Un móvil
policial con las balizas encendidas quedó atrapado en el atascamiento más un
colectivo del poderoso grupo ERSA y varios vehículos más. No era para menos, lo
ocurrido fue en pleno horario pico. Pasadas las 19.
A la
iracundia de la tipa enfurecida se sumaban cada vez más bocinazos y el chofer
del remís se mantenía estoico. La señora cada vez alzaba más la voz para llamar
la atención de los uniformados del móvil policial pero no tenía éxito.
Desde un
balcón con vista privilegiada al incidente se agolparon varios jóvenes periodistas
de un diario por salir a la venta en poco tiempo. “Acá hay noticia” se animó a
decir uno de ellos para quitar de la modorra a sus pares.
Y en rigor
de verdad no pasó nada a mayores, el remís se movió y de a poco el tránsito volvió a su caótica normalidad. Azorados los
cronistas observaron como unos muchachones de la Unión Tranviaria Automotor (UTA)
cuya sede está ubicada a pocos metros del incidente, caminaron hasta el
vehículo del conflicto.
Una abuela
apoyada en su caminador buscaba con dudoso equilibrio bajar al asfalto para
tomar el remís de la discordia vehicular. Los fornidos afiliados al gremio del
transporte la tomaron de ambos brazos y hasta que la mujer no estuvo dentro del
Fiat Uno no alejaron se alejaron del lugar.
“Habla otra
vez de los muchachos de la UTA” bromeó uno de los journalistas cuando
abandonaron el balcón para sumergirse nuevamente en la redacción del tabloide.
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