Las horas indecorosas son las más hermosas para los errores, para saber que aún estamos hechos de carne, huesos y pecados. Lo dice un buscador de redención, marino sin timón ni sirenas de quienes escapar.
Un león domesticado en la amarga y monótona jaula del hogar. Mamotreto de cotidianeidad.
Indecorosos besos del olvido que a estas horas se acuerdan de aquellas promesas furtivas. ¿Hidalguía en la derrota? No, ni cara, ni pírrica. Si es con musas mejor para propuestas indecorosas.
Malditos y benditos recuerdos con herrumbre de noches inmortales.
Indecorosos estos garabatos que por la hora de la madrugada y el Malbec se animan salir a escena.
P/D: 02.15 madrugada del 4 de noviembre 2011
en quién estarás pensando...
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