercaban en
las tradicionales mañanas de mate en el patio interno de la casa de gobierno local, y entre amargos y cigarrillos me proponían: “Conseguime una pautita y después arreglamos”. Otros, eran un poco más puntuales: “Vamos mitad y mitad”.

En la fauna de nuestro rubro, el oficio de la prensa y sus alrededores, los colegas en su mayoría cuentan con sponsoreos. Como si vistieran una camiseta de fútbol, algunos lo obtienen de legisladores, concejales, ministros, sindicalistas y obviamente de las usinas repartidoras de la propaganda oficial en los dos mayores anunciantes por estos tiempos: las administraciones provincial y comunal.

También los que se dedican al mundo del espectáculo que en la aldea suelen querer confundirlo con “cultura”, llega el sponsoreo, a veces en formatos un poco más indirectos: buenas notas con lindas polaroid a cambio de entradas y consumiciones gratis, una “exclusiva con el artista”, algún que otro viaje al show en la gran ciudad de la Capital Federal. Hospedados en buenos hoteles.

Otro tanto se versionan en el sponsoreo con suplementos de diferentes rubros, aunque el de “cultura” y “producción” son los que abundan. Al último deberían agregarle “primaria”, porque se agota en la cría de vacas, siembra de arroz y forestación, tal cual ocurre con la matriz de nuestra provincia será muy raro encontrar en esos envíos algo ligado aunque más no sea a un tornillo ya que no poseemos industrias en Corrientes.

Otra faceta del oficio es la dinámica rural de los medios: capataz y por debajo peones, al capataz se lo mantiene contento y a los que están por debajo se les muestra unos espejitos de colores para que crean que algunas vez serán capataces.

En este laberinto de vicisitudes me encontré por estos días cuando el gobernador Ricardo Colombi dijo en un acto político que se sentía “acosado” por unos cronistas de un canal de televisión de la vecina comarca. La que está al otro lado del Paraná y que se llama Chaco, su capital, Resistencia.
No pasaron dos días que uno de los periodistas de dicho medio fue demorado por la policía provincial ya que circulaba en un vehículo que presta servicios al canal chaqueño. Recórcholis.

Extraño que el medio con tanto ahínco en hallarle la basura debajo de la alfombra al gobernador correntino, la cual es muchísima, no mida con la misma vara lo que hace el gobernador en la aldea vecina.

Pero el laberinto se hacía mucho mas estrecho a la hora de publicar el arresto de un par de horas del colega. Sabido es que entre los medios, las empresas, la competencia, el celo y la envidia, son feroces. Algo que también habita con densidad entre los journalistas.

“Ahora que se están cobrando para hacer el trabajo sucio quieren hablar de libertad de expresión. Con el periodista todo bien pero con el medio que se vaya a la puta. Esos –los del canal- están pagados por (Camau) Carlos Espínola, candidato a gobernador del Frente para la Victoria-. Ese, por el periodista, cobraba de acá y de allá, ahora que se cagué”. Estas son algunas de las cosas que escuché, entre chistes pero que maquillaban la verdad del estado de cosas en la que vivimos.
Lo que dije más arriba. Que casi todos cobran. Para hablar o escribir, bien o mal. Con idéntica intensidad todo según lo que venga en el sobre o a cuántos espectáculos gratis se pueda ir y cuántas cervezas y champagnes podemos beber de arriba. O mejor dicho, a cuenta de nuestro trabajo. En definitiva nos garpan para eso. No hablo del sueldo en sí mismo. Hablo de lo otro. Del sponsoreo.

Amparado en tecnicismos legales el gobernador correntino logró intimidar utilizando al Estado para que no se conozca su costado más oscuro, el que justamente no quiere que se conozca y para el cual vuelca jugosas partidas publicitarias a los medios y a una corte de cronistas que lo sigue a todas partes. Nada que otro gobernante no haga.


La pregunta en esta marea de cosas es al fin de cuentas. ¿Dónde está la libertad de expresión? ¿Dónde se la atraviesa? En la orden que dio el mandatario para detener por un ratito a un cronista o en el idea y vuelta comercial en sus diferentes facetas descriptas más arriba. 

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