La modernización llegó a la pauperización. Ahora los diarios
locales, bah, parte de ellos. Los que son parte
de la “Corpo” local llegaron a
la estrategia de adosar magazines chimenteros y de otro tanto para las damas,
revistas, de esas que siempre están disponibles en los consultorios médicos y
peluquerías, para vender un ejemplar más.
Tanto que uno de ellos en su entrada edilicia posee la
figura de dos referentes de estas revistas embasadas en la gran ciudad para ser
lanzadas a la voracidad mediocre nacional que ahora se extiende a las comarcas
provinciales.
En las últimas semanas los propietarios y exégetas de estos
diarios se esmeraron en hablar de estrategias de venta, de producto y de
“inversión”. Inversión de comprar algo hecho en la gran ciudad y hacer las
veces de canillita aquí en la provincia de esas grandes editoriales porteñas.
Curioso. Son los que constantemente se golpean el pecho hablando de correntinidad,
del chamamé, del chipa, de los santos, paganos y sacros. De lo que somos en
realidad.
Pero en el fondo. Porque siempre hay algo en el fondo del
mar. El discurso único que tanto le importa al poder también le interesa este
tipo de inversiones, porque cuanto más enlatado sean los “productos” de los
diarios, más cómodo estará el poder de turno. Es fácil y grato para los grandes
diarios nativos hablar, publicar pelotudeces nacionales y mirar hacia otros
lados que no molesten al patrón de turno aquí en la estancia.
Y es llamativo como este tipo de colonización se hace
natural en los cronistas. Es como bien visto que estas “inversiones” son saltos
cualitativos en la política empresarial de los tabloides. Obnubilados por las
burbujas y purpurina que acompaña lo efímero de las publicaciones que ahora
salen con los diarios nuestros de cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario