martes, 26 de agosto de 2014

Los lunes que son domingo

No hubo letanías ni vírgenes en la portada de casa. Nada de resaca. Sólo el zumbido extraño de la melancolía disipándose a medida de que la noche se hacía realidad. Si concilias el sueño antes de las 6 y despertas a las 16 posiblemente haya confusión en la mente.

Los lunes que son domingo tienen ese poder de aturdir. Y perderte. Siempre perderte en la nostalgia ultramarina traída al presente. Lo que serías si estás acá. Dónde estás. Por qué los contestadores a veces son porteros infranqueables. Por qué la cabeza, el pensamiento se encapricha con esas cosas incomprensibles, ilegibles, imposibles, ilógicas. 


A veces. Sólo a veces claro: los libros, el rock y el soliloquio no alcanzan. Otros tantas es menester tu presencia. Sólo así se hará la diferencia. Lo demás, sin tu piel apoyada aquí, no es más que una vaga repetición.

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