domingo, 3 de diciembre de 2017

Domingos

Siempre fantasee con esa idea de los suicidas y sus horarios picos. El momento clave, suelen decir, es el atardecer de los domingos. Más o menos entre las 18 y las 20. En rigor de verdad no sé si habrá datos estadísticos al respecto, pero dicha franja horaria suele aparecer en tangos y canciones de desamor.


Hace ya algún tiempo que los domingos me pesan, empecé por levantarme relativamente temprano. Media mañana (10) o incluso un poco antes (9). Todo marcha bien hasta cuando empieza acercarse esa hora a la cual se podría graficar como el Triángulo de las Bermudas. Y es allí cuando me suena una y otra vez en la cabeza un fragmento tanguero: “Sé que es brava de bancar, la soledad del domingo y que el fútbol y los pingos comienzan a no alcanzar”. Escribe sublime Jaime Ross y muy bien interpretado por Adriana Varela.

El paralelismo es imposible de no hacerlo. Sobre todo, en los últimos dos fines de semana. Boca Juniors perdió y ahora, los partidos los tenés que escuchar por radio. Salvo que pagues el (pack adicional) del flamante fulbol privatizado.

Las transmisiones radiales tienen aún una carga extra que es la de la melancolía. La nostalgia. La memoria asociativa me lleva a los años de la infancia. Escuchar de lejos la radio gritando a mil por hora unos partidos, lo asocio automáticamente al lunes tempranísimo, en que mi madre debía hacer malabares para sacarme de la cama. Vestirme y que vaya a la escuela.

Ahora, el domingo está atravesado por vicisitudes más intrincadas que el pensamiento infantil de no querer madrugar para ir al colegio.  Se enfrenta a los despojos que me devuelve el espejo. A las ruinas de un ex Don Juan.



No se borra esa tristeza
subiéndote a cualquier tren
te hace falta una mujer
en lugar de mil princesas*.

Resistencia. Chaco. Martes 28 de Noviembre. 14:18


*Tango. De la Canilla

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