La historia está hecha de
ironías, de paradojas. Son parte de la construcción de la cadencia que posee el
tiempo. A su vez, una dinámica cíclica. El gobernador reasumido hace una
semana, Ricardo Colombi (UCR), agitó el fantasma de los bonos provinciales ante
una inminente sequía de fondos. Lo que es peor, la voracidad inflacionaria que
tomará más velocidad en los primeros meses de 2014.
La relación que posee Colombi
con los bonos provinciales bautizados con la sigla, Cecacor (Certificado de Cancelación
de deudas de Corrientes ) es casi sanguínea. Como la de sus, podría decirse,
inventores. Los interventores federales cordobeses que aplicaron en Corrientes
una receta ensayada en la provincia mediterránea a comienzos de la década
pasada. Una seudo moneda hecha para devaluarse así misma y crear un mercado
especulador. Todo ante la falta de circulante y la no emisión que dispararía
aún más la inflación. Actuales empresarios millonarios de hoy, llegaron a ese
estatus gracias al sideral mercado negro de los bonos en el año 2000. La
mayoría de ellos cercanos al gobierno de Colombi en su primera versión de los
albores de la década pasada. “Si la
Nación no responde al pedido de las provincias, en marzo ya
comenzarían a salir los bonos. Nosotros ya estudiamos la cuestión y es
insostenible”, lanzó el gobernador en su habitual papel apocalíptico. Y agregó:
“Corrientes no puede hacer ajustes salariales, nosotros ya no podemos hacer
nada porque siguen sin responder”, continuó en la tradicional carga de responsabilidad
en la administración nacional.
Curiosa interpretación de las
cuestiones salariales del mandatario provincial que otorgó hace diez días,
extras en negro a toda la administración pública para neutralizar una
incipiente protesta policial. ¿Habrá gastado las últimas reservas?
Es difícil develar la verdad ante
las actitudes oficiales de un consuetudinario pastorcito mentiroso.
Mientras tanto en el gobierno
de la ciudad, su ¿ex? socio político el intendente capitalino, Fabián Ríos (PJ),
cerró todos los acuerdos para incrementar la tarifa del transporte público de
pasajeros desde el año que está por comenzar en breve. Sería de un 60% y es
para amortizar lo gastado por la empresa monopólica del servicio en la Capital, con la
instrumentación del boleto gratis para estudiantes primarios, secundarios y
universitarios que se puso en marcha desde marzo último. Medida con fuerte
tinte electoral que al PJ kirchnerista no le alcanzó para ganar las elecciones
del 15 S.
A este pequeño panorama de un
solo día como hoy. Jueves 19 de diciembre 2013, la gente, el eufemismo
periodístico de la “gente común”, es indiferente. Llevada por los morlacos en
los bolsillos y chequeando qué lugar del sur brasileño es un algo barato para
veranear.
En marzo, que es cuando el
apocalíptico diagnóstico de Colombi debería cumplirse: la emisión de bonos y la
nueva tarifa del transporte urbano se pondría en marcha ($3,75, efectivo) y
($3,60 tarjeta), la resaca de las vacaciones oficiarán de morfina a esos
caramelos amargos.
Los medios ayudan a ese
adormecimiento. Hablan del universo de ofertas navideñas y recetas para evitar
sofocones de calor.
Para el verano tienen dos
fuertes platos de entretenimiento: catorce días de fiesta chamamecera y en
febrero unas tres semanas o algo similar de carnaval 100% nativo.
Algún día seremos libres y no
nos importará nada más.
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