Dylan canta:
“Siento como si estuviera golpeando las puertas del cielo”.
Hablo con un
compañero de la escasez de asado en un domingo. Afuera está radiante y el sol invita a esos fueguitos de argentinidad. Pero nada de eso al menos hoy sucederá,
es tarde, casi las 14. El mate se puso tibio y debato seriamente en cortar o no el
pasto. El sol está implacable como la crisis económica y social.
Miro la foto
de la pequeña máquina de escribir. ¿Símbolo de lo que fui? Pensaba en ese romanticismo
de la revolución. De cambiar el inexorable rumbo de las cosas. Algo que se
explica solamente por la etimología: destino. Ya casi no recuerdo cuando
pensaba y sobre todo creía en eso. En poder torcer el destino de las cosas
desde una maquina de escribir.
Como si se
tratara de un cambalache la maquinita posa en la vidriera de un negocio de venta
de ropas. En el barrio, la descubrí este sábado por la noche y me colgué
pensando en el simbolismo. En mi ahora caprichosa idea de ex periodista. Poner en
discusión mi identidad. Toda la vida haciendo lo mismo, estar en ambos lados de
ese mostrador del negocio comunicacional.
Hay angustia
en el pensamiento sin embargo el sábado pasó rápido gracias a Netflix y algo de charla
con amiga vía IG. Pero desperté y seguía la imagen de la maquinita en mi
cabeza. Me dio ganas de comprarla ¿para recordarme quién soy? ¿Para saber el
inicio de todo. Mis inicios?
No lo sé. Pondré
otro disco de Bob en Spotify.
Corrientes 14:08 04 de Noviembre 2018
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