A caso hay
ciudades que esperan a uno o viceversa. Quizás sea uno de los tantos misterios
absurdos de los que están hechas nuestras vidas.
Aquella tarde
sobre avenida Sarmiento a unas cinco cuadras antes de llegar a la plaza
(central) 25 de Mayo, el interno 3457 de
Ticsa, detuvo su marcha. Su conductor de modos rústicos no informó nada. Descendió
y fue hasta la parte trasera de la unidad. El pasaje miraba desde las butacas y
todo indicaba una avería.
Una vez en
la vereda, una joven de veinte y algo, sacaba fotos al colectivo e increpaba a
su conductor por una mala maniobra que al rozarla la depositó en el suelo. El chofer
intentó defenderse pero prefirió concentrar energías en su teléfono celular. Llamaba
a alguien como esas películas donde el policía solitario pide refuerzos.
La tarde era
perfecta. Un sol con temperatura justa. Primaveral y la ciudad desperezándose de
la siesta.
Los lapachos
y sus colores que maquillan a la plaza central con sus senderos. Transeúntes de
pueblos originarios llenos de bolsos en busca de un buen lugar en alguna feria
cercana. Dos chicos hacen piruetas con sus bicicletas. Una pareja de
preadolescentes exploran la pulsión sobre un banco.
La Avenida
25 de Mayo abre sus ojos a la modorra siestera. Su intersección con la Avenida
Belgrano empieza a ser un problema para cruzarla por la intensidad y desquicio
de los conductores.
Son casi las
18 y el sol despliega su acuarela sobre las laderas de los edificios y el
bullicio del gentío cada vez es más constante. Algunos lavan sus autos
estacionados sobre la vereda en noventa grados. Una costumbre urbana en este
lugar que atraviesa lo que debería ser la buena convivencia vecinal.
Es sábado y
hay mucha vida en esta urbe del interior del Nordeste Argentino.
Ahora el sol
ya golpea la gramilla de las vías del tren. La imagen sería perfecta para una
toma en televisión. Es triste pero hermosa a la vez. La plaza 9 de Julio que
está su lado es como un gimnasio al aire libre.
Me siento en
un banco. Un taxista se esmera en dejar impecable su herramienta de trabajo
antes de iniciar el turno. El sol ya es un recuerdo. Empiezan a verse las
primeras luces artificiales. ¿Ya habrá pasado el tren? Es para prepar un deseo
si por esas cosas pasa la formación. Estoy a unos treinta metros del paso a
nivel.
Inclino la
cabeza hacia atrás. Mis ojos se clavan en las copas de los árboles. Al respirar
se siente olor a vida en esta ciudad y entonces me pregunto. Dónde estás.
Sábado 26 de Julio. Resistencia,
Chaco.