viernes, 9 de abril de 2010

Estigmas: Poliseguidores

El gobierno provincial está decidido escarmentar a los policías provinciales cuyas preferencias musicales no congenien con el buen gusto y no se enmarquen fuera de la bizarría y “grasedad”.

Un grupo de jóvenes uniformados no prefieren el chamamé, folclore, rock nacional ni mucho menos pop internacional; nada de eso. Los muchachos son proclives a la cumbia aunque en este caso no de la buena, se debe a que profesan con la música tropical de uno de los grupos más convocantes de los últimos tiempos.

Yiyo y los chicos 10 son para las barriadas como una especie de entelequia que les hace llegar al centro de la ciudad sin escalas y con respeto, los jóvenes policías el pasado fin de semana decidieron ir a escucharlos y verlos a bordo de sus motocicletas y allí nuevamente emergió el estigma de la delincuencia, contradictoriamente una marca que muchas veces es utilizada por la propia policía para atrapar a ladrones de poca monta.

“No vamos a tolerar lo que combatimos”, dijo el ministro de Gobierno y Justicia, Gustavo Valdés, com-bati-mos…no será mucho, reprender por los gustos musicales de un grupo de casi adolescentes “polis” que sucumben al estridente ruido de las bandas tropicales.

En fin, para muestra basta un botón, los estigmas con los cuales cargan los excluidos se institucionaliza en las políticas estatales y de hecho, la reprimenda a los polisegudiores que iban a ser trasladados a recónditos lugares de la provincia por formar parte de algo que supuestamente el gobierno combate, como ser las interminables caravanas cumbieras, así lo demuestra.

La señora que sale del banco o del cajero automático y ve un pibe con gorrita caminando o en moto, instintivamente sujeta con más fruición su cartera; la cajera de un quiosco que extienden el cambio a un pibe de piel oscura, poco aseado y otro tanto famélico con busito y capuchón, aprieta fuertemente los dientes contra el labio inferior y no le quita los ojos de encima al de seguridad.

Así, los estigmas nos muestran dónde están los miedos. El hecho de los poliseguidores es una muestra acabada de ello.
A Valdés debería ocupársele la mentalidad en ver otras cuestiones, la buena formación de los uniformados, preparación intelectual y física, además del estado en que se encuentra la fuerza. Incorporar tecnología y capacitación continua de los numerarios y sanción a los que se les va la mano con los detenidos, en apremios o plantación de pruebas, no inmiscuirse en los gustos musicales de cada uno de ellos.

Más allá de que la music en cuestión no es de mi agrado no por eso todos los que la degustan son pibes chorros.

La foto que adorna estos vagos pensamientos dislocados de un viernes otoñal contrasta con la idea de “combatir” el delito que tiene el gobierno y el de la provincia no es el único, porque el estigma de que la pobreza delinque, es un razonamiento nacional.

Policías empujando una vetusta camioneta Ford F 100 para perseguir a uno de los delincuentes que participaron en el intento de robo a un odontólogo el pasado jueves por la mañana en pleno barrio Cambá Cuá, el móvil nunca arrancó y el malhechor sigue prófugo.

Para Valdés..¿Qué música escuchará?.-

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