lunes, 10 de enero de 2011

Arrebatos de celulares, casi una delicadeza

Hipólito Yrigoyen y Brasil. Diez y media de la noche y mucha gente caminando, aprontándose para una buena noche sabatina.

Sobre la vereda de Yrigoyen una pareja de adolescentes camina acompasadamente, el muchacho habla por celular, la chica va de su brazo mirando los autos pasar, no presta atención a lo que habla su novio, distrae la vista en la calle y transeúntes.

Desde atrás sigilosamente casi inadvertido un pequeño motociclista –sobre la calzada- se adelanta por la derecha, lado donde el adolescente sostiene el teléfono móvil, con sutileza desplaza su mano izquierda y toma el celular. Acelera lentamente el rodado, baja de la vereda por la rampa destinada a discapacitados y se pierde en el fondo de la calle Brasil. A lo lejos se ve diminuto el punto luminoso de la luz trasera de la moto.

Los adolescentes, pasan varios segundos y no comprenden qué ocurrió. El chico se lleva las manos a la cabeza, ríe nerviosamente y entonces comprende que le acaban de robar el móvil. Su novia, ahora concentrada en los gestos del joven lo mira fijamente, a su alrededor todo sigue como si nada haya pasado. La gente continúa yendo y viniendo.

En realidad todo ocurrió en medio segundo, inadvertidamente ante los ojos de cualquier peatón.

Este hecho ocurrió alrededor de las 22.30 del pasado sábado en la intersección de las calles mencionadas más arriba. Intenta mostrar la “sagacidad” y “delicadeza” en los arrebatadores de teléfonos que por lo general no actúan tan decorosamente.

La mejor prevención: hablar cuando se está en un lugar cerrado.

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