En Corrientes, la aldea, suceden cosas similares a las que
ocurren en las grandes urbes y por las que aquí los aldeanos se espantan. Sin
embargo cuando idénticas faltas a las normas, las buenas costumbres y hasta
delitos de magnitud se desarrollan en la tierra de la feligresía chamamecera,
los aldeanos optan por seguir espantándose por lo ocurrido en las urbes. Un
perfecto estupefaciente cercano al cinismo y pariente casi sanguíneo de la
hipocresía. La doble vara con la que medimos nuestras conductas.
Hace más de diez meses se descubrió en pleno microcentro una
cueva financiera lindante a la sucursal del Banco Nación. Allí, iban los
aldeanos de clase media hacia arriba llegando hasta los nuevos ricos de la
última década y media. Gente que se benefició con dinero de la obra pública
local, sería del colombismo como para hacer una analogía al kirchnerismo. Hasta
el donante de un inmueble valuado en millones pero tasado por muchos menos,
Marcelo Laslo, tenía sus monedas en ese lugar. Este hombre de gran corazón
compró una hermosa casa y pocos minutos después se la regaló al actual
Gobernador Ricardo Colombi. Ocurrió hace unos años atrás y Colombi que se
caracteriza por ser Gobernador, aún no lo era, ocupaba una banca nacional, en
la jerga politequera a eso se lo define como “beca”. Pero esas cosas son otra
historia.
Dicen los investigadores que de dicha cueva se llevaron
mucho dinero “físico” como lo definió un joven argentino hace unos años al
dinero que no figura en cuentas o transacciones. Sino a la plata contante y
sonante. Las pesquisas incluso tienen fotos de las bolsas identificadas con
cada uno de sus dueños. Es decir, el “físico” que estaba guardado en el banco
trucho, lindante al banco de verdad, fue retirado por los efectivos que
allanaron el lugar allá por noviembre del año pasado. En los polietilenos de
consorcio están escritos los nombres de legisladores provinciales, nacionales,
seudos empresarios, algún que otro periodista, más gente en ascenso gracias a
la obra pública local y hasta desconocidos que guardaban dinero de empresas
periodísticas bajo su nombre. Es decir, alquilaban su identidad para resguardar
el “físico” que los cuidadores de la cueva nunca preguntaban de dónde provenía.
Los intereses cobrados por mantener a resguardo de los impuestos de la Administración
Federal de Ingresos Públicos (Afip), cobraban bien ese
silencio. Parlanchines de radios y escribas de tabloides, en su mayoría,
prefirieron no profundizar en estas nimiedades. Algunos al parecer ni siquiera
se enteraron del episodio.
Vaya odisea. Un banco falso compartiendo medianera con un
banco de verdad. Una verdadera metáfora.
La cucha de un gato en una de las galerías de la Gobernación qué clase
de analogía será en el lugar donde habita el máximo poder de la aldea. Los
felinos suelen ser ladinos, infieles y trotamundos. También se caracterizan por
seducir a quienes les tienen rechazo. Qué otros espacios de la Casa de Gobierno local son
ocupados por animales. ¿Otra analogía? Y el chiste fácil puede llevar a decir
que en dicha sede estatal los gatos van y vienen, muchos tras expedientes para
ser firmaros. Expedientes de obra pública, licitaciones, llamados a concurso de
precios. Expedientes de publicidad oficial. La broma sin sutileza y el
imaginario social podría llevar a esa playa interpretación.
Como en el cuentito de los bancos medianera de por medio.
Hay cosas en los lugares menos pensados.