El momento más crítico fue
cuando salí del departamento. Estaban todos los familiares de ella en una
frenética planificación. En realidad sólo quedaba ajustar detalles. Creo que
estaba nublado. No lo sé, me sentía tan mal. Estimo que volví a sentir
angustia. Esa sensación de que te aprietan el pecho. Una fuerza abrumadora te
contrae la tráquea como si la llevara hasta la columna vertebral.
Apoyado sobre el pilar del
medidor de energía, sobre la vereda, a mis espaldas la silueta monstruosa del
edificio y desde el balcón escuchaba la charla y las risas. Algunos ruidos de
copas. Otro brindis por los novios. A lo lejos el hermano, mi cuñado, que ya
iba por la segunda botella de vino.
Yo estaba ahí, herido,
angustiado y frágil sin saber bien qué había pasado. Por qué me encontraba a
punto de unir mi vida con alguien y no tenía a nadie de mi familia para
invitar. Los había dejado de tratar hace tiempo. Con algunos de mis hermanos
incluso cargaba varios años sin hablar.
Vuelvo hacia atrás. La primera
vez que nos besamos. Su cabello rubio, su belleza y su voz. La cadencia de su
voz era lo que me había vencido aquella tarde en el parque. Pero no puedo
avanzar en los recuerdos. Regreso de inmediato a la mesa grande que está a mis
espaldas con la madre y los hermanos de ella. Todos felices por la unión, por
la nueva vida que se viene y yo sintiéndome un paria. Un verdadero desalmando
en esta vereda desierta de otoño. A caso llegó la hora y no es lo que quiero. Está
por ocurrir lo que nunca quise. Contra lo que siempre luché. Sí, en esos
términos bélicos.
Me siento raro, ahora como
con un malestar físico un vaho está a punto de salirme por la boca y aparece la
imagen de mi madre. Sentada en el patio de su casa tomando mate, lleva puesto uno de sus
tradiciones batones de abuela. Me siento aún más perturbado porque vuelvo a la
planifación de la fiesta nupcial y no sé si al menos ella estará invitada para
la gran noche.
Siento una especie de
ardor en la boca. Lado izquierdo superior. Es donde me hicieron la extracción
de muela. Me incorporo en la cama, es sábado 07:20 y enumero todas las
mundanidades que debo hacer.
Soñé que me casaba y no
tenía familia a quien invitar, es lo que pienso. El jueves que viene lo hablaré
con Peruzzi (analista) y dibujo una mueca mientras espero por el agua caliente para el
café.
Corrientes
10 de Febrero 2018. 12:05