Dos productores radiales chequeaban una y otra vez la lista
de intendentes acreedores que no cerraba por ningún lado. Jefes comunales de
importante distritos: Ituzaingó y Mercedes por mencionar un par de ejemplos,
llevaban entre tres y seis meses de mora. Los importes también diferían, la
cuota o pauta mensual variaba según la jurisdicción entre los 3 mil y 6 mil pesos. Los periodistas devenidos en
auditores no tenían consuelo, de cada mensualidad aportada a la radio por las
comunas, un porcentaje, supongamos un 30% tenía como destino final sus
bolsillos.
“Hay que empezar a llamarlos y decirles que empiecen a pagar
porque algunos llevan seis meses de atraso”, dijo el productor varón a su
compañera mujer. Ella repuso con la cabeza asintiendo y seguía con la mirada
clavada en la lista de muertos. Una veintena de jefes comunales que hacía rato
no enviaban sus respectivos sobres a la emisora líder de la Capital provincial. Cada alcalde repartido en columnas: apellido,
nombre, localidad, veces que deben ser llamados para salir al aire y el monto
mensual de la pauta.
Hace un tiempo atrás un fotógrafo de un diario líder
capitalino provincial interpretó la presencia de una cronista de un tabloide
competencia al de donde él presta servicios laborales, en el recinto de la
legislatura, con la idea de que la joven era financiada por el titular de una
de las cámaras legislativas. Ella, principiante en los corrillos parlamentarios
se defendió diciendo algo sencillo pero complejo para las mentes acostumbradas
al conchabo y al dinero fácil, a veces retrasado como el de los productores, “a
mi me paga el diario en el que trabajo. Por eso estoy acá”.
Las situaciones reflejan el rudimentario sistema de medios
en la aldea. Desde los dueños de los mismos acostumbrados al dinero oficial,
hasta sus más diminutos empleados, incluso con permisos implícitos de los
propietarios de medios a sus trabajadores para que se conchaben y de esa manera
bajar “costos laborales”.