Hay un complejo de viejo.
Una vejez prematura. Algo que te acerca, tal cual lo relatas, a la imagen de tu
padre. Un parecido. Una identificación con la cual estás en desacuerdo.
Peruzzi, el analista,
describía las conclusiones de la sesión de aquel viernes de otoño por la tarde.
Gran parte de mi vida
había transcurrido sin recuerdos. De hecho esa fue una de las búsquedas en el
psicoanálisis lacaniano dirigido por Peruzzi. Sobre el diván, las imágenes que
empecé a recordar de mi padre eran la de una persona abatida, cansada, como
esperando los últimos momentos del ocaso de su existencia. Un dato relevante
pero que pasaba inadvertido. Nunca lo había visto trabajar, desde el uso de mi
poca razón y recuerdos de la infancia, siempre fue un jubilado. Esa imagen fue
contundente para ese proceso de identificación con el cual según Perruzi, yo
estaba en desacuerdo. Y a la vez manifestaba amor hacia mi padre. Ahora pasando
los 40, inconscientemente, esa nostalgia y melancolía a mi padre se me hacía
carne. Yo estaba viviendo el último tramo de existencia de mi viejo. Lo que
realmente me ponía en una encrucijada porque toda mi vida, desde la
adolescencia hasta bien entrada la adultez, siempre, pero siempre creí que
estaría en la antípoda de mi padre. Al parecer había vivido equivocado con
dicho presupuesto.
En la actualidad yo
representaba esa imagen de hombre cansado y abatido que ya había vivido la
vida. La diferencia radicaba en algo sustancial. No tenía más de 60 años. Edad
en que el corazón de mi padre dejó de funcionar.
Y entonces allí estaba.
Con la angustia y ese inconfundible sabor a nada. Abulia que llevaba meses
anclándome en el vacío existencial que producía no saber qué diantres me
pasaba. Con el plus de empezar a descubrir un proceso de identificación hacia
una persona sobre la cual pensé ser distinto.
Lo peor de la angustia es
cuando no se sabe el motivo.
La abulia es la pérdida de
incentivo, de deseo, de no encontrar el impulso, el motor que nos lleva a
realizar cosas de manera cotidiana. Justamente cada vez tenía menos ganas de
emprender tareas. Incluso el oficio mismo de periodista ahora me parecía más a
un error. Quizás otro paradigma equivocado de mi vida. Pero esa es otra
historia.
Todo parecía como una
reiteración de cosas diarias. Una y otra vez. Y esa constante retrospectiva por
las vivencias que había tenido en el pasado. Era la vejez prematura apuntada
por Peruzzi.
Resistencia y
Corrientes (Capital). 7 y 8 de Mayo de 2018.