Alrededor de la carpa unos
peones perfectamente uniformados en bombachas y camisas se movían sin sentido. Lo
hacían porque no debían estar quietos. La quietud en el campo es sinónimo de haraganería.
La mesa estaba servida
pero había algo que desencajaba en ese improvisado opíparo en el medio de la
nada. Una nada que alberga a una lujosa estancia en los esteros del Iberá. Hecha
a imagen y semejanza de las exigencias del turista extranjero. La botella de
whisky desentonaba ante los sándwiches y el resto de las gaseosas. Ahí estaba ese
brebaje intomable por la temperatura del mediodía correntino.
Los periodistas se
acercaban a la carpa que hacía las veces de refugio para beduinos. Entre ellos,
el director de Vialidad Nacional, Javier Iguacel, todos llegaban de una fallida
inauguración de obras que los agentes de prensa respectivos: de la Gobernación
de la provincia y de la dirección nacional, rápidamente lo disimularon como “supervisión
de obras”. Iguacel fue invitado a la estancia en los esteros donde lo esperaba
el refrigerio silvestre y el gobernador Ricardo Colombi. El mandatario
saboreaba esa Coca Cola fría y oteaba el arribo de su invitado y cronistas.
Tras los saludos, Iguacel
pidió a su anfitrión si podía darle un aventón a Corrientes Capital ya que
debía regresar a la Capital Federal y en la ciudad capitalina de la provincia,
lo aguardaba su esposa.
El helicóptero oficial exhibía una imagen futurista en
todo el escenario campestre.
Con el vaso ya sin Coca
Cola fría y algunos sándwiches engullidos, Colombi fue sincero sin remordimientos. “No puedo llevarte. Yo ando de
campaña”. Dio entonces un destino un poco más silvestre al que debía ir
hacer proselitismo transportado a bordo de la aeronave estatal.
Iguacel se
podría decir que entró en pánico. Una esposa en espera puede ser un drama. La delegada
provincial de Vialidad Nacional, Ingrid Jetter, trató de ayudar y destinó a un
chofer “que maneje rápido” para que el invitado retorne a Corrientes Capital.
El diario Clarín hace unos
meses lo definió a Colombi como un “aliado silvestre” del Presidente Mauricio
Macri. Esta anécdota lo define literal. A nosotros, los correntinos, también.