Algo extraño está pasando en la
comarca y sus habitantes no perciben una extraña señal enclavada en un lugar
estratégico. Intersección de las avenidas Juan Pablo II, costanera sur y
avenida Jorge Manuel Romero. Una bandera de la provincia de Corrientes, la aldea,
flamea ondeante ayudada por el gran viento otoñal donde el Paraná intenta hacer
un codo, al revés. Sí, al revés. Hay que poner la cabeza hacia abajo y mirar en
sentido contrario para poder leer la leyenda: Patria Libertad Constitución. A
su lado altiva está la bandera nacional y completa el trío de pabellones la
insignia de la ciudad que si uno es malo, podría entender que es un homenaje al
huevo frito. En su centro aparece una circunferencia amarilla que intenta
parecerse a un sol, enfrente hay siete puntas que parecieran ser extremidades
de tenedores a punto de pinchar la comida.
Es domingo y todo el bulevar
costero, máxima expresión de la correntinidad y su relación con el río, está
repleto de familias, amigos, parejas y transeúntes que intentan hacer
ejercicios físicos en medio del gentío. La tarde es radiante. Sol pleno y
viento frío en la ribera anticipa que la noche será bastante fresca.
La bandera al revés. ¿Qué habrá
pasado? Fabián Ríos habrá declarado la guerra total a las huestes de Ricardo
Colombi. Ricardo y Fabián, como los nombra con confianza asumida un tabloide
que factura por ambas ventanillas oficiales: provincia y municipio capitalino.
¿A caso Fabián capituló ante Ricardo? O ¿Fabián ganó una batalla que
desconocemos el resto de los aldeanos? Estaremos quizás ante el inicio de un
nuevo tiempo sin Ricardo, el más gauchito de los gauchitos. Habrá iniciado el
tiempo en que Ricardo deje de ser el tuerto en el país de los ciegos. El bruto
en el país de los analfabetos.
Será la indicación para algún
grupo de otra provincia que venga a explicarnos seriamente que no somos una
República, sino que pertenecemos a un país que se llama Argentina. Un país
dislocado, salvaje, contradictorio, pero país al fin.
Los miles de correntinos y
correntinas pasan por debajo de los tres pabellones. Nadie advierta la extra
señal. Será el inicio del cumplimiento de la vieja profecía: “Si la Argentina entra en
guerra Corrientes la va ayudar”. La bandera al revés será un indicador de que
Mario Bofill es un excelente legislador provincial y que aún no nos dimos
cuenta. Que dejará de tocar canciones de hace 30 años y redactará leyes que nos
saquen del letargo colonial en el que estamos. Quizás también indique la
bandera al revés que el “artista” tocará alguna vez gratis.
Tanto soliloquio para terminar en
que algún agente comunal apurado para ir a su casa izó erróneamente la insignia
de la provincia. ¿Qué dirían nuestros próceres desde lo más profundo de sus tumbas? Qué dirá Ricardo, comparado últimamente con alguno de ellos.
Wikipedia que suele ser inexacta
arrima algunas explicaciones:
La bandera al revés. Existen
divergencias sobre el significado de izar la bandera al revés:
La primera indica que es una forma
de declarar rendición ante fuerza armada extranjera. De hecho, si una fuerza
armada toma una plaza y por cualquier razón no tiene un pabellón propio, puede
izar la bandera enemiga de la plaza tomada al revés, para indicar a sus fuerzas
aliadas que la posición está rendida o tomada, que ya no es hostil.
La segunda versión es una
variación de la primera e indica que poner la bandera al revés e izarla en un
punto representativo, es decir, mástil de un barco o en el asta de un edificio,
significa solicitud de auxilio por amotinamiento, secuestro o actualmente
terrorismo. Es un recurso antiguo para avisar a tropas amigas que venían cuando
un fuerte estaba tomado para que no sufrieran una emboscada.
En tiempos de paz, una exhibición
del pabellón al revés de parte de individuos u organizaciones civiles puede ser
considerada un insulto cívico sancionable en determinados países. Lo mismo con
la quema de la bandera local en manifestaciones callejeras.
Yo quiero a mi bandera, yo quiero
a mi bandera.
Planchadita, planchadita. (Luca
Prodan. Sumo)