La detención en las últimas
horas de un funcionario municipal de carrera volvió a mostrar el zarpazo
judicial del gobierno. La administración radical enquistada en el poder desde
hace más de una década.
En rigor de verdad la pelea
por el control judicial no es exclusiva del radicalismo y su jerarca, Ricardo
Colombi, los peronistas kirchneristas también pugnan por ese control pero en
otras pampas. Lo hacen en el Concejo de la Magistratura
Nacional y les va bastante bien en esas lides.
Bajo tecnicismos una jueza de
instrucción capitalina procesó a empresarios y funcionarios comunales por el
derrumbe de una obra en construcción en el barrio Cambá Cuá que se cobró la
vida de ocho obreros. Fue hace más de un año, el 22 de marzo de 2012.
Los empresarios involucrados,
todos con diferentes niveles de acercamiento al poder de cualquier índole,
habían sido arrestados pocas semanas después del hecho y una jueza puesta ad
hoc, especialmente para intervenir en el caso, los liberó un miércoles previo a
semana santa. El hecho hubiese pasado inadvertido sino hubiese sido por un
diario de aquel entonces, los hombres de negocios estaban por recuperar su
libertad a escasos minutos de la medianoche.
La misma magistrada después
tuvo su premio, fue nombrada naturalmente en el cargo de jueza en medio de
impugnaciones a su pliego durante la audiencia pública en el Senado. Dicho sea
de paso, audiencia que no es vinculante. Es decir, uno puede objetar pero a los
honorables legisladores les importa un bledo y votan como le indiquen sus
intereses. La joven había hecho bien los deberes para la corporación: la
judicial y la política.
Con este leve precedente se
puede acaso pensar que los procesamientos y la detención del “más débil” de los
involucrados en el caso, es meramente Justicia. Quizás sí, pensemos que la Justicia es impoluta.
Sobre ese riel irreprochable debería
ir entonces por los millones de pesos que filtra el gobierno provincial en
varias cuevas disfrazadas de medios de comunicación: radios, portales de
Internet, diarios de papel, productoras, canales de televisión y hasta seudo
periodistas que prestan sus nombres para hacer grandes facturaciones.
Deberían los sagaces
magistrados ir por los contratos que se rubricaron con empresas de dudosa
procedencia para limpiar las escuelas, las firmas además de no cumplir con esa
prestación, cobran puntualmente todos los meses entre 65 y 100 mil pesos. Los
certificados de que se hicieron las tareas, las deben firman los directores de
escuela. Y quien se niega tiene un duro reproche de sus autoridades superiores.
El largo y pesado brazo de la Justicia seguramente
llegará a esos lugares. Como seguramente la propia Justicia se autolimpiará y
se quitará de encima los funcionarios que ingresaron de manera irregular a sus
filas. Exámenes que primero estaban mal y después estaban bien, repechajes para
que determinados aspirantes puedan concursar en el Consejo de la Magistratura local y
lograr un pliego para aterrizar en el Senado y que este lo apruebe.
Sí, estoy seguro que la Justicia irá por cada uno
de esos casos mencionados al boleo. Esta acción sobre los funcionarios
comunales es apenas el comienzo de una escalada libertaria que llevarán
adelante los jueces nativos. Ya veremos como caen sin contemplaciones sobre
funcionarios provinciales, algunos incluso denunciados por abuso y acoso sexual
en ámbitos laborales.
Y si eso no pasa deberíamos
hacer algo como dice todos los domingos antes de cerrar su programa el señor
Jorge Lanata. Apodado por estos tiempos violentos como “larata”.
Y seguramente el pueblo
correntino se movilizará cuando vea que la Justicia no actúa con la misma firmeza o
¿voracidad? Hacia otros ámbitos. Lo hará
porque el correntino no soporta las injusticias, por eso elige desde hace
muchos años a los mismos celadores para que cuiden la administración del
Estado.
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