No dependían de horarios de partidas ni encuentros
apasionados bajo sábanas de hoteles que pasan desapercibidos en la ciudad.
No habían juramentado amarse hasta que la muerte los separe.
Mucho menos fidelidad en tiempos violentos para la abstinencia monogámica.
Aquella mañana cruzaron miradas y al menos uno de ellos
quedó aturdido.
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