jueves, 28 de diciembre de 2017

Un pasaje del deseo al acto

Con el diario del lunes todos son Gardel. El lunes, justamente el lunes por la tarde te sepultaron. Sin embargo esa máxima lunfarda no me cerraba. Todo ese día pensando en ir o no ir. En realidad quería estar en ese evento del final. Había deseo pero el tranco hacia el acto de concretar eso deseado, es como un abismo y como todo abismo, me caigo en él. Me traga. Asesina mi pulsión que justamente está atada a ese deseo.



Peruzzi me lo definió en esta tarde agobiante de verano. “Un pasaje del deseo al acto”. En ese trance quedo. Encuentro todas las justificaciones posibles para no concretar justamente el acto. La acción.

Tu voz siempre me llevó a mi madre y ese fue un justificativo perfecto para no verte. Para no sentir. Para no llorar. Para no ser vulnerable, frágil. Para huir, escapar a la nada, la indefinición constante. Y así quedé pensando en lo que no fue. En por qué. En cómo salir de este laberinto. En tu voz nuevamente.

Llueve en formato veraniego sobre la aldea de Corrientes. Caminé bajo las gotas y caí en la cuenta que hacía rato no lo hacía. Sentí efímera felicidad por instantes. Y volví a recordarte. Casi tanto como hacía cuando eras mortal.

Peruzzi dice ver avances. Sólo hay que atravesar barreras de larga data. Aduce que hay buena observación en mi deseo. Sin embargo pienso inexorablemente en cómo dejo pasar el tiempo. Como si fuera un metal que se deja corroer por el óxido.
En memoria de Amanda.

De conversaciones con Peruzzi. Corrientes 20:25. Diciembre 28 de 2.017.

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