domingo, 17 de julio de 2011

Caras, caretas, antifaces y muecas

Martes 12 de julio, a pesar de estar en invierno el calor y la intensa humedad hacen de Paso de la Patria lo que es en temporada alta, un perfecto paraíso destinado al ocio estival.

Sin embargo una caterva de autos y camionetas de alta gama copan desde temprano las adyacencias del lujoso hotel Paraíso del Paraná. Dentro, merodeando la sala de conferencia el gobernador Ricardo Colombi parece un león a quien le enseñaron que en breve le pasarán un trozo de carne.

Va y viene, da vueltas, suelta ordenes, mira hacia dentro del salón, cruza los brazos, transpira y no despega los ojos del reloj. La puntualidad para el gobernador es una cuestión de Estado pero a pesar de todo está tranquilo. En el interior del salón de conferencias tiene a 52 intendentes de toda la provincia que no son solamente del partido de sus amores, el radicalismo, son del liberalismo, el nuevismo y algún que otro autonomista y peronista disidente con la cúpula del PJ que buscó refugio o conchabo en la alianza que dirige el Mandatario provincial.

“Pelotudos los estamos esperando desde las 8 de la mañana. El que entra no sale más aunque se caguen de calor”, lanza como flechas envenenadas el gobernador y un par de jefes comunales junto a dirigentes de base atinan a dibujar tenues sonrisas.

Cruza de nuevos los brazos dejándolos descansar sobre su abundante panza y ahora el gobernador con dos mandatos –uno en plena ejecución- es el portero de esta cumbre de Encuentro por Corrientes (ECO), el frente electoral oficial que lidera el radicalismo correntino.

El presagio oficial sobre la alta temperatura que padecerían los invitados se cumple cuando hay un corte de energía, otra vez Colombi se pone al frente de la crisis: “Apurate y decile que pongan el grupo electrógeno….apurate pelotudo. ¿Ves? Así no se puede hacer nada con ustedes”. El mandadero en cuestión sale disparado hacia el parque del hotel, tropieza con algo en el césped y casi se lleva puesta una silla.

“Su capricho es ley” me digo cuando siento que el desodorante oficial empieza a dejar lugar al sudor. El gobernador está a escasos centímetros de mí.

En la disertación el encuestador Enrique Zuelta Puceiro abre con una lección de manual hacia los intendentes y dirigentes de base a quienes debe adoctrinar para al menos las tres elecciones que se avecinan: “No tenemos que hacer política de comité porque en esos lugares la gente nos vota seguro, debemos ir hacia la gente que resiste nuestro discurso y gestión de gobierno”. No vuela una mosca y todos ponen rostros que escuchan con mucha atención.

Al cabo regresa el secretario con la novedad que el grupo electrógeno ya está en función y antes de recibir otra andana de improperios oficiales sortea al gobernador en la puerta y entra de nuevo al salón.

Sobre el mediodía termina la clase de política y seducción al electorado y veo caras. Caretas, antifaces, muecas, un gran número de muecas. Menenistas prófugos de la justicia en los ’90 como ser el dueño de casa, Oscar García, intendente de Paso de la Patria y alineado al frente electoral del gobierno.

Veo a José “Pepe” Affurd dialogar con Walter Rivarola, este último dirigente comparsero: “Carnaval y política”, digo y un colega me agrega con justa razón, “es lo mismo”. Affurd fuma, el empresario de negocios siempre allanados por el poder toma bocanadas de humo como el sapo suele hacer en esos macabros divertimentos de chicos cuando obligan al reptil a echarse un cigarrillo.

Liberales conservadores junto a nuevistas conservadores de los menmistas noventas. Radicales conservadores también, todos están extasiados de estar ahí, cerca del fuego sagrado que da el poder. Nunca estuvieron lejos ni quieren.

Lo veo al vicegobernador Pedro Braillard Poccard, a el y a su cabello engominado. El hombre nunca se despeina, signo de sobriedad y serenidad. Esa tranquilidad que da el dejarlas pasar todas, apoltronarse en el sillón del poder y hacer de escribano, sellar y firmar.

Todos en procesión y siempre observándolo de cerca van tras el gobernador que camina solo regañando algo o a alguien en su cavilación.

Un opíparo los espera en un extremo del hotel. Pero ya fagocitaron antes lo más importante, ese extraño banquete que es la perpetuidad de cortar y repartir las porciones. El poder.-

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