No hubo letanías ni vírgenes en la
portada de casa. Nada de resaca. Sólo el zumbido extraño de la melancolía disipándose a
medida de que la noche se hacía realidad. Si concilias el sueño antes de las 6
y despertas a las 16 posiblemente haya confusión en la mente.
Los lunes que son domingo tienen
ese poder de aturdir. Y perderte. Siempre perderte en la nostalgia ultramarina
traída al presente. Lo que serías si estás acá. Dónde estás. Por qué los
contestadores a veces son porteros infranqueables. Por qué la cabeza, el
pensamiento se encapricha con esas cosas incomprensibles, ilegibles,
imposibles, ilógicas.
A veces. Sólo a veces claro: los
libros, el rock y el soliloquio no alcanzan. Otros tantas es menester tu
presencia. Sólo así se hará la diferencia. Lo demás, sin tu piel apoyada aquí,
no es más que una vaga repetición.
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