domingo, 5 de junio de 2011

¿Como son los correntinos?

Jorge Fondebrider en la segunda jornada de su disertación en el taller de Periodismo y Literatura fue contundente al joven coordinador del curso: “No es una cuestión de deidad, si no tengo wi fi bueno, guardo la computadora a pesar de que dijeron que en el hotel había. Pero al menos duermo y que de la canilla me salga agua. Decile al que dispuso el hotel que es muy malo el servicio, no puede ser que no pueda dormir porque hasta la una de la mañana ponen música en el bar”.

El muchacho de la subsecretaría de Cultura soporta estoico y sin emitir palabra como grabando hasta punto y coma el planteo.

Cómo explicarle a este hombre de mundo, letras y cultura que lo que padeció durante la madrugada y en las primeras horas de haber llegado a Corrientes es una constante en la capital de la provincia. Si bien lo aclaró, no es una cuestión de deidad, pero grandes artistas no se hospedan en esta ciudad en la previa a un show, lo hacen al otro lado del río Paraná, en Resistencia (Chaco).

Corrientes es la capital provincial más poblada de todo el Nordeste argentino, casi llega a los 500 mil habitantes y lidera el conservadurismo ante sus pares de Misiones, Formosa y Chaco.

Desconfiado, sumiso y con una tolerancia que se asemeja al conformismo el correntino de capital y de la costa del río Paraná se diferencia ampliamente de su homónimo de la costa del río Uruguay. Ambos afluentes abrazan a la provincia de norte a sur definiendo además el rasgo característico de sus habitantes en ambos extremos del mapa y en el caso de su metrópolis, a orillas del Paraná, fundado en este confín de la Republica.

Sobre ese marco de conservadurismo la sociedad correntina supo regarse de buenos mitos. Por ejemplo lo del paye, una especie de mitología guaraní que se remonta hasta antes del arribo de los colonizadores en el sigloXV, dicen que quien anda por estos lares queda cautivado por una rara e inexplicable razón que lo hace volver siempre.

Claro que en aquellos tiempos no existían los malos hoteles como el que le tocó en desgracia a Fondebrider. Mucho menos si el forastero desea comer algo en plena siesta o en la alta madrugada. La ciudad en esos márgenes horarios es un desierto sólo poblada por fantasmales transeúntes.

Creo que la escasez de buenos servicios en Corrientes está atada a su idiosincrasia del recelo hacia todo lo que sea de afuera. Algo que con sangre y látigo de mayordomo la dirigencia política de la provincia supo imponer a los correntinos. Otra muestra de ello es el prefacio: “Si Argentina está en guerra Corrientes la va ayudar”.

Semejante jactancia de altruismo que suena a una declaración suicida lleva a pensar que Corrientes es un apéndice de la República Federal que la Argentina al menos en su declaración de independencia lo establece.

“Corrientes República aparte” es otra de las máximas que cada uno de los gobernantes supo inocular a fuerza de repetición a sus conciudadanos para marcar que algo de satélite con respecto al país, tenemos los correntinos. Ambas definiciones están concatenadas y reafirmaron durante lustros el aislamiento del resto del país como si fuera una filosofía de vida o una naturaleza a la cual debemos entregarnos.

Esto de la mirada fruncida sesgada por el dejo de la desconfianza se traslada a otras aristas como es el carnaval. Algo caro al sentimiento del correntino capitalino, tan caro que no lo comparte con nadie.

Esta expresión de correntinidad tuvo sus años dorados a fines de la década del ’50 y ’60, ya en los ’70 empezó a decaer y con la llegada de los gobierno militares desapareció. En los ’80 con democracia reestablecida siguió en la cripta del olvido y recién en los menemistas ’90 volvió a ver la luz.

En la purpurina se ve marcadamente lo dicho más arriba, el evento carnestolendo se convirtió en los últimos años en una mera fiesta de entre casa que no trasciende las fronteras de los accesos y egresos a la ciudad capital. Ni siquiera son invitadas comparsas del interior provincial tan o más buenas en lo artísticos y bellezas de mujeres, que las capitalinas.

Con eso, mucho menos las plumas vernáculas no pudieron competir con sus pares entrerrianas de Gualeguaychú. Actualmente Entre Ríos logró, con mucho trabajo y esfuerzo, quedarse con la plaza carnestolenda del país. Lo hizo porque supo y entendió que el negocio va de la mano de un buen espectáculo y creó en esa ciudad todo un marco para afianzar un evento año tras año, ahí nuevamente se me viene a la mente lo de Fornabrider; ¿cómo será el servicio hotelero en Gualeguaychú?

En cambio cada verano la correntinidad se esmera en apresurarse para el carnaval un par de meses antes de enero. Con gran batifondo apuran al Estado provincial o municipal para que financie el evento y de esa manera las familias encumbradas de la capital correntina puedan salir a la avenida a mostrar su despliegue escénico, algo que muchas veces queda en un burdo exhibicionismo de chicas con apellidos compuestos con mucha prosapia local.

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