Su nombre ya es extraño y mueve a la contradicción. Inteligencia
Criminal, así aparentemente se llama un área de la policía provincial encargada
de esclarecer hechos de compleja maraña que quizás lleven a pensar que su
nombre hace honor a la sagacidad e inteligencia de los criminales.
Esta división de Sherlock Holmes logró desenmascarar una organización
dedicada a usurpar terrenos en la capital provincial. Un golpe artero a este
rubro del hampa que todo indica cuenta con la protección municipal del
intendente Carlos Espínola (PJ).
Que trabajo impecable el de los policías que detectaron en
un anexo comunal de la ciudad “elementos de logística” de los usurpadores. Tal
cual lo explicara un día después del procedimiento el ministro de Gobierno,
Gustavo Valdés, el funcionario no anduvo con vueltas y llamó a una conferencia
de prensa para dar detalles del episodio y sobre todo acusar directamente al
intendente Espinola de ser, desde las sombras, el ideólogo de la ocupación de
tierras en la ciudad.
Menos mal que todo ya se esclareció. Ahora podremos dormir
en paz porque quedó demostrado una vez más que no se trata de un déficit
habitacional que hace estragos en la población, sino de una avanzada de pobres organizados
y recalcitrantes que quieren vivir de arriba.
¿Por qué esta gente en lugar de hacerse de lotes de manera
ilegal no se inscribe en el INVICO? ¿Qué les cuesta esperar 20 o 30 años por
una casa? No es nada ese tiempo mientras con la asignación universal por hijo
pagan un buen alquiler y refuerzan de esa forma el mercado inmobiliario local.
Ya lo dijo el gobernador Ricardo Colombi cuando comenzó la
toma de lotes al sur de la ciudad, “el noventa por ciento de la gente que está
en ese lugar no tiene necesidad habitacional”. Un mes después Inteligencia
Criminal confirmó la sospecha del mandatario.
Es que debe haber un complot de hordas humildes contra el
gobierno provincial. No hace mucho el ministro de Salud Pública, Julián
Dindard, fundamentó que los altos índices de niñas madres en Corrientes se
debía al sólo hecho de que las chicas se embarazan para percibir la asignación
universal por hijo. De esa forma, sí se entiende, vivir de arriba.
Uno de sus compañeros de gabinete, el ministro de Educación,
Orlando Macció, arrimó una teoría para combatir tal flagelo: “A las nenas les
vamos a enseñar a decir que no”. Sin duda un gran aporte del veterinario que conduce
la cartera educativa para evitar relaciones sexuales en los pequeños educandos.
Otro tanto supo aportar, tampoco hace mucho, el
subsecretario de Seguridad, Guillermo Weyler: “Dentro de poco iremos a buscar a
los delincuentes al pelotero” dijo el funcionario ex policía para graficar que los
delitos son cometidos cada vez más por jóvenes, adolescentes o niños. No
explicó, porque seguramente Weyler obviará esas circunstancias, en que gran
porcentaje de esos chicos están fuera del sistema y se sienten marginados de
todo y de todos.
Como verán, a penas con pocos ejemplos queda demostrado que
hay una confabulación constante de los pobres hacia una administración que
lleva diez años en el poder. Fuerzas del mal que conspiran contra un gobierno
que defiende la “vida”, cree en los santos evangelios y apuesta al desarrollo
del campo: arroceros, ganaderos, empresas forestadoras y firmas inmobiliarias.
En cuanto a la respuesta del municipio ante tamaña
acusación, de alentar y ayudar la ocupación de tierras en forma ilegal, por
ahora respondió el silencio.
Dicen que la gestión de la ciudad anda atareada con los
preparativos para festejar este fin de semana el día del niño. Esas son
verdaderas políticas de Estado.
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