Parecía un actor entrando a escena. La autobomba de los
bomberos voluntarios de Barranqueras (Chaco)
se abrió paso en el corazón del
bulevar Ferré. Hacía un buen rato que un depósito de la cadena de supermercados
Impulso ardía y las llamas amenazaban con extenderse a las casas linderas y a
todo el barrio en general. El epicentro fue el fondo del local ubicado sobre la
avenida mencionada, casi esquina de la calle Jujuy. El foco ígneo empezó
alrededor de las 15 del jueves 9 de julio. Los vecinos aplaudieron el arribo de
la máquina y sus efectivos empezaron a desplazarse. Sus colegas de Corrientes
no salían del asombro ante el porte y la tecnología del rodado pesado, en su
techo una escalera mecánica dejaba como principiantes a los nativos que
intentaban llegar a las alturas del edificio siniestrado, con una de mano. No
fue la única vez que tuvieron problemas.
El sábado 4 de julio al atardecer en el Barrio Libertad el
edificio del Liceo Pedro Ferré, ubicado a unas doce cuadras del supermercado
Impulso siniestrado, también ardió en sus techos. Los bomberos llegaron rápido
pero se toparon con un detalle, no tenían dónde conectar las mangueras de las
autobombas. No había tomas de agua de emergencia. Improvisaron en las
conexiones domiciliarias vecinas del establecimiento, las que se conectan a la
red de agua potable.
El jueves patrio una de las dotaciones que acudió al llamado
de emergencia en el depósito del supermercado siniestrado fue un Mercedes Benz
1114, un gran rodado que parecía sacado de un museo, se sumaron un par más
provenientes del aeropuerto que está fuera de servicio hace más de un año.
Lanzaron unos chorros de agua y luego pasaron a ser espectadores de lujo debido a que tampoco había tomas de agua de emergencia. Otro tanto aportaron
las mangueras de los bomberos locales que parecían regaderas por la cantidad de
pinchaduras que tenían.
Un par de bomberos correntinos andaban de “civil”, en jeans
y con buzos para correr. No se sabe si fueron convocados de emergencia o no
alcanzaron a llegar con tiempo al reparto de trajes. Tampoco los locales
poseían máscaras y tubos de oxígeno para protegerse del monóxido de carbono,
algo que sí tenían los efectivos voluntarios de la vecina orilla.
Antes del atardecer llegó a la zona crítica el Ministro de
Seguridad, Pedro Braillard Poccard, parlamentó con algunos jefes bomberiles y
policías. Después atendió llamados a su celular que nunca dejó de sonar. Con
las primeras sombras de la noche hizo lo propio el intendente capitalino,
Fabián Ríos, conocedor de siniestros ígneos pero en polìtica. A la mañana, un
rato antes, sus concejales autorizaron una nueva suba en la tarifa del
transporte público de pasajeros para la ciudad. Después, el jefe comunal
defendió la medida y dijo que si los ciudadanos habían acompañado un incremento
del 400% en la tarifa energética a través del voto que respaldó la gestión
provincial, no podrían quejarse de la suba en el boleto. Ríos se quema solo en
sus laberintos psicológicos de cómo ve a la comunidad. Una semana antes había
defendido el hurto de energía para dar alumbrado público a una barriada. Sin
embargo la naturaleza de Robin Hood no tuvo la misma vara con la tarifa del
boleto para el transporte. Pero esa, es otra miseria.