Ladran dos perros al ras de mi cara. Sobre uno de los muelles llora un muchacho. Llora y se lamenta mostrando el Paraná que está embravecido por un viento norte que es vendaval.
Como si esa masa de agua barrosa explicara su dolor o comérselo.
Pongo mi bote en el agua y se bambolea para todos lados. El oleaje es una oda al mar en esta agua dulce.
Y quizás sea cierto lo de Heráclito. Cuando salgamos del río ni nosotros, ni él seremos los mismos.
Todo pasa.
otoño en Posadas, 22/05/24
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