La cantina del Club Hércules en el barrio Libertad ese
jueves tenía movimiento por el entrenamiento de los chicos, en básquet, que
estaban a punto de terminar. Eran las 23:30 y la clientela iba en busca de las
promo: unas enormes hamburguesas, dos, y lomitos acompañados con papas fritas.
Las tartas que eran mi objetivo se habían esfumado más temprano.
El tremendo automóvil estacionó en doble fila exactamente frente
al acceso principal del Club, buscaba a
uno de los pibes del entrenamiento. De
negro intenso y los tres globos entrelazados lo destacaban del resto de
los rodados sobre calle Brasil entre Junín e Irigoyen.
“Lo que siempre me pregunto cómo es que en una ciudad tan
pobre hay estos autos” me lanza el dueño de la concesión cantinera luego de
despachar una promo de hamburguesa con fritas y ordenar mi lomito con papas. El
hombre de unos cuarenta y pico de años observa fijamente el Audi modelo 2014 y
sigue enrollado en sus dicotomías: “Fijate vos como es la cosas que en hay
gente que hace días está en la calle por la lluvia sin nadie que los ayude, esa
gente no tiene expectativa de vida. No viven más que el día a día y te
encontrás con estos autos en la calle”.
Para que no queden dudas y tras azuzarlo con un “quizás no esté bien la distribución de la
riqueza” por mi parte, cavila de nuevo. “No…no es que envidie ni nada de eso.
Pero cómo hay estos autos en Corrientes, que se yo, con lo pobre que es la
provincia, la ciudad. Eso es lo que me pregunto”.
Llega un padre con su hija y pide la promo de hamburguesa
con papas que esta noche de jueves es la vedette en la cantina.
Divago entonces en las fotos que vi en la redacción durante
todo el día: familias enteras en la calle gritando por ayuda, por soluciones de
fondo que nunca llegan. Pienso por qué diantre los legisladores que se hacen
llamar con el calificativo de honorables, sesionan de noche. Recuerdo las casas
regaladas por un amigo al gobernador, imagino las propiedades de funcionarios.
Los empresarios locales que fugan dinero al extranjero o lo vuelcan en modernos
edificios en provincias vecinas.
Pienso en las obras que deberían hacerse para que dejemos de
pensar como en el siglo XIX en los problemas que traen las lluvias, recuerdo
hace nada el drama de la falta de energía. La marca registrada de “Corrientes
República aparte”. El terror de la correntinidad a los cambios por más leves
que parezcan. En las reverendas sandeces que escribimos o intentamos escribir a
diario en el diario.
Mi lomito que mete miedo como un centurión ya está
empaquetado y embolsado. El Audi recoge al niño que aguardaba. Subo a la moto,
el cielo despejado después de muchas noches de lluvia intensa y discurro mientras pongo primera cómo sería la vida vista desde un auto semejante.
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