miércoles, 19 de diciembre de 2012

Metáfora


Cada diciembre el ritual se repite. Mesas ornamentadas en blanco, amarillo, quizás tonalidades oscuras. En los últimos años el tradicional asado fue corrido por catering para darle un tono más de nivel a los encuentros.

De esa forma no había después que lidiar con la grasa, la del asado. Sumaron un par de atracciones. Bailarinas exóticas y algún que otro cantante meloso con clásicos del tango, bolero y las conocidas canciones que las sepan todos.

En la última reunión fallaron los cálculos y la peonada que extendía como todos los días sus quehaceres para terminar la faena, quedó sin asientos. Ni sillas ni mesas. Improvisaron como en los viejos tiempos comer de parados a orillas de unos tablones y lejos para que no se los divise desde los sectores donde estaban capataces, políticos y el patrón.

Antes de levantar las mesas para dar lugar al bailongo, cuando aún algún comensal rezagado engullía lo que quedaba del catering, la imagen de la velada metaforizaba el momento. Peones en el fondo, adelante políticos de turno zambullidos en copas de vino y cinismo mezclados con empleados del lugar. Que siempre para esa época del año y festividad hacían a un lado el tremendo encono para con la patronal y quizás como forma de venganza silenciosa no dejaban nada cargado sobre las mesas. Ni platos, ni botellas.

Algo así como lo que decía Atahualpa hace muchas décadas atrás: “Las penas y las vaquitas van por la misma senda. Las penas son de nosotros las vaquitas son ajenas”.

P/D: inspirado en hechos reales lo ocurrido no fue en una estancia ganadera de las tantas que hay en la provincia. Fue en un diario.  


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