lunes, 15 de marzo de 2010

Aquella noche

Aquella noche parecía como una más de todas, a pocos centímetros de su boca tenía la de ella. Se apareció para esa velada enfundada apenas en unos diminutos jeans y una remera negra sin mangas.
Hablaban de trivialidades pero en sus mentes estaba la libido y las estrellas bajaban lentamente por esas gradas en las escaleras invisibles que sueles tener las madrugadas, ya no recuerdan qué misterio los llevó a esa circunstancia en el patio de atrás de la casa.

Sin embargo en el presente todavía existen aunque ya no tanto con noches como aquella, la de hace dos años atrás. Son otras veladas y otros desvelos los que los acucian, en particular a el. Ella casi nunca pierde el sueño, tiene el sueño pesado o el de los bebés que no oyen nada del exterior cuando están en ese mundo de somnolencia.

De vez en cuando se preguntan en qué pueden proyectar algo, otras tantas caen en la cotidianidad y muchas otras más prefieren seguir escrutando el horizonte detrás del timón del buque de la vida diaria.
Así van, al menos por ahora juntos, tras veinticuatro meses de aquella noche. Esa, en la que se sintieron inmortales y desprovistos de cualquier cosa terrenal.

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